Capítulo 12 Pablo

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Deje a Laura en su departamento  y me dirigí al mío a paso lento, como alargando el momento para no alejarme de ella.

Cuando entre y mire todo a mí alrededor me di cuenta de lo desordenado que estaba todo el lugar.
Me dio vergüenza pensar que podría venir un día o una noche Laura y ver el desorden en el que vivía.
Así qué hice lo que debí hacer  desde que me mude acá <limpiar>

Si hay algún recuerdo en mí de mí madre, después de tanto tiempo, es el limpiar con música

— Es más  divertido Pablito— me decía cada vez que quería que ordenara mi habitación.

Encendía el equipo de música, sintonizaba alguna estación que pasara buena música y subía el volumen

— En media hora paso a ver como quedo— me revolvía el cabello y se iba.

Yo me fastidiaba, pero ese fastidio pasaba rápido cuando sonaba por la radio la canción que me gustaba. Subía a todo volumen el equipo y comenzaba a levantar del suelo, ropa sucia, las revistas, zapatillas, etc.

Sonreí al recordar los momentos que viví junto a ella, los pocos que me dejo antes de irse con su amante vaya uno a saber donde, dejando a mi papá solo, con un preadolescente malhumorado que trataba de llamar la atención constantemente.

Aún así, a pesar de que me dejo solo. Nos dejo solos…, no puedo evitar quererla y sonreír con su recuerdo.

Y es triste decir que aun con 27 años espero que venga y me diga:

— Pablito, estoy orgullosa del hombre en el que te convertiste.

Espero poder verla algún día para que me diga eso, y preguntarle si en realidad era tan mal hijo que se fue sin siquiera despedirse.

Me estaba poniendo melancólico así que despabile.

Junte ropa del suelo, que creo que ya no me entraría, o peor…, estaba tan pasada de moda que hice un viaje al 2000, donde se usaba los jeans rotos con la remera de los Roling Stone.
Menos mal que no era tiempo de redes sociales porque sería una bazofia tener una foto así vestido.
Entre la ropa sucia, los vasos, las latas de cerveza (vacías por supuesto) paquetes de cigarrillos, encontré $250  en cambio y monedas.
Lo que quería decir que recibí pago por parte de mi departamento por haberle hecho este favor.

Estaba a punto de barrer cuando escuche los acordes que salían de la radio, era la canción de Rata Blanca “mujer amante”.
Corrí hasta el equipo de música y lo subí a todo volumen. De repente la escoba se convirtió en mi guitarra eléctrica, no sé por qué no tomé la de verdad…, supongo que era más divertido tocar una de manera imaginaria.

Me pare en medio del salón y comencé a cantar junto a Rata Blanca

— Siento el calor de toda tu piel en mi cuerpo otra vez, estrella fugaz que enciende mi ser misteriosa mujer…

En el momento del estribillo ya estaba subido a la cama. Sacudiendo la cabeza y tocando mi escoba como si de eso dependiera mi vida.

— Quiero saber si en verdad a mí lado estas, solo el amor que tú me das me ayudara…

El concierto se me fue un poco de las manos debo admitirlo…termine tirando cosas al suelo, y desordenando aún más la habitación. Pero valía la pena. Lo juro.

Cuando estaba a punto de terminar me arrodille en el piso, tire hacia atrás mi cabeza y fingí tocar la “guitarra/escoba con los dientes”.

Un concierto de LA PUTA MADRE.

— Y con esa canción nos despedimos hermosa Buenos Aires y no se olviden de sintonizarnos mañana a la misma hora.

El locutor me saco de mi locura temporal aunque los aplausos provenientes del departamento contiguo también hicieron su efecto.
Estaba rojo o al menos eso creo ya que mis mejillas ardían a más no poder.
Mire a mí alrededor confirmando que solo me haya oído y no visto en una situación tan vergonzosa.
No soy de ponerme nervioso ante ninguna situación pero no sé porque me dio vergüenza pensar que Laura me había visto haciendo el ridículo.

Mi vecino...Mi Cupido  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora