Capitulo 28 Pablo

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Miriam se fue pasada la media noche. Salí a acompañarla a que tomara un taxi hasta la calla.

En momentos como este dudo del porqué no me compro un auto

— Avísame cuando llegues— dije mientras paraba un taxi que venía a una cuadra de distancia

— Sí papá— la mire y negué con la cabeza— y recuerda todo lo que estuvimos hablando. Espero que me hagas caso aunque sea una vez.

— Sí lo hare...¿y con Laura? ¿Hago lo que me dijiste también?— necesitaba que me lo repitiera para tratar de convérseme de que estaba haciendo lo correcto

— Dale tiempo Pablo. Laura necesita tiempo para ciertas cosas, la conozco y debe estar dolida por todo lo que sucedió entre ustedes— acomodo su cartera más arriba en su hombro

— Pero...quizá si le pido disculpas no tarde en perdonarme— metí mis manos en los bolsillos del pantalón cuando veo que el taxi ya frenaba justo al lado de nosotros.

— Quizá...— me dio un beso en la mejilla y subió— nos vemos mañana.

Cerré la puerta del auto y me aleje para que arrancara.

Volvía sobre mis pasos cuando la figura menuda de Sofía se para justo frente de mí.

— Hola guapo— sonrió mostrando sus dientes

Venia vestida bastante normalita. Llevaba unos jeans oscuros con un par de cortes en sus piernas, una remera blanca con la campera de cuero marrón. Obviamente subida a unos zapatos de plataforma a juego con la campera.

— Sofí ¿qué haces por acá? El barrio no es muy seguro a estas horas

— Sabía que mi héroe andaba por aquí— no pude evitar sonreírle. La atraje hasta mí y le di un abrazo.

Cuando me aleje de ella ya se había colgado a mi cuello para intentar besarme.

Le di un empujón leve tomándola de los hombros para evitar el contacto

— Hoy no Sofía..., hoy no puedo— se sonrojo. Le había dado vergüenza el sentirse rechazada

— Lo siento colega— se giro y estaba por marcharse

— No te vayas así..., vamos sube conmigo, tengo un par de cervezas frías en la heladera.

Se encogió de hombros y siguió mis pasos.

Subimos en silencio por el ascensor. Cuando llegamos al piso me pareció escuchar que alguien estaba caminando por el departamento de la vecina. Ya estaba a punto de ir a tocar su puerta cuando Sofía me detiene el paso y dijo en tono divertido

— Campeón ese no es tu departamento. Ni tomaste y ya estas mal

Asentí y me deje guiar hasta mi casa. Ya tendría tiempo de aclarar las cosas con Laura.

Apenas entramos Sofía se saco los zapatos dejándolos al costado de la puerta de entrada.

Sin esos tacos llegaría como mucho al metro cincuenta.

Corrió hasta el escritorio donde estaba conectada la computadora, se sentó en la silla giratoria y la prendió. Mientras esperaba a que encendiera tomo la mi guitarra y comenzó a tocar unos acordes.

Deje de observar lo que hacía y fui en busca de esas cervezas que tenía en la heladera.

Un golpe de algo cayéndose del otro lado de la pared hizo que tratara de agudizar el oído, pero el sonido de la guitarra invadía todo el departamento.

No pedí que dejara de hacerlo ya que pretendía que Laura viniera con toda su mala leche a pedirnos que hagamos silencio, que tenía que dormir.

Convencido de que si hacíamos más ruido mi vecina vendría más rápido le propuse cantar un tema.

Mi vecino...Mi Cupido  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora