Patrick

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—Oí que dijiste que no —informo con frialdad al más raro y mentalmente inestable de mis escritores—. A la maravillosa iniciativa que estuvimos planeando.

—¿No puedo elegir cómo quiero celebrar mi cumpleaños? —Khal Bolton muestra esa sonrisa socarrona que sólo me enfada aun más.

—Esto no se trata de ti. Adoras fastidiarme. ¡Una gran fiesta en tu honor! ¡Lo único que te pido es presentarte! ¡Lamento pedir demasiado!

—No quiero. Tengo asuntos muy importantes que atender.

—¿Como qué? ¿Revolcarte en tu miseria a solas?

—Esta vez no a solas.

—¡Te odio! ¡Si no vendieras tantos libros, te echaría a patadas! ¡Siempre quedando mal con todo el mundo porque el señor es un hermitaño de mierda!

—¿Qué te pasó en el cuello? ¿Te divertiste de más con tu gorila?

—Lárgate.

Abandona la sala de juntas riendo como hiena. Una vez solo, recibo una llamada de Tim que contesto con pesar.

—¿Qué quieres? —digo.

—Pensé que estarías de buen humor luego de su noche de juegos.

—¿Qué quieres? —repito.

—¿Cómo está el cachorro?

—Jason se lo quedó. Lo nombró Connan, por alguna razón.

—Qué bien, qué bien. ¿Tienes planes para Halloween?

—Ya no. Bolton canceló su fiesta de cumpleaños. ¿Puedes creerlo?

—Qué mal. ¡Ven entonces a nuestra fiesta! Será este Halloween. Wally y tú están invitados.

—No te ofendas, pero prefiero quedarme en casa a repartir dulces a los mocosos que volver a ir a una fiesta tuya que probablemente acabe con patrullas frente a tu acera.

—No exageres.

—¿Qué? Fue Walter quien te arrestó la última vez.

—Bueno, realmente no te llamé por la fiesta. Aunque pensé que sería genial que mi mejor amigo estuviera allí —oigo al ridículo esnifar.

—¿Por qué no acompañas mejor a tu hijo a pedir dulces?

—En fin, me topé a tu mamá hace rato. No es que habláramos, sino que la vi de lejos. Estaba en un restaurante.

—¿Sola?

—Con tu padrastro.

—¿Qué? —frunzo el ceño—. ¿Te refieres a Norman?

—Parece que no terminaron, después de todo. Yo los vi muy felices.

—Yo... hablé con mamá. Me sentí mal por hacer que terminaran, y le planteé que debía darle una segunda oportunidad. ¡¿Por qué tiene que hacerme caso siempre?!

—No te entiendo. ¿Querías esto o no?

—Quiero que mi mamá sea feliz, sea como sea. Pero hubiera preferido a otro que no fuera ese desgraciado. Supongo que tendré que atenerme a las consecuencias. Me preocupa la reacción de Walter cuando se entere. Cuando supo que terminaron, su sonrisa era tan grande que me dio miedo. Ni cuando nació Jason lo vi así de feliz.

—No se lo digas. Ya deja a tu mamá y a su padre vivir como quieran. Ya son viejos.

—Sí... creo que es lo mejor.

Dos enamorados en patrulla 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora