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— ¿Cuál era el motivo por el que ellas estaban golpeando? — pregunta el detective. 

— Ella alegaba que yo le había quitado su chico....creo que ya lo dije antes.

— Solo quería verificar, así que ¿Su chico? 

— Nigel Fitzgerald. 

— Hablamos de tu amigo, ¿no es así? 

— Si. 

— O sea que podemos decir que ella  lo que creía era que tu le estabas quitando su "chico" — Eloísa asiente — Comprendo. Ahora esta la duda del millón. Si tu dices que por el golpe caíste aparentemente desmayada, ¿Por qué cuando llego la policia no estabas? 

— No lo sé. Lo último que sé de mí es que desperté llena de golpes en la casa de los Fitzgerald — admitió — Nigel dijo que me encontró inconsciente en medio del camino de la carretera Mane.

— Espero que sea la verdad y nada más que la verdad. Porque todo lo que dices está por comprobar.

El detective simplemente apunto a la siguiente persona que quizá tuviera que ver en todo este rollo. Nada más y nada menos que el mismísimo Nigel Fitzgerald. 

Eloísa por su parte solo cruzaba los dedos para que el plan trazado por Nigel y su otro amigo saliera bien, que los elementos que le habían pedido ellos dos con urgencia sirvieran de algo para lo último que ella estaba diciendo.





Victoria estaba frente a uno de los ventanales de la planta baja de la casa cuando vio entrar en la propiedad lo que parecía una patrulla de la policía. 

— Papá — llamó Victoria. El hombre estaba a tan solo un par de metros de su hija, por lo cual puso toda su atención en la jovencita — Viene la policía. 

Aquella mención se le hacía de lo más extraño. No entendía que haría la policía  en medio de sus propiedades en la horas de la mañana. 

La patrulla aparco enfrente del gran pórtico de la mansión, bajando de ella el detective Marley con cierta hoja de papel en la mano, subió la escalinata y toco la puerta con el puño, cosa que no era muy necesaria debido a que su presencia ya había sido notada. 

Una de las damas del servicio abrió la puerta y tras ella apareció Adriane Fitzgerald. 

— Buenos días, ¿En que le puedo servir oficial? 

El detective Marley era un hombre que no se la pasaba con rodeos - una personalidad un tanto huraña que sacaba a casi todos corriendo -  asintió con la cabeza y enseño la hoja de papel. 

— Tenemos una orden por parte de la corte para que su hijo, Jack Nigel Fitzgerald Janeckova nos acompañe. 

Era obvio que a Adriane esa noticia le estaba cayendo como un balde de agua fría, ¿Para qué se suponía que querían las autoridades a su hijo? 

Nigel asomo detrás de su padre y dio varios pasos hasta quedar frente al detective, solo le dio una sonrisa torcida fingida de amistosa. 

— No hay que desobedecer, ¿O si? Mejor vámonos, oficial. 

Nigel salió caminando de la mansión, solo despidiéndose levemente con la cabeza de su padre.Victoria solo asintió, sintiendo como si su hermano fuese una clase de profeta. 

Él sabía todo lo que pasaría si todo salía de acuerdo al plan.  

El detective Marley solo frunció el ceño al ver la actitud dispuesta del muchachito. Era al parecer una mezcla de evidente orgullo con jugarretas. 

— ¿Me llevará usted o...? — pregunta Nigel mientras mira de reojo al oficial v Puedo ir a la delegación en la limusina de la familia. 

— No me confio de ti — admitió enseguida el hombre.

— Y no esperaría menos de un detective — sonríe — Pero puede estar tranquilo. Soy el heredero de la familia Fitzgerald, no podría intentar "huir" o algo parecido, sería una vergüenza para la familia. Soy más inteligente que eso. 

El detective Marley lo pensaba, no podía llevar el jovencito a rastras a la delegación, pues sería un escándalo siendo de quien se trata. 

— Ve por tu lado, no te quiero en más de media hora en la estación policial. 

— A sus ordenes — Nigel sonríe y le hace señas al chofer de la familia. 

El detective se marcha en su patrulla y sale de la propiedad. No falta mucho para ver aquel elegante automóvil negro siguiendo, seguramente donde venia el chico. Nigel solo sonrió y sacó su teléfono, para dejarle un mensaje a Clarence. 

"Ya envie el trabajo a la señora Muller" 



El teléfono de Clarence sono, iluminando la pantalla con el nombre Nigel. No estaba feliz, para nada, por culpa de ese idiota estaba metido en tremendo rollo. Al ver aquel mensaje sabía que simplemente era la señal, debía estar listo para cualquier cosa, los detalles estaban dados...solo era esperar. 

— Tu — dijo el hombre mayor que miraba con recelo a su hijo — Necesito ayuda aquí y tu perdiendo el tiempo. 

— Ya va — esta vez solo bota el aire y deja su teléfono bloqueado a un lado. Coloca una bata desechable encima y un par de guantes de latex. 

Al acercarse hasta donde estaba su padre, no sintió sorpresa al ver quien estaba sobre la plancha, lista para ser arreglada y así poder dar un último vistazo a la familia. 

— Es una pena que estos tres cadáveres apenas los haya devuelto la policía — dice Clarence a su padre, quien parece concentrado mientras da puntadas a una de las heridas en la cara de la jovencita fallecida. 

— Hasta que el perito no diera su dictamen no se podía hacer nada. Por lo menos ahora debemos dejar estos tres presentables para su familia. Es una pena. 

— ¿Te da lastima? 

— Son jóvenes. Como de tu edad. 

— Jum. 

— Estas distraído últimamente, ¿Algo que yo no sepa? 

Clarence solo mira a su padre y niega con la cabeza mientras corre el cabello de la chica rubia. obviamente su mirada viaja hasta el cuello de aquella joven, para ver con sorpresa que tenía algunas leves marcas moradas.  

— Lo siento.. — susurra. 

— ¿Has dicho algo? — pregunta el hombre levantando la mirada. 

— No, papá. 


Mentes psicóticas - No tengas miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora