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"maybe we're just kids in love"

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"maybe we're just kids in love"

Cuando la gente empieza a hacer cosas bonitas por nosotros, es cuando verdaderamente nos damos cuenta que merecen la pena. Que son ese tipo de personas a las que podrías darles un trocito de corazón, confiando en que se encargarían de cuidarlo, no de pisotearlo como si fuese un juguete de usar y tirar.

Ver como tienes a tu lado amigos, familiares o incluso algo más que se preocupan por hacerte sentir bien y por arreglar trozos de tu corazón, que un día alguien se encargó de romper; te ayuda a seguir teniendo esperanza en creer que, a tu vida, aún puede llegar gente que merece la pena.


–¿Pero qué haces aquí? –Me lancé a abrazarle.

Teniendo buenos reflejos, me cogió en el aire y me abrazó con fuerza, rodeándome con sus brazos y haciéndome sentir aún más en casa; me dejó en el suelo de las escaleras que daban a la entrada y cogió mi cara entre sus manos, pegando nuestros labios acabando con la distancia que nos había estado separando por lo que a mí me habían parecido varios días.

Acaricié su cuello, enredando los dedos en su pelo, que empezaba a estar más largo de lo normal; al hacerlo, noté como sus dientes se enterraban en mi labio inferior y yo sonreí, aprovechando la situación para enredar nuestras lenguas. Se separó un par de centímetros de mí y sonrió, lo que hizo que me diese cuenta todo lo que le había echado de menos.

–Te he echado de menos –sonrió y dejó un beso sobre mi frente.

–No me puedo creer que estés aquí –negué y volví a sonreír, esta vez como una niña pequeña–. Pasa –tiré de su mano para que entrara en la casa y cerré la puerta tras nosotros.

Caminamos los dos juntos hasta el salón y nos sentamos en el sofá, aunque cuando yo estaba dispuesta a sentarme a su lado, tiró de mí, dejándome sentada sobre sus piernas; sonriendo por el gesto, pasé los brazos alrededor de su cuello y empecé a dejarle caricias en él.

–¿Te ha gustado la sorpresa? –Se humedeció los labios y dejó un húmedo beso sobre mi mejilla.

–Casi hago que te caigas por las escaleras del porche –alcé la ceja–. Creo que es respuesta suficiente.

–Ya sabía que iba a venir a verte anoche cuando hablamos –sonrió de lado.

–¿Qué dices? –Fruncí el ceño.

–Mis abuelos han vuelto hoy y me he ofrecido desinteresadamente a traerles –puso cara de niño bueno–. Hasta he convencido a mis padres para pasar año nuevo aquí.

–¿En serio? –Incliné la cabeza hacia un lado, sonriendo como una idiota.

–Sí. Me quedo hasta el día 1.

Sin dejarle decir mucho más, empecé a besarle con más pasión que anteriormente, profundizando el beso y haciendo que nuestras lenguas se encontrasen por segunda vez, pero ésta, haciendo que saltasen chispas cada vez que se rozaban. Sus manos avanzaron con seguridad por mis muslos, echándose hacia atrás sobre el sofá y dejándome a horcajadas sobre él; sus manos se colaron por dentro de la sudadera que llevaba, acariciando la piel de mi espalda.

No Promises • jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora