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Volví a sentarme al lado de Justin en el sofá mientras el miraba el móvil. Como un auto-reflejo, pasó uno de sus brazos alrededor de mis hombros, llevándome hacia él y dejando el móvil a un lado para mirarme.

–¿Estás mejor? –me puso un mechón de pelo detrás de la oreja.

–Sí –asentí–. La comida ha ayudado mucho.

–Tengo un buen fondo de chef, eh –sonrió.

–Tanto como de abogado –reí levemente, con diversión.

–¿Quieres hablar de ello? –Me miró cariño–. No quiero agobiarte pero quizás así puedes desahogarte.

–A ver... –intenté tranquilizarme para no echarme a llorar–, estoy preocupada por la beca porque de verdad que no puedo permitirme fallos.

–¿El examen influye en la media?

–No –suspiré–, es para quitar temario para el examen final. Si suspendo ese examen tengo que ir con todo y son 60 temas.

–Mira –nos acomodó a los dos, dejándome a mí encima de él. Me acurruqué en su cuello y empecé a dibujar formas sobre su pecho con la yema de mis dedos–, tienes que ver la parte positiva. Te has tenido que estudiar 20 temas y aunque el examen te haya salido mal, eso ya lo tienes ahí dentro –dio un par de golpecitos en mi cabeza.

–Son demasiadas cosas –negué, autoconvenciédome–. No voy a poder con ello.

–Mads –me cogió entre sus manos–, eres una de las personas más inteligentes que conozco. Puedes con esto y más –dejó un beso sobre mis labios–, tienes que confiar en ti misma.

Estaba a punto de contestarle –o besarle, aún no estoy muy segura–, cuando el móvil empezó a sonar dentro del bolso. Dejé un beso sobre su mejilla y me levanté, mirando el identificador de llamadas y viendo que era Izzy.

–Hola cielo –contesté–. ¿Ya has llegado de las prácticas?

–Ma-Maddie –su voz sonaba destrozada.

En seguida supe que estaba llorando.

–¿Izzy? –Fruncí el ceño sin entender nada–. ¿Qué pasa?

–Y-yo es-estaba saliendo d-de la u-univ –la interrumpí. Apenas podía hablar y se notaba agobiada.

–Cariño, tienes que tranquilizarte –miré a Justin, indicándole que me iba a ir–. Dime dónde estás y voy ahora mismo.

–E-en la residencia –sollozó con fuerza.

–Llego en media hora, ¿vale?

–Vale. L-Lo siento mucho.

–No pasa nada. Nos vemos ya –caminé hacia el bolso, viendo que tenía todo dentro–. Te quiero.

Sin decir nada más, colgué.

–¿Qué pasa? –Justin me miró preocupado.

–Izzy –guardé el móvil–, me ha llamado llorando. ¿Puedes llevarme a la residencia?

–Claro –se levantó del sofá rápidamente–. Me pongo las zapatillas y vamos.

Media hora después ya había aparcado para dejarme allí.

–Muchas gracias por lo de hoy –me giré hacia él.

–No es nada –negó–. Te llamo después para ver cómo estáis las dos, ¿vale?

No Promises • jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora