Capítulo 1: Un trabajo aburrido (NaLu)

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—Entonces... Usted va a la ciudad...
—Efectivamente, quiero conocer chicas dispuestas a todos. Si es que saben a lo que me refiero, niños.

Lucy lo entendió bien, esperaba que Natsu igual, porque pasaba de explicarle con peras y manzanas. Bastaba con que asintiera por compromiso. Happy puso una cara de cómplice con el hombre. Al menos, a uno de esos tontos, no debía hacerle de profesora en doble sentido.

—Entonces, por favor, cuiden mi granja. Estaré fuera por tres noches. Pueden comer lo que gusten de la cocina, sólo no toquen los cultivos. Me voy ahora.

El anciano, iba bien vestido, con un traje negro y un sombrero de copa. Lo despidieron, asegurándole que nada malo pasaría, así que podía irse tranquilo. Subió al carruaje, escuchándose sus risas mientras avanzaba. Lucy sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Esperaba lo peor de ese trabajo.

Antes de que anocheciera, metieron a los animales en el establo; le dieron de comer a los puercos y arreglaron el techo del granero, pues había un hueco y esa noche llovería. Para sorpresa de Lucy, el tiempo pasó tranquilo, sin que Natsu o Happy hicieran algún desastre a gran escala. Y la lluvia, no era tan fuerte, pero caía mucha. Era una noche normal.

Y aburrida.

Nunca pensó extrañar el ruido, los pleitos y ese ánimo tan jovial de sus trabajos. A veces, rogaba por tranquilidad, ahora deseaba deshacerse de ella. Cuánta contradicción.

Ella y Natsu estaban sentados en la mesa de la cocina, comiendo maíz y patatas. Natsu dio un trago de leche a su vaso y se recostó en la mesa, bufando. Él también se hallaba muy aburrido, pero se prometió a sí mismo, no causarle problemas a Lucy. Sabía que ella no tenía dinero suficiente para pagar su renta ese mes, si provocaba un desperfecto, les bajarían la paga y Lucy no podría dar el dinero a su casera.

—Oye, Natsu—llamó la rubia, tocando su hombro—. ¿Quieres conversar o...?
—Juguemos a algo—dijo él, levantando la cabeza—. ¿A qué sabes jugar, Lucy?
—Ah... Pues...

Buena pregunta. ¿A qué podían jugar? Ya no eran un par de niños, pero sin Happy para hacer comentarios ingeniosos, no había demasiado en que entretenerse. El exceed dormía tranquilamente en un sofá, abrazado a un pescado crudo y nombrando constantemente a Charle.

— ¿Qué tal a las escondidas?
—Suena bien—Natsu sonrió, levantándose para ponerse contra la pared, con los ojos tapados—. Uno, dos, tres...

Lucy corrió a esconderse, metiéndose dentro de un armario del segundo piso. Se quedó en silencio y quieta, Podía ser la situación, pero se sentía dentro de un libro de terror. Como una chica escondiéndose de un agresor. Sin embargo, eso era tonto, porque sabía que Natsu no la dañaría.

—Pero es capaz de... ¡No, ni hablar! —gritó, al pensar en una cosa pervertida. ¡Natsu no era así! A veces se comportaba como un demonio, la molestaba y le tocaba un poco, aun así, ella lo veía como un niño curioso.

¿Y si ella lo provocaba un poco? ¿Reaccionaría como cualquier hombre? Ok, sus intentos de seducción nunca acababan bien, rara vez resultaban; pero no perdía nada con probar. Era una simple inquietud de chica. Nada malo.

Natsu se guiaba por su olfato, siguiendo el aroma de Lucy. Ese olor lo llevó a una habitación, a olfatear el ropero y meter la mano para sacarla. La jaló de la muñeca, haciéndola salir de ahí. Con una sonrisa triunfante, dijo:

— ¡Te encontré!
—Sí, Natsu, soy tuya—susurró Lucy.

¡¿Qué acababa de decir?! Sus mejillas se tiñeron de rojo, no cabía en sí misma de la vergüenza. Su estómago era víctima de un cosquilleo intenso. ¿Eso lo estaba provocando Natsu? Algo andaba muy mal consigo. Definitivamente.

— ¿Qué dijiste, Lucy?

¡Salvada! ¡Salvada por los pelos!

—... ¡Que me toca contar!

Tú y yo (Natsu Dragneel harem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora