La casita de Natsu (50)

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— ¡¿Cómo es posible?!

Natsu señalaba constantemente la pantalla, haciendo un montón de preguntas y sonidos extraños, que a Anna le recordaban los chillidos de mono. En verdad, sin querer ser mala o grosera, trataba de entender lo que él le estaba diciendo.

— Natsu, habla más despacio, por favor —pidió amablemente.
— ¡¿Por qué ella ha crecido así?! —Preguntó, señalando la pantalla, donde se podía ver a Ume en sus veinticinco años. Era demasiado grande. Se veía demasiado adulta. ¿A dónde se había ido, la pequeña y malvada niñita, que iba volando a criminal internacional? ¡Ahora sí temía por su trasero! Si a la niña Ume le gustaba pateárselo, la adulta lo agarraría a latigazos; no le cabía la menor duda sobre ello.

<< Esto no me gusta para nada >> pensó, aterrado ante la posibilidad de verse envuelto con una Ume adulta

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<< Esto no me gusta para nada >> pensó, aterrado ante la posibilidad de verse envuelto con una Ume adulta. En la película, en ése futuro, se veía a sí mismo arreglando la casa; llevaba un mandil y unas pantuflas. Él era ama de casa y Ume, probablemente, se dedicaba a los negocios como sus padres; a esa conclusión llegaba al ver su ropa. Traje de negocios. No negaba que se veía muy bien, que el tiempo hizo algo bueno con su cuerpo y que a pesar de su rostro malvado, no dejaba de ser una mujer muy deseable. Pero el miedo seguía presente. Necesitaba ver un poco más.

Las escenas de una vida cotidiana, inundaron las pupilas de Natsu. Él se encargaba del hogar y de un bebé, el hijo de ambos, que tenía los mismos ojos de Natsu y los rasgos físicos de Ume; como la piel y el color de cabello, demostrando quién tenía los genes más fuertes. Ella se marchaba por las mañanas y regresaba siempre a las cinco y media. Desayunaban y cenaban juntos, como toda una familia. Por las noches, Ume se quedaba despierta hasta que el bebé y Natsu se dormían, luego se levantaba de la cama y duraba un rato navegando por internet, comiendo porquerías y bebiendo refresco. Al terminar sus asuntos, guardaba las evidencias en un cajón con llave y se metía en la cama, abrazando a Natsu. Su gesto de felicidad, era tan genuino, que Anna soltó un suspiro de ternura.

Pero el chico no creía en tanta belleza. Aun pensaba que habría algún truco en aquellas visiones.

— Ella te ama —dijo Anna.
— Porque soy el único que la aguanta...
— Oh, eso es cruel.
— Sólo digo la verdad —Natsu rodó los ojos, evitando seguir mirando su futuro con Ume—. No me lo tomes a mal. No digo que estar con ella sea malo, pero... Me ha hecho tantas cosas, que ahora, me cuesta creer que se va a comportar tan bien conmigo.
— Es una niña —Anna le palmeó la espalda—, sólo le gusta molestarte, no creo que sea realmente mala como tú piensas. Ella trata de llamar tu atención para que no la olvides.
— Lo sé. Por eso me molesta. Ella cree que la botaré de un momento a otro, como si no me conociera. Ella cree que yo soy malo. ¿No se da cuenta de que, si no la he denunciado a la policía por tortura psicológica, es porque realmente me gusta? Me enfada...

Anna soltó una risita, haciendo un esfuerzo por no carcajearse. Su buen humor, se vio interrumpido, cuando alguien desde la puerta de la sala le hizo señas de que saliera en ése momento. Ella se levantó de inmediato, porque sabía que si interrumpían algo tan importante como el visor del futuro, debía tratarse de algo muy serio. Le indicó a Natsu, que las películas se reproducirían de manera automática, así que sólo debía seguir viendo y ella le explicaría todo al terminar.

***

Igneel daba vueltas por la sala de espera, como un perro persiguiéndose la cola. Estaba desesperado. Nadie salía a darle noticias, ya eran las nueve de la noche, afuera granizaba y el reporte del clima, sobre que helaría; lo ponía mucho más nervioso. ¿Acaso el clima, el destino y sus pecados de vidas pasadas, conspiraron para que eso le ocurriera a Natsu? Aun se reclamaba a sí mismo, por no notar que él estaba enfermo; a pesar de que el doctor, le había explicado que existen casos raros, en que el apéndice no causa molestias tan graves y pasa inadvertida la situación de peligro. ''No ha sido culpa de nadie'' dijo el médico, tratando de calmar al padre; porque no quería un segundo paciente en urgencias.

— Tranquilo, papá —Zeref, junto a Mavis, lograron atraparlo y sentarlo para que bebiera un café—, nuestro niño saldrá de esto, se ha visto en situaciones peores... Siempre lo logra. Hoy no será una excepción.
— Nuca ha estado a punto de morir —Igneel tomó un sorbo de café, del que Mavis le ofrecía.
— Hay que confiar en los médicos —dijo Mavis—. Ellos fueron diez años a la universidad para esto. Saben lo que hacen.

En un sofá, Erza le mostraba videos de gatos a Juvia y Cana, manteniéndolas con la mente ocupada mientras esperaban. Jerall había llevado a Wendy, Ume y Acnologia a la cafetería, para que cenaran. Lucy y Dimaria, compraban en la máquina expendedora, discutiendo sobre si las barritas de chocolate son mejores que las de cereal. No tenían mucho qué hacer. Si no se mantenían ocupados, con lo que sea, empezarían a pensar tonterías sobre lo que podría suceder más adelante. Lo importante era mantener lejos los pensamientos pesimistas. No sacar conclusiones antes de tiempo. 

***

¡Gracias por leer! Aviso de una vez, que durante todo el día, trataré de subir las últimas partes de éste fanfic... Se acaba éste fin de semana. ¡Muchas gracias por haberme seguido a mí y a la historia del rosadito! Les dejo esa imagen de cómo es Ume a futuro y se viene el gran drama... ¡Nos vemos en el próximo episodio! 

Tú y yo (Natsu Dragneel harem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora