Mi plan para este Halloween era relajarme, ver películas de terror y comer golosinas, pero Tania y su pequeño séquito debían hacer acto de presencia.
—¡Hermanito! —Tania se lanza sobre mí y besa mis mejillas—. Te extrañé.
—Qué bien.
—¡Tío Pato! —mi sobrina, la pequeña Alicia corre a abrazarme. Atrás viene su padre, vestido del sombrerero loco.
—Trick oder Trick! —exclama el alemán.
—Lindos disfraces —comento—. ¿Dónde está el tuyo, Tania?
—Me quedaré contigo, tonto. Sabes que no me gusta pedir dulces.
Diablos.
—¡¿Por qué están vestidos así?! ¡Se supone que serían Batman y Batichica! —el pequeño Robin y su amigo el gatito aparecen para hacer berrinche.
—Yo no quería ser batichica —mi sobrina se cruza de brazos, y Jason sólo chilla y repite que nadie lo quiere.
—Ya, ya, deje hacer berrinche o no irás a ninguna parte —le digo, extendiéndole su calabaza.
—Bien... Adiós, papá.
Beso su mejilla. Tania besa a su esposo e hija.
—¡Andando, pequeños! —dice Hans, abriendo la puerta—. ¡Volveremos a media noche!
Luego de marcharse, Tania corre a la cocina para hacer palomitas mientras me pide poner una película en la sala, pero regreso a la entrada al escuchar el timbre.
—¿Por esto cancelaste la fiesta? —pregunto, horrorizado, al ver a Khal Bolton en mi umbral, disfrazado de vampiro y acompañado de un hombre panda.
—Dame dulces y cállate —me extiende su bolsa.
—No te daré nada, viejo ridículo.
—¿Te atendrás a las consecuencias?
—Señor Blacked, por favor, escúchelo. Si quiere que su hogar no sufra daños... —dice el hombre panda.
—Espera, te conozco. De la fiesta. ¿Alejandro?
—Alexander.
—Es lo mismo.
—¡Dame dulces!
—¡Ten tus putos dulces! —vacío el tazón en su bolsa—. ¡Ahora lárgate!
Una vez se marchan, me dispongo a cerrar, pero un grupo de niños se acerca.
—¡Dulce o travesura!
—¡Se acabaron! ¡Largo! —los ahuyento.
—¡Patrick! —me grita Tania.
Walter
—Ya estoy harto de someter a adolescentes que destruyen ventanas o grafiean paredes con disfraces feos —lloriquea Wyatt mientras patrullamos el vecindario a pie—. ¡Yo quería pedir dulces con Jason!
—¿Crees que me gusta esto? Quisiera pedir dulces con mi hijo también, o estar en cama con mi esposo. Cuando le sugerí a Marsh darme el día, sólo se rio. Lo odio.
La radio en mi hombro suena, y alertan sobre un hombre, en nuestra área, vestido de vampiro que intimida niños y patea puertas exigiendo dulces.
—Pues deben ser aquellos —señala Wyatt al loco que precisamente patea una puerta repetidas veces, alarmando a los niños a su alrededor. Hay un hombre panda a su lado, expectante.
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Dos enamorados en patrulla 2
RomancePatrick y Walter se casaron y tuvieron un hijo; entonces ¿por qué su matrimonio peligra, si eran tan felices juntos? ¿Por qué su hijo está metido en problemas que no les cuenta a sus padres? Y ¿en qué andará metido Norman esta vez? ▪️Novela ligera...