Mini-serie: La casita de Natsu (17)

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— ¡Ay, Nasho, quien diría que eras tan agradable! ¡Casi te quiero besar!
— ¡Que me llamo Natsu, Don Papi!
— ¿Ya me dices ''Papi''? —Roberto lo picó en las costillas, haciéndole cosquillas. — ¡Que confiancitas tenemos ahora, Nasho! ¡Tomate otra, ándale!

Zeref, miraba horrorizado, como su hermanito bebía cerveza; sin tener la edad suficiente para ello. Pero no había nada que pudiera hacer. Era el marido de su jefa, un tipo que se veía peligroso, que lo podría mandar a un burdel en Tailandia; convertido en una mujer. No se arriesgaría a ello. Todavía no tenía hijos. Y algún día, cercano, esperaba tenerlos. Quería una bebita de cabello negro y ojos verdes, tan bonita como Mavis; y tan inteligente como ella. Era su sueño.

Natsu y Don Papi, se levantaron y comenzaron a bailar, bien pegaditos. Riendose a carcajadas. Ayami les aplaudía, gritando '' ¡Mucha ropa! ¡Mucha ropa!'' y Cana, junto a Erza y Juvia, le hacían segunda con sus gritos y aplausos. Don Papi soltó a Natsu, haciéndolo caer, para empezar a quitarse la ropa lentamente; con la habilidad de un stripper. Lucy se tapó la cara, mientras que Dimaria, sacó unos cuantos billetes. Ya que se le estaba dando la oportunidad, de ver a un hombre extranjero y guapo, bailando morbosamente, ¿por qué no aprovecharla?

— ¡Oigan! ¡Yo también puedo! —Gritó Natsu, quitándose las bermudas. Afortunadamente, todos estaban en el hotel cuatro estrellas, no en la playa. Y había cierta privacidad, porque gracias a Don Papi y su aura, les dieron la suite grande del último piso. — ¡A mí también dame dinero, Dimaria! ¡¿O no te parezco tan bueno?!

<<Cállate, Natsu, me pones en evidencia>> pensó Dimaria, negándose a contestar la pregunta; le daba vergüenza. Y una voz, profunda y melodiosa en su cabeza, le dijo: '' ¿Y no te dio vergüenza, cogerte a tu propio hijastro, bastarda?'' Por lo que, lo que debía hacer, era más que claro. La pena no le llevaría a ningún lado. Ninguno.

En contra de la moral y las buenas costumbres, sacó más billetes y se los puso a Natsu en la ropa interior, cubriéndose la cara con la mano libre que le quedaba. Zeref quiso jalarle el cabello. Esa vieja estaba pervirtiendo a su hermano.

— Oye, Mavis, no me siento có...
— ¡Sacude lo que tiene arena, sacude lo que tiene arena!

Para su horror, Mavis, su pequeña esposa, se había subido a una mesa y lanzaba dólares sobre Natsu, en forma de lluvia. Zeref se indignó, levantándose del asiento, prefirió marcharse antes que seguir viendo eso; no se enojaba por las acciones de su esposa, porque la creía incapaz de serle infiel, pero le molestaba que no hubiera tenido la responsabilidad de parar con el alcohol, antes de emborracharse. Ya le daría un baño de agua fría después.

— ¡Mamá! ¡Detén a papi! —Susurró Yume, sonrojada por lo que veía.
— ¿Por qué? —Preguntó la madre. — Sí se ve tan lindo. Míralo, se conserva bien, ni parece que va para los cuarenta años. Además, prefiero que les coquetee a chicas en mi presencia, cuando puedo ver lo que hace, que a escondidas. Diviértete, hija, mira a tu amiguito bailar. También se sabe mover con gracia. Espera a que se quite el calzón.

Don Papi movía las nalgas, como si tuviera, una licuadora pegada al culo. Y Natsu, el pequeño e inexperto, también las sacudía, imitandolo.

— Nasho, un consejo —dijo Don Papi—: Para que una mujer, esté siempre feliz, debes tenerla bien económicamente, darle mucho amor y unas buenas cogidotas diarias. Si te falla alguna de ellas, ten por seguro, que se va a ir a buscarlo fuera de la casa.
— ¡Amén! —Gritó Mavis, alzando los brazos. — ¡Don Papi sabe lo que dice! ¡Lo confirmo!

Las presentes, excepto Ume, pensaron que Mavis lo confirmaba; porque su esposo la tenía así de bien atendida en todos los sentidos. Nadie sabía que fallaba la última y que, la persona que la hacía feliz en ese sentido, era el ebrio de cabello rosado. En fin, tampoco es que necesitaran saberlo, porque no eran amigas íntimas ni nada parecido.

Sólo un montón de mujeres, que tenían a un chico en común, que les hacía sus favorcitos a cambio de nada. Natsu era tan bueno. Tan buena persona. Ah, se iría al cielo, con todo y zapatos. Eso era seguro. Si es que, follarte a la esposa de tu hermano, no es un pecado mortal.

Wendy, observaba todo, con la boca abierta. No porque le gustara, sino que, estaba completamente impactada. ¿Cómo terminó metida ahí? ¿Por qué continuaba dentro de la suite? ¡Tenía que escapar en ese momento! Discretamente, trató de levantarse, pero alguien la jaló de vuelta al asiento. Al ver a la izquierda, esperaba encontrar la mano de Ume-chan en su falda, pero no. Era la mano de Acnologia. Un escalofrío le recorrió la espalda.

— Señorita —Minerva le susurró al oído—, ¿no deberíamos irnos?
— Puedes divertirte, Minerva —dijo Ume, levantando el pulgar—. No me molesta. Ver a mi papá encuerándose, no es nada que vaya a traumarme. Siempre escucho los gritos de mamá en la madrugada, parece que se la están ''madreando'', pero en realidad, sólo la están clavando demasiado fuerte.

Bueno, dada la luz verde, Minerva no rechazó el permiso. Fue directo a Natsu, sin darse cuenta, que Erza hacía lo mismo. Ambas nalguearon a Natsu: Erza a la derecha, Minerva a la izquierda. Le sacaron un grito fuerte y llamaron la atención de todas.

— ¿Qué te pasa, señora? —Preguntó Erza, sonriendo. — Natsu es mío.
— La propiedad no me interesa —respondió Minerva.
— Oigan ustedes —Mavis se puso de pie—: No toquen a mi cuñado.
— Niñas, dejen a mi hijo —Dimaria se acercó—. Es pequeño todavía.
— Natsu no es tuyo, Erza —Cana no se quedaría fuera—. Es mío.
— Todas se equivocan —Lucy, sacó su carácter, por primera vez—. Natsu es sólo para mí.
— Parece que tenemos un problema —Y Yume, no se quedó atrás—. Señoritas, ¿qué hacemos ahora?

Don Papi, miró a su hija menor, esperando que hiciera algo. No le gustaba la idea, de que estuviera enamorada de Natsu, pero le encantaba verla toda fierecita. Ume lanzó una botella contra la pared, esparciendo el líquido y los vidrios por el suelo.

— Natsu es sólo mío —dijo Ume, mirándolas a todas—. Y la que no quiera creerlo, ahora mismo, nos podemos desgreñar. La que quede menos pelona y aruñada, se lo queda.

***

¡Esto se va a descontrolar! ¡Se van a machetear!... Ok, no xD pero si va a pasar algo. ¿Les está gustando el fanfic? ¡Gracias por leer! ¡En la madrugada o mañana, publico de nuevo! ¡Nos vemos en el próximo episodio: Cuando las elfas se atacan! 

Tú y yo (Natsu Dragneel harem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora