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"Be my holiday, my dream... lay your head on me I got you babe"

Sonreí contenta al ver a mi madre abrir los regalos, sentándome en uno de los posabrazos del sofá mientras bebía el café que acababa de servirme en la cocina. Parecía mentira que la pequeña de la casa fuese yo.

–El colgante me ha encantado –señaló la caja donde estaba–. Pienso usarlo esta misma tarde.

–Pensé en ti desde el primer momento que lo vi.

–Anda, siéntate aquí y disfruta de la mañana de Navidad con tu madre.

Haciendo lo que me había dicho, me senté a su lado y cogí los regalos en los que claramente se distinguía que era ropa: un par de abrigos y camisetas, una falda preciosa y dos pares de botines.

–¡Me encanta la sudadera! –Era roja y tenía unos detalles blancos, imitando la temática de una bandera de carreras.

–Es un par de tallas más grandes que la tuya, para que no te quejes después.

–Ayyy, que bien me conoces –la abracé, sonriendo.

–Hay dos regalos más –señaló el bajo del árbol con un gesto de barbilla, cogiendo su taza de té y bebiendo.

Cogí las dos cajas que quedaban –al lado de las dos cosas que le había comprado a Justin, de las que más tarde le mandaría una foto, y lo que le había comprado a las chicas–, una más grande que otra. Alcé las cejas sorprendida al encontrarme con un Mac entre mis manos.

–Mamá... no tenías que- –me interrumpió.

–Llevas quejándote del portátil desde el curso pasado, así que disfrútalo y ya está.

Le di un fuerte abrazo y me senté bien de nuevo, empezando a abrir la otra caja. Alcé mis cejas sorprendida y sonreí con fuerza al ver el flash anular para la cámara.

–¿Cómo lo sabías?

–Casi se te cae la baba en la tienda el día que fuiste a comprar el objetivo.

–De verdad que no puedo quererte más –dejé el regalo en el suelo y me tiré sobre ella, abrazándola.

–Qué pelota eres –rió–. Espero que lo tomes como pago por la ayuda que voy a necesitar en la cena de año nuevo.

–No sé por qué me esperaba esto –hice una mueca–. Pero te has ganado la ayuda para 7 fines de año.

(...)

Me subí en el coche de mi madre finalmente. Había tardado un poco en cambiarme ya que íbamos a salir a dar una vuelta y yo había quedado tanto con Izzy como con Sophie para darles sus regalos y verlas.

Había optado por uno de los suéteres que me había regalado mi madre: era amarillo mostaza y me venía como un vestido, así que lo había combinado con unas medias tupidas negras y unos botines de tacón del mismo color.

–¿Cómo es posible que tardes tanto arreglándote?

–Pues no lo sé –tecleé en el móvil la respuesta a Izzy, diciéndole que ya habíamos salido–. Pero la espera siempre vale la pena.

–Que baje todo el mundo que sube Madison.

–Qué graciosa eres –rodé los ojos aún sabiendo que lo decía de broma.

–Y tú que humilde –dijo con tono irónico y diversión.

Unos minutos después, ya paseábamos por una de las calles céntricas del pueblo: mi madre saludaría a las chicas para desearles unas felices fiestas y después iría con la gente de su trabajo a tomar algo, como bien merecía.

No Promises • jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora