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"I don't want nothing else, not when I had the best"
Sentí su aroma impregnando la cama; su calor haciendo que el interior de las sábanas fuese más apetecible y, antes de despertarme por completo y abrir los ojos, me permití disfrutar de aquel momento. De lo a gusto que estábamos cuando nos refugiábamos en nuestra burbuja, cuando éramos felices siendo nosotros mismos sin miedo a dar un paso en falso que nos hiciese caer. Porque los dos estaríamos ahí para hacer que nuestras alas se expandiesen.
La noche anterior había sido como de película: las ropas de la cama y las almohadas habían sido las únicas testigos de lo que había ardido en aquella habitación. Sus caricias sobre mi piel provocaron chispas, que saltaron en todas las direcciones posibles en mi interior; sus labios contra los míos consiguieron crear una magia que nunca había visto. Había llevado sus manos por todo mi cuerpo, sin contenernos.
Pero nuestras miradas cruzándose habían sido las grandes protagonistas de la noche. Hablando más de lo que creíamos y diciendo más de lo que nosotros mismos seríamos capaces.
Con el dulce pensamiento de la noche anterior y un aroma a sexo que aún pululaba por la habitación, abrí los ojos dispuesta a abrazarle y despertarle con suaves besos y, quizás, hacer a las sábanas arder de nuevo junto a nosotros.
Lo habría hecho si a mi lado en la cama hubiese habido alguien.
Fruncí el ceño y miré a mi alrededor, dándome cuenta de que la habitación estaba vacía y el bolso que Justin había llevado con su ropa se encontraba abierto encima de una silla. Me senté en la cama, atrapando la sábana entre mi pecho y el brazo, cubriéndome; con lo que me habría gustado despertarme a su lado después de las últimas horas que habíamos tenido juntos, ¿Dónde demonios estaba?
Salí de la cama un par de minutos después, cuando mis ideas se hubieron posicionado en sus respectivos puestos y mi cerebro se encontró con las suficientes fuerzas para funcionar. Anduve hacia la maleta de Justin, aprovechando que ya estaba abierta y saqué la primera camiseta que vi, dirigiéndome después a buscar ropa interior limpia para asearme.
Finalmente abandoné la habitación tras 15 minutos, aproximadamente, y mi novio seguía sin dar señales de vida. Vestida únicamente con unas braguitas y su camiseta, bajé a la primera planta de la casa y escuché algunos ruidos que venían desde la cocina.
–Vaya, así que al final no ha habido novio a la fuga –sonreí divertida antes de entrar a la cocina.
–Ey –se giró hacia mí, sonriendo nada más verme–, no te he oído.
Se acercó a mí, pasando sus brazos por mi cintura, pegándome a él y rozando mis labios con los suyos.
–¿Has dormido bien? –Habló con voz ronca, señal de que no hacía tanto que se había levantado.
