Daboia Russell |Jughead Jones|

C |17|

   Estoy hablando por teléfono con Archie, quien lo hace por aquí aprovechando el único momento que tiene libre de Jug. Me comenta que éste último deberá irse a vivir con una familia de acogida en Southside en el fin de semana debido a que es menor y que su padre estará en prisión por 20 años y su madre está fuera del estado, cambiándose de escuela incluso. Le digo que hablaré con mis padres para ver si podríamos hacer los trámites antes de que él se tenga que ir y él me confiesa que ha ido a hablar con FP, por eso ha llegado tarde hoy. Le dijo que no debíamos permitir que se cerrara en él mismo, que él y yo debíamos contenerlo porque somos lo único que le queda.

   Doy la vuelta para llegar a mi casillero para guardar mis libros y lo que me encuentro me hace que mi móvil se deslice por mis dedos, cayéndose al suelo.

   Mi taquilla, está llena de mis artículos, con un mensaje con pintura roja que deja muy claro lo que dice. ¡VETE AL INFIERNO, SERPIENTE PUTA! Inclusive hay una muñeca que se supone que soy yo, sangrando. Betty y Polly se me acercan, observando la escena, anonadadas. Los flashes de los teléfonos y las cincuenta personas alrededor de mí me sofocan un poco. 

   Jughead aparece frente mío, tapándome la vista a lo que hay en mi casillero. Se lo ve asustado, o preocupado. Sé que en su mente lo único que pasa ahora mismo es el sentimiento de sacarme de aquí y ponerme en un lugar seguro. Sin embargo, quiere sacar a todos los que me están grabando a patadas.

—Cam —yo doy dos pasos para quitar esos malditos papeles y él me detiene, empujándome un poco hacia atrás intentando contenerme entre sus brazos—. C, oye, no...

—No, Jug, suéltame —no lo hace, a lo que yo forcejeo un poco y estiro el brazo—. Son sólo un par de idiotas que quieren asustarme con un poco de sangre, pero no lo han hecho.

   Me zafo de sus brazos y arranco las hojas ensangrentadas de la manera más tranquila que puedo, para aparentar de que ésto no me asusta. Mis manos se ponen rojas, pero yo guardo mis estúpidos libros y cuando bajo mi mirada hacia mis pegajosas manos, es ahí cuando Juggie decide estrecharme entre sus brazos, tomándome de la cara y  me arrastra fuera de aquí. Me obliga de forma pacífica que me lave las manos y así lo hago. Nos abrigamos para salir a la nieve y emprendemos camino a casa.