Patrick

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—¿Eres tu propio jefe, y trabajas los domingos? Se ve que te odias mucho —Tim fastidia al teléfono. Lo llamé para felicitarlo por su aniversario, y terminó juzgándome.

—Trabajo para pagar los regalos ridículamente costosos que te envío.

—Gracias por la vajilla, mi amor. ¿Cómo va todo, por cierto?

—Anoche fue horrible... Ni siquiera pude conciliar el sueño.

—¿Village People se portó muy rudo?

—¡Es mi madre! ¿Recuerdas que te conté que ella y el infeliz de Norman se gustaban?

—Sí. Qué cosa tan rara.

—Pues anoche discutimos porque... ahora sale con él.

—¿Qué?

—¡Son novios, Tim! Quiero morir. ¿Cómo pudo hacernos esto?

—Sí, qué perra por enamorarse.

—Sabes a qué me refiero. Viejo, Walter y yo estamos casados. Que ellos estén juntos nos hace hermanastros. ¿No te parece enfermo?

—No sé si las cosas funcionen así. Wally y tú están casados. Se aman. Y eso no va a cambiar por el hecho de que tus padres se relacionen, ¿no? Ni siquiera son de la misma sangre. No cuenta como incesto, ni sé si violen alguna ley. También son viejos. Solitarios. Creo que es lindo que hayan... por desgracia o extrañamente, hallado el amor juntos.

—No lo había visto de ese modo —respondo con pesar.

—Sólo piensas en ti mismo. Piensa en el bombóm de tu madre. Sus sentimientos deben valer algo.

—¡Te odio! ¡Pensé que estarías de mi lado!

—De nada por abrirte los ojos.

—Sí, gracias...

—¿Cómo está mi yerno, por cierto?

—¿Jason? Bien. Eso creo. Luego de la charla que tuvimos, parece que logramos hacerle entender que cuenta con nosotros, y no debe guardarse más lo que siente.

—Me alegro. Terrance está igual. Luego de que Grace y yo habláramos con él, se ha mostrado más abierto. ¡Incluso sonrió! No sabía que el chico podía hacer eso.

Ambos reímos.

Norman

Decidí escabullirme del trabajo, e invadir el hogar de Evan, para charlar con él. Hasta ahora, es el único en mi círculo social que sabe lo de Judith y yo.

—Entonces sales con tu consuegra... —dice.

—Ajá —respondo, sentado en la barra de la cocina, con una copa de Martini.

—Si tu plan era seguir fastidiando a tu hijo, ¡felicidades! Ganaste. Te acuestas con su suegra.

—No tiene nada que ver con Edward. Evan, estoy enamorado de esa mujer.

—¿Hace cuánto la conoces? ¿Un mes? Seguramente menos. Es ridículo escucharte hablar así. Tú no eres de esos.

—Es difícil de explicar. Apenas lo entiendo también. Es que... es una persona especial.

—Se llama como tu esposa muerta. Tienes muy raros fetiches —agita su bebida.

—Nada de eso, idiota. Ella es lo opuesto a mí. Y es muy religiosa.

—Fetiches raros —repite.

—No. Es una mujer buena. Sana. De fe. Me da ternura que sea tan devota a sus creencias, y me parece espléndido que existan seres humanos como ella, con esa inocencia. Esa capacidad de creer. ¿Me entiendes? Su jovialidad y optimismo me hace... sentir bien. Vivo. Me pone feliz. Me da esperanza.

—No te habías expresado así de alguien en muchísimo tiempo... —eleva las cejas—. Incluso te sonrojaste.

—¿Qué? Cállate —desvío la mirada—. Debe ser el alcohol. Comencé a beber desde las nueve.

—Les deseo lo mejor, entonces. Me alegra que alguien más haya entrado a tu corazón —chocamos nuestras copas.

—El problema es... mi hijo y su esposito. No «aprueban» nuestra relación. No es que les haya pedido permiso, en primer lugar, pero temo que intenten frustrarlo de algún modo.

—Tomando en cuenta que si te casas con la mamá de tu yerno los convertiría en hermanastros... tal vez incluso yo estaría bastante contrariado. Es normal que reaccionen de ese modo. Pero relájate, dudo que puedan hacer algo al respecto para evitar que dos viejos se amen. No pienses que traman alguna conspiración en su contra.

—Tienes razón. Además, Edward tiene que aceptarlo. Yo acepté que se casara con un hombre —argumento con desagrado.

—Es tu culpa, por ser tan idiota. ¿Cómo no reconocer a la mamá de tu yerno?

—Sabes que jamás he sido cercano a ellos. Y esa boda fue hace más de una década. Obviamente no nos íbamos a conocer. 

Dos enamorados en patrulla 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora