Walter

1K 148 86
                                    

—Detesto la Navidad —exclama Patrick, mientras los tres merodeamos en el centro comercial. Soy quien empuja el carrito. Jason revisa los juguetes y Patrick devuelve al estante una bufanda que no le agradó.

—Pero es nuestro aniversario... —comento, desanimado.

—Obviamente no me refiero a eso. Hablo de gastar en regalos, reunirme con mi molesta familia, quienes hacen bromas tontas siempre sobre mi color de piel, mi sexualidad y por ser el único raro que come ensalada en vez de pavo.

—Tus primos me agradan.

—¿Más razones para detestar la Navidad? Tu papi la pasará con nosotros.

—En eso te doy la razón. ¿Y si la pasamos sólo los tres esta vez? —sugiero.

—Pero yo quiero jugar con mis primos —interviene Jason, echando juguetes al carrito con el consentimiento de Patrick.

—No puedo hacerle eso a mamá. ¿Ser el único de toda la familia que decide no asistir a la cena? ¿Qué crees que pensarán de nosotros? Que hacemos berrinche por la presencia de Norman, claro.

—Prefiero mil veces eso a pasar una Navidad con papá.

—No exageres —inspecciona un paquete de calcetines con temática decembrina.

—No sabes lo mal que la pasaba a solas con él luego de lo de mamá.

Volte a verme. Jason corre a revisar todo un estante de juguetes de superhéroes.

—Casi nunca me cuentas sobre tu infancia —afirma.

—Norman desde siempre ha puesto su trabajo por encima de todo. Incluso de mí. Incluso en días festivos trabajaba. Irónicamente era extremadamente sobreprotector. No confiaba en mí para estar solo en casa porque temía que hiciera mis mariconadas en casa.

»

Siempre tuve niñeras. Mi vecina era una anciana a la que le hacía compañía incluso cuando sus hijos le daban la espalda. Nos llevábamos bien. Desaprobaba lo duro que era papá conmigo y trataba de animarme siempre. Murió cuando cumplí treinta y... de vez en cuando, dejaba flores en su tumba.

—Entonces... eran fechas solitarias para ti —acaricia mi brazo.

—Patrick, no sé si puedas llegar a comprender alguna vez lo miserable e incómodo que me siento al comer en la misma mesa que mi papá —desvío la mirada.

Pega su cuerpo al mío y nos vemos de frente.

—Ahora estás con Jason y conmigo —dice—. Mira, entiendo. Pero... lo único que te pido es que hagamos acto de presencia. Si te sientes muy mal, nos disculpamos y nos iremos. No importa lo que digan después.

—Está bien... De todos modos, debo trabajar. Quizá llegue cuando todo esté tranquilo.

—¿Lo ves? No será tan malo. No pienses mucho en eso... —Besa mi mejilla, y recarga su cabeza en mi hombro mientras empujamos el auto juntos.

—¿Qué te gustaría de regalo? —pregunto.

—Un bolso Louis Vuitton.

—Veré qué se me ocurre...

—¿Tú qué quieres?

—Lo de todos los años.

—Viejo pervertido —susurra a mi oído, y Jason se acerca con un pañuelo para el perro que Patrick admite a regañadientes.

Tim

—Me gusta venir de compras con mis dos personas favoritas en el mundo —exclamo, abrazando a mi esposa e hijo por detrás.

—Papá, estamos aquí.

Volteo, y me observan sosteniendo un carrito de compras. La señora a la que abrazaba me aparta con brusquedad, y toma a su hijo de la mano para prácticamente huir de mí.

—A veces pienso que tú déficit de atención es excusa para abrazar a otras mujeres.

—Linda, no empieces.

—¿Pasaremos la Navidad con los abuelos? —pregunta Terrance, examinando unas libretas.

—¡Claro! Y ahora que tu tío Mac salió de prisión, la Navidad será el doble de memorable.

—¿Me vas a comprar el vestido que te mostré? —Grace se aferra a mi brazo y me hace ojitos.

—Claro, linda —sonrío—. ¿Tú qué quieres, campeón?

—No sé, me da igual. Quiero obsequiarle algo a Jason, pero no sé qué.

—Aw, qué lindo. Le gusta dibujar, ¿no? Puedes darle unos lápices o algo así.

—¿Eso crees?

—¿Por qué no se lo preguntas? Allí está —señalo, vislumbrando al niño en compañía de sus padres.

Por primera vez veo que se le iluminan los ojos, y corre a saludarlo. Levanto la mano para captar la atención de los chicos.

Patrick imita mi acción y se acerca para saludarnos a mí y a mi esposa.

—¿Qué me vas a comprar? —inquiere el blanco.

—¿Qué me vas a comprar tú?

—Pues aunque no lo creas, sí te compré algo.

—Mi amor hermoso —me acurruco en su hombro mientras trata de apartarme.

—Vámonos, Walter. Dejémoslos a solas —Grace sujeta el brazo del grandullón, y se alejan empujando el carrito.

—¡Suéltame! ¡Por tu culpa no tuve novias en secundaria! —se queja Patrick.

—Nacimos el uno para el otro. No finjas más.

Felices fiestas, bebés de luz

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Felices fiestas, bebés de luz.

Dos enamorados en patrulla 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora