El paraíso. Eso era Brasil.
Por el amor de Dios, llevaba aquí apenas unas horas y ya me sentía tan bien.
El taxi que tome en el aeropuerto me llevaría directamente al hotel donde me hospedaría, pero aun así mientras íbamos camino a él disfrute del paisaje.
El turista que todos llevamos dentro salió la luz cuando vi al Cristo Redentor. Le pedí al taxista que bajara la velocidad así podría sacarle una foto con mi celular.
Agradecí que el conductor entendiera castellano y no solo entendiera el portugués. Nunca fue mi fuerte. Y Miriam que lo hablaba a la perfección cuando pedí su ayuda un año atrás para perfeccionarlo, solo me enseño a pedir bebidas alcohólicas
— Es lo único que necesitas saber. Como pedir un caipiriña minina.
Por los menos sabía que no iba a tener problemas para tomarme un trago cuando este se me apeteciera.
Lo primero que hice al pisar suelo brasileño fue buscar en google cuanto salía el cambio de moneda. Así que al sacar mis maletas de la cinta transportadora fui directo a la casa de cambio que había dentro del mismo.
Tuve en mi poder en cuestión de minutos unos cuantos Reales.
Cuando comprendí el valor del mismo me quede más tranquila y subí a ese taxi dispuesta a llevarme el mundo por delante. Bueno no sé si el mundo, pero Brasil seguro.
Disfrute lo que restaba del viaje.
Pasamos por una playa preciosa. Baje la ventanilla del auto, el calor que hacía ya se empezaba a sentir pero sentías cierto alivio cada vez que corría esa brisa que arrastraba con ella el olor al mar.
Justo en la orilla de esa playa había unas cuantas personas disfrutando de ese paraíso a pesar de ser las siete de la mañana.
Un poco más alejados vi una pareja que caminada tomados de las manos pateando la arena.
Él llevaba una guitarra a su espalda y vestía solo un short con flores y ella tenía un hermoso vestido playero color turquesa.
Y justo en ese instante les cambie la personalidad y pasamos a ser Pablo y yo.
Nos imagine tomado de las manos caminando justo por allí, hablando seguramente de la buena música que me faltaba oír.
Pablo me hablaría de Soda Stereo, de Luis Spinetta, de Charly Garcí..., y me haría escuchar a cada uno de ellos contándome que tema los hizo famosos y cual no podía morirme sin haberlos escuchado antes.
Me pondría un auricular con mimo mientras él utilizaba el otro y me sonreiría con expectativa esperando que le dijera
— Es hermoso ¿Cómo no los escuche antes?
— Cada canción llega a tu vida en el momento justo. No eliges la música..., la música te elige a ti.
El bocinazo me devolvió a la realidad. Estaba tan pérdida en mis pensamientos, en mi imaginación que no me di cuenta de cómo se había cargado de autos la carretera
— O tráfego é louco. Desculpé senhorita— dijo el conductor.
Yo solo asentí. Le había entendido lo que quería decirme.
Tardamos unos 15 minutos en salir de ese embotellamiento pero no me queje. Todo lo contrario me relaje tanto que recosté mi espalda sobre el asiento y me dispuse a disfrutar del aire nuevo que entraba por la ventanilla.
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El hotel era de cuento. Solo el recibidor era mas grande que nuestro edificio.Tenía la habitación 208 con vista al mar.
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Mi vecino...Mi Cupido
Teen FictionLaura se encuentra a sus 25 años sola y con un montón de cajas a sus pies . Su novio con el que salió los últimos seis años de su vida acaba de dejarla. Laura asegura que Cupido se ensaño con ella, lleva la cuenta de la cantidad de veces que le romp...