Daboia Russell |Jughead Jones|

C |64|

   Kevin nos avisa que es la hora de volver al estrado y todos nos levantamos. Pero por un impulso, tomo la muñeca de Jughead, quien voltea, sorprendido. Los chicos siguen a Kev mientras nosotros nos quedamos aquí, en medio de la escalera.

  —¿Eres feliz con ella? —mi pregunta lo toma con la guardia baja, pero asiente, cosa que provoca que le sonría felizmente, esta vez de verdad. Aunque no puedo eliminar el dolor de mi corazón al ver su confirmación—. Una última cosa, es más que nada una pregunta, haré lo que sea que elijas. ¿Me quieres al lado de ustedes cuatro o me alejo para siempre? Te entiendo completamente si no quieres que esté junto a ustedes... tendría sentido.

—¡Cam! ¿Cómo puedes si quiera cuestionarlo? —se encuentra anonadado, pero hace algo que me deja sin palabras. Me estrecha fuertemente entre sus brazos. Quería volver a recostarme en su hombro, pero no de esta forma—. Podremos haber dejado de ser novios, pero aún así eres mi mejor amiga, como una hermana, no quiero que te alejes, no otra vez... Me alegra mucho que te hayan declarado inocente. No podría haber dormido en paz si te hubieran encerrado. De todas formas, es mi culpa que hayas apretado el gatillo que terminó con la vida de Rister.

  —No duermo hace tres meses... —y no es que no lo hago por haberle quitado la vida a alguien, no pego un ojo por haber destruido su corazón—. Me alegra que las cosas puedan ser un poco parecidas a hace un año atrás. Me he estado manteniendo al tanto con las Serpientes, así que de seguro me pasaré a verlas cuanto antes.

   Remarco el año atrás, porque en dos semanas se cumpliría nuestro aniversario.    

  —Hay algo que debo decirte —se nota nervioso, pero lo suelta rápidamente a medida que caminamos para saber el juicio final de nuestro mejor amigo—. Betty es una de nosotros ahora.  

   ¡¿Por qué demonios ha hecho eso?! ¿Solo porque es su novia ha permitido que sea una Serpiente?

—Sabes perfectamente que es un blanco —lo riño, pero decido tomar un largo suspiro y antes de cruzar la puerta, le digo—. Te ayudaré a protegerla.

—Gracias.

   Tan solo pasamos cinco minutos sentados, yo entre medio de Cheryl y Fangs, que pasan el juicio al martes después del Día del Trabajo. O sea, le dan libertad a Arch para el fin de semana largo. 

   Estoy retirándome sumida en mis pensamientos, pegada a Fred y Archie cuando Hiram Lodge aparece, con una sonrisa triunfante. 

—Oye, Archie, que tengas un fin de semana estupendo —estoy por avanzar un paso pero Fred Andrews se me adelanta con un gran puñetazo en el mentón del millonario. Aprovecho toda la locura de la gente intentando separarlos para acercarme al padre de mi amiga.