Capitulo 30 Pablo

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Baje corriendo por las escaleras, iba a detenerla, no podía irse así teníamos que hablar.

Llegue sin aliento al portal y ya no estaba.

Me quemaba el pecho, aunque no sabía si por la falta de aire o por el miedo que me daba perderla.

Busque desesperado mi celular e intente llamarla varias veces, pero cada una de esas llamadas me mando directo al buzón de voz

— ¡Mierda Laura! — corrí nuevamente hacia el piso.

Hice lo más estúpido que se me ocurrió..., fui hasta mi balcón y calcule si podría llegar al suyo sin morir en el intento.

Calcule que había un 80% de posibilidad de caerme y un 20% de lograrlo.

La verdad..., me basto con ese 20%.

Saque mi pie por el barandal y al escuchar como crujió bajo mi peso baje esa posibilidad a un 5%. No lo pensé mucho más y salte.

Logre llegar hasta el balcón que le pertenecía a Laura, donde había un tacho de basura a medio llenar con hojas que caían del árbol que estaba en la vereda del edificio y una planta que había visto días mejores, creo que la jardinería no era lo suyo.

Forcejee un poco con la ventana y después de varios intentos fallidos cedió. Entre y vi todo en su lugar a excepción de su ropero que estaba casi vacío...

La cama estaba armada de manera impetuosa, había dejado platos secándose en el fregadero.

Fui hasta el baño y no había nada él. Ni las cremas, ni los maquillajes que ella solía tener acomodados en un mueblecito justo al lado del espejo.

Lo más triste fue ver el cepillo de dientes que yo usaba tirado en el tacho de basura.

Era la forma de Laura de decirme que ya no me quería en su vida, que me odiaba y yo me lo merecía por completo.

1 SEMANA DESPUÉS.

Siete días van desde que vi a Laura subirse a ese auto y marcharse. Intente comunicarme con ella varias veces pero no lo logre.

Me bloqueo de whatsapp, de facebook, de instagram aunque casi ni lo usaba. Tengo la leve sospecha de que desvió mis llamadas porque cada vez que intento hacerlo van directo al buzón de voz.

Supe al segundo día por Miriam de que había viajado a Brasil por cuestiones de trabajo. Había una feria del libro o algo así y fue con su editorial.

Le pregunte si sabía cuanto tiempo le tomaría y solo se encogió de hombros y negó con la cabeza. Creo que me conto donde estaba porque me veía desesperado por saber de ella.

Me tocaba esperar a que volviera y esa espera me mataba.

La necesitaba mucho..., necesitaba de sus consejos, de sus abrazos que curan el alma mas herida. Pero sobre todo necesitaba que me perdonara.

Durante su ausencia trate de poner en orden mi vida para poder demostrarle que había cambiado.

Y una de las cosas que debía acomodar en ella con urgencia era el tema de mi madre.

Como todo lo que hacía, no lo pensé demasiado y la visita al hospital fue igual.

Mentalmente no estaba preparado para encontrarme lo que vi al llegar....

Salía de la discográfica un poco más temprano de lo habitual y como era costumbre durante esta semana no tenía hambre así que no me quede a comer con los chicos y decidí ir directo a casa.

Un corte en plena 9 de julio hizo que el taxi buscar una calle alternativa para llegar hasta el destino que le indique.

Pasamos justo por en frente del hospital donde Julián me había dicho que estaba internada. Fueron dos segundos en lo que le pedí al taxista que frenara y me baje.

Mi vecino...Mi Cupido  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora