Mini-serie: La casita de Natsu (30)

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Tras ver su cara, Ume soltó una risotada, agarrándose el estómago. Natsu había palidecido, apenas mencionó, la palabra novia. ¡Era obvio que no quería ser su novia! ¡Por favor! Si Don Papi se enteraba, la desheredaba para toda la vida, y tendría que buscar un trabajo como el resto de los mortales. ¡Cuando tuviera dinero, poder y el visto bueno de Don Papi, ella obligaría a Natsu a casarse! Así lo tuviera que llevar al altar, a punta de escopeta.

— ¡¿De qué te ríes?! —Preguntó Natsu, enrojeciendo.
— Sólo bromeo contigo —dijo Ume, inhalando profundamente—. Todo está bien, Natsu. Seamos amigos. Por cierto: ¿Alguna vez, te preguntaste, qué cosas hace la gente rica en sus ratos de ocio?
— ¿Planes illuminatis, del nuevo orden mundial?
— ¿También crees en esas tonterías?
— Era una opción...

Se encogió de hombros, no sabía qué responder. Siempre imaginaba, que los ricos iban a clubs exclusivos, que compraban esclavos en el mercado negro o defecaban en sus inodoros de oro. Si no lo hacían, entonces, se le acabaron las ideas. ¿Él qué sabía? Era un chico de clase media, no le faltaba nada, pero tampoco sobraba demasiado.

— ¿Quieres ver? —Preguntó ella, sonriendo. — ¿Quieres ver lo que hacen los ricos? Te vas a sorprender, aunque, probablemente llegues a sospecharlo en algún momento. Piensa, piensa, es algo demasiado básico.
— No... No sé...
— ¡Entonces vamos! ¡Te enseñaré el mundo de los ricos!

Natsu sonrió nervioso, asintiendo con la cabeza, ya le daba miedo rechazar cualquier propuesta. Temía que llamara a los empleados de Don Papi, que estaban en el patio, disfrutando de la piscina y la barra de bebidas gratis. Lo saludaron cuando entró. Pero a la mínima orden, le saltarían encima, para darle patadas en la entrepierna. Y si Ume exageraba, esperarían a Don Papi, para dictar sentencia.

— ¡Jerall! ¡Ven aquí! —Gritó Ume.
— ¿Qué ocurre?

Gerardito entró en la casa, sonrojándose, por lo que veía en la televisión. Ella nunca le puso pausa al video. Intentó ignorar esa cosa, ya que no era de su incumbencia, lo que Ume mirara en sus ratos a solas.

— ¿Puedes llevarme con Hisui? A su casa de las afueras.
— Sólo no me pida entrar ahí...
— Hecho. No entras.

***

Fuera de lo que pensaban todos, los ricos no son personas completamente malas, que buscan dominar el mundo al pertenecer a una ''elite mundial de hombres-reptil''; sino que, al tener el dinero suficiente, se dan el lujo de satisfacer sus bajos instintos. El pensamiento más básico de la humanidad, aparte de comer y dormir, es fornicar con prospectos atractivos.

En algún punto de la historia, empezaron a surgir, esas hermosas personas que dejaron de lado el instinto de fornicar por tener crías fuertes y lo deformaron, a copular por dinero, bienes materiales y otras cosas. Esas personas hermosas y no tanto, que gozaban de caras agraciadas, se dieron cuenta que entre sus piernas; se hallaba una mina de oro.

Ahí, la gente rica, entendió que eran capaces de tenerlo todo. Excepto dinosaurios. Pero, en cuanto a sexo, eso sí estaba en sus posibilidades. Había los ricos normales: Esos que contratan prostitutas de lujo y prostitutos también; que hacían orgías en sus mansiones y realmente, no cometían ningún crimen. Luego, estaban los locos, que incluían a menores de edad; comprados en el mercado negro de internet y pues... Esa es una historia aparte...

En el caso de Hisui E. Fiore, una chiquilla de diecisiete años, conocida como ''la princesa Hisui''; ella era del tipo normal. Hacía sus orgías en privado, con sólo tres o cuatro invitados, de su círculo social más cercano. Esos amigos, podían llevar a un invitado, siempre y cuando lo compartieran. La única regla era: No hablar con nadie de lo que pasaba adentro. Y para asegurarse, de que todo fuera cumplido al pie de la letra, todos sabían los nombres y ubicación de los demás. Si alguien hablaba, quedaría manchado como el resto. Así que más valía, que cerraran bien el hocico y no se hicieran los cabroncillos.

— ¡Llegamos, Natsu!

Una hora de camino, para llegar a esa mansión, que parecía sacada de una película de terror. Natsu tragó saliva, mientras Jerall les abría la puerta. Dio el primer paso afuera y sintió, que sus calzones, bajaban lentamente. Dando un rápido vistazo atrás, se dio cuenta, que era Ume la que trataba de bajarle el pantalón.

***

¡Ya van treinta partes de la mini-serie!... Que ni debería llamarse ''mini'', porque la mera verdad, no sé cuánto vaya a durar :v ¡Espero les esté gustando! ¡Muchas gracias al lector que me recomendó meter a Hisui! Apenas leí ese nombre, me imaginé a la niña millonaria, que hace orgías... ¡Los próximos capítulos estarán RI-KI-SI-MOS! ¡Así que esperenlos con ansias! ¡Nos vemos en el próximo capítulo!  

Tú y yo (Natsu Dragneel harem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora