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— La verdad es que me cuesta entender a que punto quieres llegar, Nigel — expresó Victoria justo en el momento que subió su pie derecho sobre las piernas dobladas de Clarence. El rubio simplemente sonrió y acomodó mejor el pie de la castaña sobre sus muslos. 

— ¿Qué tan difícil es esta situación? Es un simple y estúpido baile que hacen anualmente en esta porqueria de lugar  — respondió el castaño mientras tomó entre  su mano derecha la manzana rojiza que había en su bandeja. Luego miró a su melliza.

Berenice simplemente tenía su mirada clavada en el vacío, sosteniendo sus mejillas  con desinterés. Conrad  estaba cruzado de brazos, aburrido mientras escuchaba a los mellizos Fitzgerald parlotear. 

— Y bien ¿ustedes irán al baile? — preguntó Victoria aparentemente interesada — Tengo un vestido en casa que se me da bastante la gana de usar. 

— Iras tu sola, o bueno, apuesto que a Clarence le gustará dar bastante farándula, ¿no? —  expresó Conrad. 

— Yo voy, no por gusto. Mamá amenazó con que debía de ir o si no, me podía ir olvidando del mustang — contestó Clarence mientras que su mano ágil acarició el tobillo de Victoria. 

Nigel no era tonto, pues bien, sabía que su hermana simplemente se estaba aprovechando de Clarence y este no perdía ni una sola oportunidad. No iba a hacer el drama del hermano defendiendo a su hermana, no, esas ridiculeces no iban con él. Sabía perfectamente que Victoria ya no era una niña y bien, ella podía sola con sus asuntos. 

— Berenice ¿tú no vendrás? — preguntó Victoria a la vez que posó su mirada escrutadora sobre  su prima. 

— No lo se. Tal vez me pase lo de Clarence y mamá me obligue. No se imaginan lo harto que es escucharla decir "tienes que dar una buena cara querida, sonríe y preséntate". Por otro lado, no nos digamos mentiras — posó su mirada sobre Conrad —  Tu padre te obligará a ir, ya que es como presentarte en sociedad para el futuro dueño de la compañía — Conrad asintió con mala gana sabiendo que es cierto lo que dice Berenice — Nigel, si va Victoria, tus padres te obligan a ir con ella para que la "cuides" 

— Ella bien lo puede hacer sola — respondió este último. 

— Pero eso querido amigo — Berenice levantó su pera verde y la observó por unos cortos segundos — No lo entienden tus padres. Para ellos, Victoria seguirá siendo su pequeña niña de cinco años, tu practicamente les vales mierda al ser el varon ¿me equivoco?

— Te besaría si fuera chico, créeme — respondió Victoria con una sonrisa y se ganó una mirada fulminante por parte de Berenice, bien sabía ella que Victoria le gustaba bromear con muchas cosas de ese tipo. 

— ¿Qué hora es?  — preguntó Conrad. 

Nigel levantó su mano derecha y observó su reloj. 

— Ocho con cincuenta, entramos a las nueve. 

— Yo no quiero ni entrar. Estoy cansada de ver la patética cara de Aurora Summer. Si no fuera porque en este estado es ilegal agredir un maestro, ya lo hubiera hecho — declaró Berenice. 

— Fuera de este establecimiento educativo, Aurora es solo una ciudadana más... — opinó Clarence. 

— Pero asesinar a alguien sigue siendo ilegal — apuntó Berenice. 

— ¿Y desde cuando estamos siguiendo las reglas? —  inquirió Nigel  mientras llevó el pitillo del jugo de caja a sus labios. 

Si, así bien de malo.

— No lo se ¿desde que amenazaron  a  Clarence con echarlo de aquí? —dijo Victoria. 

— Buen punto — asintió el rubio mientras pasó de tocar el tobillo de Victoria a subir por la pantorrilla de esta misma. 

Victoria simplemente sintió un leve tirón en su espina dorsal, pues si, Clarence estaba pasando justamente donde comenzaba uno de sus puntos sensibles. 

— Yo no creo que perdamos mucho con ir. Total, seremos los reyes de la noche  — declaró Victoria  — Por cierto, cambiemos de tema. Conrad — llamó la atención del pelinegro que tenia su mirada clavada en unas mesas más allá, justo donde estaban tres chica riendo — ¿Al fin que ha sido de tu acosadora? 

— Acosadora o simplemente molestia. Castaña, mirada dulce y hermana de Kaleth ¿que paso con ella "Conrad" ? — preguntó Clarence esta vez enfatizando su tono burlón en el nombre de su compañero. 

Conrad solo hizo una mueca y negó con la cabeza. 

— No sé en qué idioma decirle que se aleje o se vaya para la mierda. No sé qué rayos espera — contestó Conrad y pasó su mano por su cabello de forma exasperada. 

Victoria sonrió y pegó con ambas manos sobre la mesa. Cosa que claramente llamó a todos los presentes en la fea mesa de la cafetería. 

— ¡Ay yo se que es lo que pasa! — chilló ella — Debe ser fanática a todas esas historias cliché, si, esas donde la chica tímida se fija en el chico malo y sale un romance super bello de allí ¿a que no suena? ¿Tu que crees Berenice? Yo estaría encantada de vivir mi propio cliché. 

— Es raro que lo diga, pero si, admito que eso tiene bastante sentido Victoria — apoyó Berenice. 

El timbre sonó en el lugar de forma estridente. Justo lo que da para que los cinco que hay en aquella mesa tan a la mirada de todos, hagan una mueca. Nigel arrastró la silla sin importar el ruido que esta hizo. Victoria le siguió y así uno a uno se fueron marchando para sus respectivas clases. 

(....)

Victoria simplemente miró por la ventana, eso sin tener alguna intención de poner cuidado a lo que dice y dice el señor Peterson. A su lado, Nigel tenía las piernas estiradas y una posición completamente relajada, algo que claramente, causaba que la mirada del profesor se clavara en los mellizos. 

— Señor y señorita Fitzgerald — llamó el señor Peterson. Cosa que inmediatamente hizo que el resto de la clase colocara su atención en  los mellizos Fitzgerald. 

— ¿Sí, dígame? — contestó Nigel con un tono medio serio y medio burlón. Algo que para nadie era un misterio, se burlaba del maestro.

— Señor Fitzgerald  ¿Podría tener la amabilidad de repetirme lo que acabo de decir?— demandó el maestro. 

— Am, déjeme pensar — se colocó un dedo bajo el mentón — Lo siento, creo que mi madre crió un muchacho, no un perico. 

— ¡Ah! — Victoria levanta la mano — ¡Yo sí puedo! 

— Digalo señorita. 

— "Señor Fitzgerald, puede tener la amabilidad de repetirme lo que acabo de decir" ¡No se preocupe! ¡Yo puedo ser un perico si quiere! 

Claramente, la clase estalló en carcajadas y como era tan común, los mellizos salieron del salón con una boleta amarilla en la mano, directo al salón de castigos donde tendrían que pasar dos horas en completo "silencio". 

Mentes psicóticas - No tengas miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora