Capitulo 9 Laura

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Decir que Pablo desestabilizaba mí mundo era demasiado.

¿Cómo alguien que solo conoces hace cuatro días puede hacerlo?

Pero sentía que lo lograba.
Éramos el agua y el aceite, se notaba a lo lejos.
Él era el típico hombre que se tomaba todo a la ligera, que no tenía un plan a futuro, ni una rutina establecida. Él era todo lo que yo siempre quise ser.

“vivir la vida con libre albedrió”. Eso me proponía cada año nuevo, pero me era imposible cumplirlo.

El 2 de enero, ya tenía en mis manos la agenda que utilizaría ese año, con las rutinas establecidas.

Los horarios del gimnasio, la dieta que utilizaría para mantener mi peso, el regalo que le daría a Germán en las fechas especiales, a quien invitaría a mi cumpleaños. En fin. Planeaba cada detalle de mi nuevo año. Lo único que tenía permitido salir de la rutina eran las enfermedades de la época.

Ahora bien ¿A qué voy con esto? Es que llevo 4 días acá y mí vecino hizo que me emborrachara, que hablara de más, falte al trabajo y lo que sobrepasaba cualquier cosa es que haya compartido cama con otro hombre.
Pensé que ya el destino había hecho suficiente separándome de Germán y hacer que borre media programación de la agenda, cuando me  hace chocar contra Pablo en las escaleras de lo sería mi nueva casa.

Tome la agenda 2017 y fui a la hoja donde tenía detallado los ahorros y anote que sacaría $1.000 para…y eso lo escribí con mayúscula <DIVERSIÓN>

Fui hasta la alcancía y saque la cantidad que anote.

Ya estaba casi lista cuando Pablo grita

—¡Vámonos!— Desde el lado de afuera.

Salí y estaba esperando a que llegara el ascensor con las manos en el bolsillo, cantando bajito.

—¿Es seguro bajar en eso? Creo que es de la época colonial

De verdad tenía miedo a ese ascensor, lo abrí el primer día y tuve la sensación de que se iba a desfondar si subía con mis maletas.

—Llevo años viviendo acá y nunca paso nada— se encogió de hombros en un gesto tan infantil.

El ruido que hizo el ascensor al llegar me causo escalofríos. Pablo sin inmutarse abrió las puertas y me hizo un gesto para que pasar.

Me clave al suelo, no pensaba subir ¡no señores!

—Vamos Laura, piensa en  que si pasa algo estaremos juntos— sonrió

—Tu conclusión me tranquiliza— entrelazó nuestros dedos  y tiro de mí.

Solo camine porque la sensación de su mano junto a la mía  era placentera.
Esa sensación duró hasta que bajamos, ya que en ningún momento me soltó

—Para darte valor— dijo.

No sé si me dio valor o no, solo sé que me distrajo, de eso estaba segura.

¿Por qué se me cruzo por la cabeza de que iríamos a un buen restaurante?

Nos encontrábamos en la fila de un local de comidas rápidas.

Delante nuestro había madres con sus hijos, que no paraban de corretear de aquí para allá. Parejas abrazadas disfrutando de su cita. Hombre y mujeres con traje que pedían café cargado y se iban. Yo los observaba a todos con cierto recelo.
Cada cual en su mundo, cada uno de ellos con su vida formada.
Y yo…que sin Germán me  sentía como un pajarito al que después  de muchos años le abrieron la jaula y olvido como volar.

Un sutil codazo a mi costado hizo que volviera a la realidad. Mire a Pablo

—¿sabes en lo que estaba pensando?— preguntó

Mi vecino...Mi Cupido  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora