Capítulo 7: La visita del demonio (Parte 1)

3.1K 151 12
                                    


Natsu estaba acostado en el sofá, con la vista clavada en la ventana; por donde alcanzaba a ver el árbol. Arriba, bien agarrada de una rama, estaba Dimaria.

Desde dos años atrás, Lucy, Happy y él; visitaban, en las afueras de Fiore, a Brandish y Dimaria. Las encontraron en poco tiempo, a pesar de no tener ninguna pista. Y juraron, que sin importar lo que pasara, no dirían información de su paradero a nadie.

Brandish estuvo contenta, tanto como para admitir que quería a Lucy; que le guardaba mucho cariño, que deseaba su amistad. Ambas se volvieron grandes amigas, emulando la estrecha relación que tuvieron sus madres en el pasado.

Por otro lado, Dimaria, aun no superaba el miedo que le causaba la presencia de Natsu. Cada vez que él aparecía, ella salía corriendo despavorida; trepando en el árbol más grande que encontraba. Lo cual, considerando que vivía en un bosque, no era muy difícil.

A diez kilómetros, quedaba el pueblo más cercano, donde podían abastecerse de carne y medicinas. Gracias a la magia de Brandish, podían aumentar el tamaño de los alimentos, por lo que sólo acudían una vez cada dos semanas al poblado.

Y para pasar el tiempo, cultivaban vegetales y frutas, completando su canasta básica.

- No la entiendo, ni un poco -dijo Natsu.

Recordaba un poco, de lo que le había hecho a la rubia, cosas por las que pidió perdón. Primero quiso darle la mano y recibió una llave de lucha; en el segundo intento, trató de abrazarla por sorpresa, llevándose una patada en la entrepierna; que casi lo manda al hospital.

¿Qué opciones le quedaban? Pues, no muchas, excepto rendirse. Se conformaba, con que a gritos y a diez metros de distancia, ella le dijera ''Acepto tus disculpas''.

Dimaria, se regañaba a sí misma, por ceder ante el miedo y olvidar su orgullo. Quería venganza. Devolverle un poco de lo que le había hecho, porque sin importar lo que dijera, ella estaba segura que él quiso dañarla. Y no le interesaba perdonarlo o escucharlo decir que estaba apenado.

- ¡Venganza! ¡Venganza ahora!

Se dejó caer del palo, aterrizando de espaldas. Brandish, Lucy y el gato, se marcharon al pueblo a comprar las cosas para la cena. Tardarían, mucho. Tenía la oportunidad perfecta para hacerle algo. Si tomaba las bragas de Randi y se las plantaba en el bolso, quedaría como un depravado; no lo dejarían volver a su casa.

Entró a la cabaña, con una sonrisa de maldad en el rostro, pero lo que vio; disuadió por completo sus intenciones de perjudicarlo.

Natsu dormía a pierna suelta, roncando como un oso. La saliva le escurría por los labios, no llevaba el abrigo ni la bufanda encima. A los pocos segundos, sacudió la cabeza, sacándose las ideas de compasión.

- Vas a pagar, mocoso, vas a pagar -susurró, caminando de puntitas. Estiró la mano, primero, le jalaría el cabello hasta arrancárselo.
- ¡Ajá! -Natsu abrió los ojos, tomándole la muñeca. Mari gritó de terror, poniéndose pálida. Todo su valor, había desaparecido. - ¡¿Qué intentabas hacerme, pervertida?! ¡Querías tocarme mientras dormía!

La mujer no respondió. Su boca temblaba, sudaba frío y su corazón latía a mil por hora. Las piernas le fallaron, cayendo de rodillas, con la mirada extraviada. ¿Qué debía hacer en esa situación? Tenía miedo. ¿Dónde estaba Randi para salvarla del demonio?

- Hablemos -dijo él, mirándola fijamente-. Escucha, no quise hacerte daño, me salí de control. Pero tú tampoco fuiste una pobre víctima. Dejaste muy mal a Lucy. Los dos hicimos más, perdonémonos los dos, ¿sí?

- De... De...
- ¿Sí?
- ¡Demonio! ¡Demonio! -Chilló la rubia, removiéndose como un animal en cautiverio. - ¡Randi, ven a salvarme de este monstruo! ¡Auxilio!... ¡No, no la necesito! ¡Yo misma te derrotaré, malvado demonio!

Comenzaron a forcejear. Dimaria trataba de arañarlo, Natsu quería morderla. ¡Adiós miedo y adiós sentimientos de culpa! ¡El más fuerte tendría la razón! Natsu la empujó al suelo, envolviéndola con su bufanda. La maga no sabía de qué estaba hecha, pero no pudo moverse más. Trataba de soltarse, pero no deshacía el nudo.

- ¡Demonio, quieres robarme el alma!
- ¡No soy un demonio! ¡Soy Natsu!
- ¡Entonces quieres abusarme! ¡Yo no soy la rubia que anda contigo! ¡Ve a tocarla a ella! ¡No me gustan los chicos! ¡Mucho menos me gustas tú!

Fuertes declaraciones.

Natsu sonrió, bajando la cabeza en dirección a los pechos de Dimaria, hundió el rostro entre sus senos. Dimaria olía a azúcar, sonaba raro, pero era así. Sentía los golpeteos de su corazón; en un obvio signo de nerviosismo.

Dimaria, mantenía los ojos apretados, la boca cerrada y el cuerpo tenso. Gruñó, pasando saliva; empezaba a sentir mucho calor y un nudo en el estómago.

- Déjame -susurró, a punto de llorar-. Por favor, no me hagas nada, déjame. Vete. Vete.
- Shhh...

Natsu no hacía nada, sólo respiraba. Dimaria fue calmándose, poco a poco, deseando que todo terminara en ese momento. No, no había nada pervertido en sus acciones, sólo quería demostrarle lo que llevaba tanto tiempo diciendo: No era un peligro para ella.

- Tranquilízate, no pasa nada. Nada.

Dimaria lanzó un suspiro.

- ¿Va a pasar? -Preguntó, en voz baja.

Natsu levantó su cabeza, mirándola con los ojos llenos de duda.

- ¿Qué estás diciendo?...

***

La segunda parte, tendrá un momento un poco subida de tono, avisados quedan, flanecitos.

Tú y yo (Natsu Dragneel harem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora