Luego de mensajearme con mi esposo, dejo mi celular sobre mi escritorio y continúo con el papeleo.
—Señor Blacked —me habla Miranda por el intercomunicador—, el señor y la señora Silverman están aquí.
Oprimo el botón para responder.
—¿Quiénes?
—Los nuevos editores. Los que fueron transferidos. Le comenté ayer que vendrían.
—Sabes bien que mientras juego Clash Royale no presto atención a nada más. Pero en fin; hazlos pasar.
—De inmediato.
Al poco rato, escucho que se abre la puerta.
—Es un placer conocerlo, señor Blacked —me dice una voz masculina.
—El gusto es mí...
—¿Patrick? —corta una voz femenina que se me hace familiar.
Levanto la mirada, temeroso.
—¡¿Lowrey?!
Mierda. ¿Qué hace ella aquí? Verla me hace revivir amargos recuerdos. ¿En verdad va a trabajar para mí ahora? Qué fastidio. Aún la detesto. Pero no puedo echarla porque sí aunque quisiera.
—¿Se conocen? —pregunta el hombre. Me imagino que es el pobre diablo con el que se casó.
—Ella... Ella... Ella y yo...
—Salimos un tiempo —se presura a responder Lowrey con una falsa sonrisa.
—¿Qué? ¿Cuándo?
Ahora que lo pienso, también reconozco a este fulano. ¡Si es con quien me engañó! ¡Y la descarada ni siquiera le habló sobre mí! Él es otra de sus víctimas. Estoy tan molesto que tengo ganas de lanzar el juguete de conejo que adorna mi escritorio a la cara de alguno de los dos. Pero debo ser profesional.
—Fue hace mucho —respondo—. ¿No, Lowrey?
—Éramos unos jovencitos apenas.
—Oh, ya veo. Como decía, es un placer conocerlo, señor Blacked. Fuimos transferidos del departamento de literatura de la editorial Tenebris por recorte de personal.
—El placer es mío, señor Silverman. A Lowrey ya la conozco, así que... —«No es un placer», pienso. Sonrío—. Bienvenidos a la editorial Nirvana. Espero que su estadía aquí sea agradable.
—Muchas gracias —responden al unísono.
—¡Miranda!
—¿Sí, señor? —se asoma por la puerta.
—Puedes escoltarlos al departamento de literatura.
Ella asiente.
—Acompáñenme.
—Con permiso.
Los tres se retiran.
—Hasta luego, perra... —murmuro.
Al dar las tres con cincuenta, decido dejar el papeleo y abandonar el edifico, para esperar a Walter en la entrada, no sin antes dejar a cargo a Miranda. Desafortunadamente, me topo a Lowrey en la puerta. Está sosteniendo unos documentos.
—Lowrey...
—Patrick...
—¿Qué haces aquí?
—Fui a recoger un manuscrito.
—Mm. Qué bien.
—Cuánto tiempo, ¿no? Qué coincidencia encontrarnos de esta manera. Debí suponerlo, pues recuerdo que tu papá era el dueño. ¿Cómo está él?
—Dos metros bajo tierra.
—Dios, lo lamento.
—Tanto como aquella vez en la que tú y tu esposo pololeaban mientras salíamos.
—Patrick, créeme que estoy muy avergonzada por cómo actué. Cometí mucho errores y estoy arrepentida. No merecías eso. Lo lamento. Ahora soy una mujer nueva. Estoy casada con Lance y tengo una pequeña. Su nombre es Lizzy.
Suspiro.
—De los errores se aprende, supongo.
—Dieciséis años. ¿Puedes creerlo? Te sienta bien la edad, cuatro-ojos —sonríe.
—También te ves muy bien —le devuelvo la sonrisa.
—Veo que te casaste —señala mi argolla de compromiso.
—Sí. También tengo un hijo, de hecho.
—¿En serio?
—Su nombre es Jason. Tiene doce.
—Mi Lizzy trece. Ambos podrían conocerse alguna vez.
—Eso creo.
—Espero que ya no haya rencores entre nosotros, Patrick. Quizá hasta podríamos ser amigos. Aunque seas mi jefe —ríe.
—Creo que podríamos intentarlo.
—¡Qué alegría! Ahora dime, ¿quién fue la afortunada con la que te casaste?
—¡Patrick! —Walter llega justo tiempo. Se acerca sonriente y con su uniforme puesto.
—Es ella —lo señalo.
—¿Qué...?
—Patrick, ¿quién es ella? —pregunta Walter deteniéndose frente a los dos.
—Estoy confundida.
—Lowrey, él es Walter. Mi esposo.
—¿Esposo?
—¿Lowrey?
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Dos enamorados en patrulla 2
RomancePatrick y Walter se casaron y tuvieron un hijo; entonces ¿por qué su matrimonio peligra, si eran tan felices juntos? ¿Por qué su hijo está metido en problemas que no les cuenta a sus padres? Y ¿en qué andará metido Norman esta vez? ▪️Novela ligera...