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"devil underneath your grin"
Cuando digo que en nuestro grupo de amigos no hubo ni un mes fácil para ninguno: lo digo de verdad. Si no éramos Justin y yo, fue Izzy cuando rompió con Joe, todos cuando nos distanciamos de Owen... y empezábamos a cansarnos de no poder estar tranquilos o poder tener el pensamiento de que el mes iba a ser medianamente bueno.
Las siguientes dos semanas a que nos enterásemos de lo que pasaba con Sophie, no quise separarme de ella ni medio segundo. Intentaba estar a su lado en cada momento que podía, Izzy y yo hacíamos todo lo que estaba en nuestra mano para que pensase en otra cosa y no en el pesado que no dejaba de mandarle mensajes... pero era difícil.
El cabrón la había destrozado psicológicamente. Desde que vio que nuestra amiga no quería seguir con aquello, se fue encargando de romper todo tipo de relación con los chicos con los que ella mantenía algún tipo de relación –ya fuese una amistad, un tonteo o un simple 'hola y adiós'–; sin embargo, el desgraciado era listo y no había intentado hacer lo mismo en nuestro grupo de amigos.
Tenía bastante claro que calaríamos lo que estaba haciendo en seguida. Pero, aunque Sophie nos seguía teniendo a nosotros, se había quedado aislada de muchas otras amistades que también significaban mucho para ella. Y se me partía el corazón al verla como estaba, cuando parte de su mundo se había caído en aquellos momentos por culpa de otra persona.
Encima, para arreglar todo lo que estaba pasando, la gente empezaba a sospechar algo de lo que ocurría –si no quieres que se enteren de tus problemas, intenta no vivir en una residencia llena de marujas–, y no dudaban medio segundo en echar miradas que no venían a cuento cuando las tres entrábamos en el comedor de la residencia, en susurrar por los pasillos o en señalar a nuestra amiga con gesto de pena.
Por otro lado y, rascando para sacar algo bueno de una situación donde eso no existe, el problema que estaba afrontando la rubia del grupo había hecho que este se uniese aún más. Los chicos también pusieron de su parte para darle el apoyo que Sophie necesitaba y hacerle ver que, por mucho que aquella persona intentase separarles de ella, no iba a conseguir absolutamente nada.
Ella solo lograba decirnos que no sabía cómo agradecernos lo que estábamos haciendo por ella; a lo que nosotros respondíamos que no tenía que agradecernos nada, solo volver pasito a pasito a la persona que era realmente.
–¿Te ha dicho algo más? –Izzy me miró preocupada.
Estábamos en la habitación de Sophie terminando de pasar apuntes, tiradas en el suelo, mientras ella se duchaba.
–No –negué–. Creo que ha desistido en lo de mandarle mensajitos –dije con molestia.
–Nunca pensé que alguien a quien quiero tanto tuviese que pasar por esto...
–Ni yo –apoyé la espalda contra la cama–, pero tengo claro que no la voy a dejar sola en esto ni muerta. Y menos ahora, que ese gilipollas puede intentar acercarse a ella.
