Capítulo 6: La misión (Parte 3, Final)

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Meredy no quiso esperar.

Jerall sabía que algo había pasado, durante el tiempo, que estuvo con Natsu en ese bosque. Algo estaba mal con ella. Esa frialdad, ante lo que pudiera pasar con el dragon Slayer, no era normal.

Por eso, en el momento que abandonaron Magnolia, insistió en que ella le contara lo ocurrido. Meredy rompió en llanto, cayendo de rodillas frente a su compañero y amigo. Él la dejó llorar por un largo rato, hasta que se quedó roja por la falta de aire y estuvo un poco más calmada, lo suficiente para contarle la verdad sobre los acontecimientos.

Tres días atrás, ambos pasaron por hambre y sed. En ese bosque, no crecía absolutamente nada. Era una tierra estéril. Decidieron seguir a una mofeta, que los llevó a un lago mágico, el cual tenía propiedades curativas y que sirvió para que recuperaran un poco de sus energías. Sin embargo, seguían teniendo hambre y Natsu insistía en hacerlo todo por sí misma, jurando que la mantendría a salvo.

Las horas pasaban, perdían un poco la esperanza, ya que el lugar no era tan grande como para no ser localizados en poco tiempo. No se movieron de ese lago, pues si lo hacían, probablemente entorpecerían la búsqueda de sus compañeros. Permanecieron acostados, agotados por la falta de nutrientes, deseando que algún animal les mostrase cómo era que lograban sobrevivir dentro del terreno.

Se quedaron dormidos. No pudieron aguantar. De alguna forma, sin magia, sufrían un agotamiento mucho más fuerte.

Meredy fue la primera en despertar, al atardecer. Vio con horror, el sol ocultándose a lo lejos, signo de que el demonio aparecería de nuevo y probablemente los estaría buscando. Después de todo, ella había sido la que mayor daño le causó e ignoró a los demás, con tal de alejarla de los otros; sabía que iba tras su rastro.

— ¡Natsu-san, despierta por favor! —Habló fuerte, moviéndolo. — ¡Ya casi anochece, tenemos que buscar donde escondernos!

No quedaba otra opción.

Natsu renegó al principio, alegando que incluso sin sus poderes, era perfectamente capaz de derrotar a ese demonio. Se sentó en el suelo, con los brazos cruzados, mirando en dirección a los árboles. El sol terminó por irse a dormir, dejando la penumbra de la noche.

— Natsu-san, por favor, vamos a...
— Prometí que te protegería —le interrumpió—, no voy a echarme atrás. Siempre cumplo mis promesas, sin importar las circunstancias. Ese demonio debe estar buscándote así que lo esperaré.

Meredy volvió a sentir un calor en su pecho, recordando las palabras de Ultear y por primera vez, el recuerdo de su madre adoptiva, no le afectó. No hubo una tristeza profunda ante la imagen de Ul, todo lo contrario, estaba contenta de que ella le dedicara esas palabras. Ahora lo comprendía.

Natsu, era esa persona que Ultear le dijo, aquella que la haría caminar hacia la luz y con la cual, iniciaría una nueva vida.

Tomada la decisión, visto todo de una forma tan clara; se sentó al lado de Natsu, sin decir ni una palabra. No necesitaba saberlo. No por ese momento, ya habría tiempo, para hablar de todo.

Y tal como esperaban, el demonio apareció. Sólo que, un poco diferente, o bueno, muy diferente. Su forma pasó a ser casi humana, exceptuando por las púas aún presentes en sus tobillos y muñecas, así como en rodillas y codos. Tenía el cabello largo y oscuro, de piel morena y vestía únicamente con un pantalón, dejando todo lo demás desnudo.

Natsu no pensó dos veces antes de atacar al demonio, tomándolo por sorpresa y haciéndolo estrellarse contra un árbol. Aun sin poder mágico, Natsu seguía siendo fuerte y capaz de defenderse, pero... ¿Por cuánto tiempo? El ser se incorporó de inmediato, respondiendo al golpe con una lluvia de espinas hacia ellos.

Consiguió retener a Meredy en el suelo y lanzar a Natsu dentro del agua. Salto sobre ella, con la boca abierta, dispuesto a perforarle la garganta. A pocos centímetros de lograrlo, Meredy notó algo raro en su cuerpo, se sentía mucho más ligera que antes; menos cansada. No pudo atribuirlo a dormir, no, era algo diferente a ello.

— ¡Maguilty Sodom! —Gritó, invocando sus espadas. ¡Tenía magia de nuevo, que bien!

Las espadas impactaron en el cuerpo del demonio, sacándole un grito de dolor y lo enviaron lejos de Meredy. Sacó las espinas de su ropa, preparándose para seguir luchando. Lo atacó con tres nuevas olas de espadas, dejándolo tirado en el suelo, aparentemente, sin vida. Estaba más que acostumbrada a destruir gremios oscuros, matar a sus integrantes y durante su tiempo como miembro de Grimoire Heart, hizo lo mismo con gremios legales. Sin embargo, en ese momento, pensó que algo no andaba bien.

Se dio la vuelta, preocupada porque Natsu no salía del agua. Apenas dio dos pasos, algo se encajó en medio de su pecho. Bajó la vista, mirando la punta de una espina, que sobresalía de su carne. Había sido atacada por la espalda. El dolor se apoderó de su cuerpo, no pudo respirar y cayó de boca sobre el pasto, con sangre escurriendo por su herida.

Una llamarada emergió del fondo del lago, Natsu también había recuperado su magia. O eso parecía. Meredy alzó la cabeza, veía borroso y rojo, pero apreciaba claramente que la piel del chico había cambiado. En algunos lugares, se veía como magma solidificado.

— Natsu-san...
— ¡¿Cómo te atreves?! —Gritó él, arremetiendo contra el demonio. Lo golpeó repetidas veces en la cabeza, la cual no soportó mucho y terminó sucumbiendo a la fuerza de los golpes. Con el último puñetazo, el cráneo de aquel monstruo, se rompió por completo y murió. Natsu soltó el cuerpo, no dijo nada más, sólo permaneció parado a espaldas de Meredy.

Transcurrieron un par de minutos, antes de que Natsu diera la vuelta y la mirara. Sus ojos y su cara daban miedo. << ¿Va a matarme también? >> pensó Meredy, resignándose a ello, pues con su herida no podría levantarse e intentar correr. Natsu se acercó, poniéndose de rodillas a un lado.

— Lo siento —pronunció él, para luego desmayarse.

Meredy extendió su mano, tratando de tocarlo. ¿Ambos morirían? ¿Se hallaban tan mal? Al menos, si no quedaba más futuro por delante, quería tomarle la mano.

— ¡Aquí están! ¡Los encontramos!

La voz de Lucy, alertó sus sentidos. La rubia, corrió en dirección a Natsu, junto a Happy y una mujer bastante mayor, de cabello rosa.

— ¡Meredy! —Jerall también estaba con ellos, la volteó, viendo su herida. — ¡Porlyusica-san, Meredy está herida! ¡Tiene un agujero en el pecho! Meredy... Meredy, no, no cierres los ojos...

***

Natsu despertó, estaba en la enfermería del gremio. Miró a los lados, encontrándose a Lucy y Happy, dormidos en una silla al lado de su cama. El resto de la habitación, se hallaba vacía.

— Veo que te recuperas rápido — Porlyusica entró, cargando unos frascos de medicina—. Eres bastante fuerte, ¿verdad?
— ¿Dónde está Meredy? —Preguntó, temiéndose lo peor.
—... Ella se ha ido con Jerall. Estaba peor que tú, pero insistió en que así era mejor para todos. Le he dejado ir, pero le di medicinas para su herida. Deberá estar bien en unos días. Ahora, preocúpate por ti.

<<Lo siento>> dijo en su mente, volviendo a recostarse. Una extraña sensación, se apoderó de Natsu. No era hambre, a pesar de que lo sentía en su estómago, se trataba de un vacío diferente. No había cumplido su promesa, ya que Meredy fue herida. Quería disculparse con ella.

***

— ¿Por qué quieres alejarte?

Jerall no lo entendía, a pesar de que hacía lo mismo con Erza: Mantenerse lejos para que estuviera a salvo.

— No es para siempre...

Meredy sonrió, tocando la herida en su pecho.

— Cuando logre expiar mis pecados, volveré para decirle lo que siento por él... Hasta entonces... ¡No dejaré que mi oscuridad lo toque y le haga daño! ¡Lo prometo!

Tú y yo (Natsu Dragneel harem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora