C |11|

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   Cinco minutos después, Juggie me toma de la muñeca y nos dirigimos hacia la cocina, deteniéndonos al ver a Archie y Ronnie abrazándose.


—Perdón —se excusa mi pelinegro. Betts aparece por detrás de nosotros, avisa que solo viene por el helado y pregunta si todo va bien.

—Sí, no, es que no tengo tantas ganas de fiesta como de costumbre —explica, un poco decaída.

   Jug me suelta de la mano y se da media vuelta.

—Somos dos.

—Espera —lo corta la rubia, con evidente molestia—. No te habrás enojado en serio por haberte montado una fiesta, ¿no?

—Es bonito, Betty. Te lo agradezco. Es solo que me gustaría más si estuviéramos los cinco en el Pop's —le confiesa, encogiéndose de hombros—. Además, yo ya tenía planes con C —se voltea a verme con una ceja enarcada, atando cabos inexistentes—. ¿O solo era una mentira para traerme aquí?

   De un paso, estoy a su lado, negando frenéticamente.

—No, yo no sabía nada de ésto —agacho la mirada y mi lágrima pasa desapercibida. Odio las situaciones en las cuales le dan tantos nervios, porque me hacen llorar—. Tengo algo preparado, pero puede esperar.

—Siempre vamos al Pop's —se queja la rubia, queriendo hacerlo entrar en razón—

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—Siempre vamos al Pop's —se queja la rubia, queriendo hacerlo entrar en razón—. Quería, queríamos hacer algo especial.

—"El camino al infierno está hecho de buenas intenciones" —recita él, sacándola de sus cabales.

—¿Por qué contigo es todo pesimismo, Jug? —sus ojos revolotean tanto al decir eso que no tengo idea cómo no está mareada—. ¿Por qué las cosas no pueden ser normales por una vez?

   Vaya... tantos años de amistad y ella todavía no lo entiende, al parecer.

—Yo no soy normal —susurra de forma rápida—. No me han programado para ser normal.

   El timbre se hace escuchar y mis ojos parece que se saldrán de mis cuencas, ¿que han hecho?

—¿A cuánta gente has invitado a esta cosa, Betty?

—A nadie, solo al círculo íntimo, C —todos volteamos y nos dirigimos hacia la puerta. Me siento mal ya que es el cumpleaños de mi novio y no he hecho nada para detenerlos. Si tan solo me pudiera haber enterado, así les hablaba y los hacía entrar en razón de que ¡esto es una malísima idea! 

   Cheryl entra en la casa y nos mira con la peor cara de perra que nunca nos han dedicado. Es entonces cuando me arrepiento de haber sentido compasión por ella y por haberla abrazado.

 Es entonces cuando me arrepiento de haber sentido compasión por ella y por haberla abrazado

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Daboia Russell |Jughead Jones|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora