Patrick

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—¡Sabía que salir contigo era mala idea! Ahora por tu culpa tengo una marca permanente en el trasero. ¡¿En qué momento pasó?!

—Creo que después de la quinta ronda nos llevé con mi amigo Chucho. Es tatuador. De hecho, resulta que también me hice uno de un zorro en la nalga derecha. Tal vez allí te desmayaste.

—¡Maldita sea!

—Ya deja el drama, blanquito. Mejor dime qué le regalaste a Walter.

—No le he dado nada. Me hice el desentendido esta mañana para sorprenderlo en la noche. A final de cuentas opté por cena y sexo.

—Algo es algo. Felicítalo de mi parte. Por cierto, el próximo sábado mi primo Rodrigo hará una fiesta y...

—Adiós, Tim. —Cuelgo.

—Señor Blacked —habla Miranda por el intercomunicador—, lo esperan en la sala de juntas.

—¿Qué? —me enderezo—. ¿Una junta? ¿Ahora?

—Es para lo del nuevo libro del señor Newton.

—¿No puede ser para otra ocasión? Tampoco es como que escribe tan bien.

—Señor Blacked.

—¡Maldita sea! —me llevo una mano al rostro—. ¡Bien! Diles que estoy allí en cinco minutos.

Reviso mi reloj. La reservación es a las nueve y son las siete y media. Justo cuando quería llegar temprano sucede esto. Rezo por que termine pronto.

Esa gente es un dolor de trasero peor que el del tatuaje que me hice.

* * *


Cuando me percato de la hora, al finalizar, ni siquiera me molesto en correr. Perdimos la reservación y eso me tiene realmente furioso. Estoy enojado conmigo mismo por no darle a mi esposo algo que se merezca. Un estúpido oso de felpa que compré en el camino, para compensar, no es suficiente. ¿Por qué aún no me ha pedido el divorcio?

Al llegar a casa me topo con aquella escena que me desanima: Walter dormido en el sofá con el televisor encendido.

Suspiro, me acerco a él, dejando mi portafolios en la mesa de centro primero, apago el televisor y después lo muevo con delicadeza. Dejo el oso a su lado mientras se incorpora con lentitud.

—Mmm... Ay, no... de nuevo me quedé dormido... —se frota los ojos mientras bosteza—. Te estaba esperando...

—¡Walter, lamento haber venido tan tarde! Tuve una junta y...

—No te preocupes —corta.

—¿Que no me preocupe? ¡No puedes dejar pasar esto a la ligera!

—Te seré sincero: esta mañana heriste mis sentimientos al no recordar que era mi cumpleaños. Sé que no me gusta celebrarlo, pero estaba acostumbrado a que siempre prepararas algún detalle. Luego pensé que... quizá fue por el trabajo. Has estado muy ocupado y estresado últimamente. No es culpa tuya. Entonces salimos con Niel...

—¿Niel? —corto.

—Sí. Se ofreció a llevarme a algún lado por mi cumpleaños. Jason nos acompañó. Me hizo sentir mejor.

—Walter, no entiendes. No olvidé tu cumpleaños. Iba a llevarte a cenar, pero perdí las reservaciones ¡por esa estúpida junta!... Me hice el desentendido esta mañana para sorprenderte, pero veo que sólo te herí. —Voltea a ver el oso y lo toma—. Es... una especie de disculpa. —Tomo asiento a su lado y suspiro—. No entiendo por qué sigues conmigo. Soy un pésimo esposo —me llevo una mano al rostro—. Debiste casarte con Niel. Hace mejor trabajo que yo.

Dos enamorados en patrulla 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora