Finalmente, luego de un largo día de trabajo, estoy en casa. Mi espalda y cuello están matándome. Lo único que quiero es dormir y fingir que soy un mueble.
Jason es el único que me recibe al entrar. Está sentado en el sofá, viendo televisión y vestido con su pijama de murciélagos.
—¡Hola, papá! ¿Cómo te fue? —me pregunta con una amplia sonrisa que me devuelve la vida.
—Hola, campeón —me aflojo la corbata y mi saco lo cuelgo en el perchero—. Me fue bien, creo. No despedí a mucha gente hoy. ¿Dónde está tu padre?
—Vino hace no mucho y se fue directo a la cama. Dijo que estaba muy agotado. Creo que ni siquiera se cambió de ropa. No quise molestarlo —cambia los canales del televisor.
—Entonces... ¿no has cenado? —elevo una ceja.
—No... —responde con un dejo de culpa.
—No puede ser —me llevo una mano al rostro, y suspiro—. Te prepararé algo en seguida —arremango mi camisa al mismo tiempo que camino hacia la cocina.
—¿Puedes hacerme un sándwich con mucho queso amarillo?
—Le pondré una rebanada y ya. No quiero que tu rostro esté lleno de acné.
—Bien...
Últimamente siempre es lo mismo: Walter llega del trabajo y lo primero que hace es subir a la alcoba a dormir. Lo único que tiene que hacer es atender a nuestro hijo, y termino haciéndolo todo yo. También tengo un trabajo; también me canso. ¿Será la edad que lo tiene así? Tiene cuarenta y seis años. Aunque esa no es excusa para no ayudarme en la crianza de Jason. Y esta semana ni siquiera me ha tocado. ¿Cuál es su problema? Debe quedarle, aunque sea, una pizca de energía para besarme.
—¡¿Mostaza?!
—¡Sííí!
Tampoco soy un jovencito. Tengo casi cuarenta. Necesito un respiro de vez en cuando. Debería contratar una niñera o una sirvienta.
Luego de entregarle su emparedado a Jason, subo a la habitación para ver a Walter. Me encuentro al enorme oso echado en la cama, profundamente dormido y con el uniforme puesto. Lo único que hizo fue quitarse el cinturón, los zapatos y desabotonarse la camisa. Sus ojeras son profundas y no suele roncar, pero ahora se escucha un leve sonido. Es probable que aunque grite no despierte.
—Walter.
Ni siquiera se mueve.
Dejo mis lentes sobre el buró y me quito la corbata.
—¡Walter! —Sigue sin moverse y eso me desespera un poco—. ¡WALTER!
Seguramente Jason se asustó por el grito, pero al menos eso bastó para que despertara. Se incorpora con lentitud mientras bosteza, y finalmente abre los ojos.
—¿Patrick?...
—De nuevo te quedaste dormido —ruedo los ojos—. Ni siquiera pudiste tomarte la molestia de alimentar a Jason.
—Lo siento... Me sentía realmente cansado... Perdóname —baja la mirada.
No pensé que fuera a disculparse por el simple hecho de quedarse dormido. Me hace sentir mal. Sí debe sentirse agotado.
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Dos enamorados en patrulla 2
RomancePatrick y Walter se casaron y tuvieron un hijo; entonces ¿por qué su matrimonio peligra, si eran tan felices juntos? ¿Por qué su hijo está metido en problemas que no les cuenta a sus padres? Y ¿en qué andará metido Norman esta vez? ▪️Novela ligera...