Epílogo

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Me estiro para apagar la estúpida alarma, y me levanto sólo un poco para ver la hora en el reloj. ¡De nuevo se me hizo tarde!

De inmediato salto de la cama, y comienzo a arreglarme lo mejor que puedo. Tropiezo al colocarme los pantalones, y escojo una sudadera gris. Meto tres cosas a la mochila, y bajo de inmediato.

Han pasado... ¿qué? ¿Diez años? Han pasado diez años desde que me hice novio de Terrance; diez años desde que se casaron mis abuelos; diez años desde el último capítulo de esta tonta historia. ¡Qué rápido pasa el tiempo! Y ¿qué han pasado en estos últimos diez años? Bueno, ahora estudio animación (me atrasé dos años porque me expulsaron de la preparatoria y reprobé el último año...); y ahora trabajo medio tiempo en la editorial de papá. ¡Logré cumplir mi sueño de publicar mis propios cómics!

Terrance es médico residente del hospital general; específicamente, pediatra y así.

De mis padres no hay mucho que contar. Sólo se han vuelto más viejos.

—¡Se me hizo tarde! —exclamo, bajando las escaleras, y encaminándome a la cocina. Mis padres están sentados en la mesa, desayunando. Walter lee el periódico, mientras que Patrick ve artículos en su tableta.

—¿Otra vez? —inquiere Patrick.

—¡Sí! —Saco el litro de leche del refrigerador, y bebo directamente del embase.

—Usa un vaso —me riñe Walter.

—¡No hay tiempo! ¡¿Por qué no me despertaron?!

—Siempre que lo intentamos, te molestas con nosotros. Hazte cargo de tu vida al menos en eso nada más.

—¡Agh! —dejo la leche en su lugar, y cierro el refrigerador. Connan se acerca a mí, moviendo la cola, y se me encima—. ¡Largo, Connan! ¡Se me hace tarde y vas a mancharme! —lo aparto.

—¿Almorzarás con Terrance hoy? —me pregunta Walter, y le arrebato la tostada de la mano—. ¡Oye!

—Ya me voy. Los veo en la noche —me dirijo a la salida—. ¡Los amo!

Patrick

Escuchamos a Jason cerrar la puerta y marcharse.

—Sólo nos quiere por nuestro dinero —le digo a Walter. Él se echa a reír.

—Espero que se porte bien.

—Más le vale que se porte bien, si es que quiere que le siga pagando la universidad —vuelvo mi vista a la tableta—. ¿A qué hora irás a trabajar?

—De hecho, ya tengo que irme —Walter se levanta de la mesa, y deja su plato en el fregadero—. ¿Tú?

—En un rato. Phil se está haciendo cargo; le dije que tardaría en llegar porque tenía diarrea —me echo a reír.

Quizá se pregunten qué ocurrió con Miranda. Bueno...

Mujer soltera + Bebé = Renuncia

Luego llegó Phil, mi nuevo asistente y mano derecha. Aunque, el problema de tener a Phil es... que Walter siente celos de él.

—Mmm, sí...

—No te pongas celoso de nuevo.

—¿Quién está celoso? —se pone su cinturón y su placa, y se acerca para darme un beso en los labios—. Te veré más tarde. Te amo.

Dos enamorados en patrulla 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora