Patrick

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—Hola, mamá.

—Hola, mi amor. Ya estoy en el restaurante. ¿Vienes en camino?

—Sí. Lo siento, el tráfico me retrasó, pero llego en menos de diez minutos.

—Está bien, cielo. Te amo.

—También yo. —Cuelgo.

Cancelé mis pendientes, para salir a almorzar con mamá. La rara e inesperada visita de Norman me hizo replantearme muchas cosas. He sido un patán con muchas personas. Mi madre, esposo...  Necesito saber si ella está bien. Disculparme por todo lo que le dije. No medí las consecuencias. Seguramente la herí. Sumado a lo de Norman, debe sentirse fatal.

Es hora de que piense más en los demás.

Walter aún no lo sabe. No sé si decirle.

Llego al tiempo acordado, y me adentro al restaurante; vislumbro a mamá en una mesa, y voy a sentarme con ella. Al verme, se emociona, y me da un beso y un abrazo. No veo mucho cambio. Luego de prácticamente haber sido culpable de su ruptura, esperaba otra actitud. Incluso menos efusividad.

¿Por qué no me odia?

—Hola, mi amor. ¿Cómo estuvo el trabajo? Gracias por invitarme a almorzar, por cierto. Es un lindo lugar. ¿Cómo supiste de él?

—Mamá, quiero... disculparme por todo lo que te dije el otro día.

—No pasa nada, cielo —toma mi mano—. Está bien.

—¡Claro que no! Mamá, dije cosas malas. No sólo de Norman. Lo lamento. Fui un idiota que ni siquiera consideró tus sentimientos. Hice que... rompieras con la primera persona que te ha interesado, desde lo de papá.

—Norman es una mala persona. Me hiciste darme cuenta de eso; sólo... —su voz se quiebra, lo cual me descoloca—. Querías protegerme.

—No. Sólo pensaba en mí... Walter y yo hemos sido egoístas. Lo único que nos importaba era el extraño hecho de que nuestros padres saliera. Y estúpidamente rechazábamos una tonta idea de ser hermanastros o algo así. No contemplamos el hecho de que... quizá... eran felices juntos.

Ella derrama una lágrima que pretende disimular con una pasada rápida con su pañuelo.

—Eso no importa.

—¡Mamá, por favor, comienza a pensar en ti! ¿Te enamoraste de Norman?

—¿Qué pretendes tocando este tema ahora? Norman y yo terminamos. Nuestra historia se acabó.

—Digo que... quizá exageré. Quizá no es tan malo. Quizá él... cambió o esté dispuesto a cambiar por la persona que ama. Quizá... deberías darle otra oportunidad —tomo su mano, y sonrío.

Walter

—Creí que las cosas con el señor Blacked se habían solucionado. ¿Por qué no está feliz? —pregunta Wyatt.

—Abstinencia —me lamento.

—Oh...

—Patrick y yo estamos bien. Nos damos cariño y ya no peleamos, pero el cansancio por trabajar demasiado ha consumido nuestra vida sexual. No recuerdo la última vez que nos acostamos...

—Qué mal...

—Podría autosatisfacerme, y lo hago, pero no es lo mismo. No es suficiente. Me siento incluso patético.

—Es... terrible...

—Viejo, ¿no te das cuenta de que incomodas al niño? —Había olvidado al sujeto que arrestamos hace rato. Está atrás, esposado, tras la rejilla.

—Más respeto para la autoridad, y guarde silencio —ordeno con firmeza—. En fin —prosigo con Wyatt—; tienes padres, ¿no? ¿Ellos pasan por este tipo de problemas?

—Bueno, no sé... No estoy al tanto de su... vida sexual.

—Diablos, necesito hablar con un hombre casado.

—Tengo novia.

—No es lo mismo, hijo.

—Yo soy casado —interviene el mismo sujeto, dando golpecitos a la reja.

—Dije que guardara silencio —frunzo el ceño.

—Pero, señor Briton, quizá él lo pueda ayudar.

—Bien... ¿Cuál es su nombre?

—Kevin.

—¡Un placer, Kevin! El mío es Wyatt.

—¡Hola, Wyatt!

—¿Cuánto tiempo llevas casado, Kevin? —pregunto.

—Como... ocho años. No, siete. Siete y medio. Sí.

—¿Cómo... es su vida sexual?

—No me quejo. Hemos tenido nuestros altibajos, dado los niños y el trabajo; pero unas cuatro veces a la semana, más jugueteo y contacto físicos diario, basta para mí. Nada comparado con los primeros años. Éramos unos animales.

—¿Por qué cree que las parejas dejan de tener esa chispa? ¿Es la edad?

—Lo dudo. Desde que abandonamos el nido, papá y mamá se volvieron prácticamente unos ninfómanos. En definitiva son los hijos. ¿Eres padre? Yo tengo dos hijos. Un día uno de ellos nos atrapó en el acto. Luego de eso, la paranoia nos hizo abstenernos por casi un mes.

—Sí, sé lo que se siente....

—¡Pobre Jason! —Wyatt se lleva las manos a la cabeza.

—El trabajo también es un factor muy importante. Todos estos elementos los mantienen distraídos de ustedes mismos. Si sientes que la llama se extingue, ¿por qué no intentas avivarla con... algo nuevo? Prueben nuevas cosas. Juguetes sexuales, de rol, viajes... La rutina también influye en los matrimonios en decadencia.

—Eso... tal vez podría funcionar. Gracias.

—Mi cuota es que me dejen ir.

—No lo creo.

Dos enamorados en patrulla 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora