10

4.8K 595 50
                                    

10

— Quiénes vean este lugar, no se imaginaran de la desquiciada que aquí mora — dijo Nigel.

— Ponte dónde te sientas más cómodo hermano. Quiero todos los detalles sobre quién es Verónica Gale.

Nigel negó con la cabeza y giró la silla del escritorio de madera azulada para quedar dando la cara a Victoria, está ya se había lanzado sobre su mullida cama y miraba a su hermano expectante de lo que fuera a decir o hacer.

— ¿Y bien? ¿Es tu novia o no? — preguntó Victoría a la vez que sostuvo su quijada con ambas manos.

— He dicho ya que ella no es mi novia. Déjalo estar — revoleo los ojos — Verónica es solo...no se ni ques, solo alguien que últimamente me está complicando la existencia. Aunque eso no quita que quiero que la dejen fuera de todas sus conversaciones y averiguaciones.

— Huy, es serio entonces — se burló ella — Para que la defiendas así. Entonces no es tu novia, pero si te gusta.

— No, tampoco me gusta.

— Entonces...¿Por qué el interés? Si no te gusta y no sientes lo mínimo por ella, pues no sufras. Qué más da.

— No es el problema de ninguno quien es o no Verónica.

— ¿La conoceré?

— Ojalá que no.

— Oh....

°^°^°^°^°^°^°^°^°^°^°^°^°^°^°^°^°^°^°^

Nigel se sentó tras su escritorio y estiro las piernas. Exasperado por toda la situación.

Sabía bien que en una próxima tenía que ser más cuidadoso. Y justo tenía aue haber sido el idiota de Parnell quien lo tenía que ver. Ya se las pagaría. La pregunta ahora del millón era ¿Por qué simplemente no tenía unas amistades normales?

Bueno, tal vez sería porque el mismo ni siquiera era normal. Claro, no es que estuviera loco, o eso creía, algunas veces si lograba dudar de su cordura. Aunque caía muy en cuenta de que la loca de la familia siempre sería Victoria. No por nada había heredado toda la energía y... Demencia de la abuela Odeth.

Le costaba creer que estaba viviendo la misma historia de Conrad. Pues sí, resultó tener una loca acosadora que al parecer le estaba molestando un rato la existencia. Planeaba muy minuciosamente cómo se quitaría esa chica de encima. La sentía peor que la mismísima Victoria. Ahora se maldijo a sí mismo pegando los puños en la madera de su escritorio, haciendo que el pisapapeles saltara solo un poco.

Peor aún ¡Esa chica hizo con él un cliché muy barato!

Aplicó en el esa técnica que él creyó era una broma.

Las notas anónimas. En el casillero, en su libro de química. Menos mal era lo suficiente ágil para ocultarlas antes de que su hermana se diera cuenta y comenzará con las preguntas que él no pensaba en responder. Aunque la verdad no fue difícil dar con la identidad de la anónima. A fin de cuentas, no había resultado ser tan ingeniosa.

Se cuestiona el cómo pudo intentar probar suerte y ponerse a escribir. Porque quiso tener la apreciación de alguien mas de lo que él secretamente hacía. Ya se imaginaban las burlas que se ganaría de sus cercanos si se enteraban de sus delirios de escritor. De solo pensarlo, se le revolvía el estómago y el parecía escuchar las risas de ellos.

Y para completar, estaba Verónica, esa chica que ya la veía mal. La única cosa por la que siquiera él le dirigiera su exclusiva palabra era porque logró desde conseguir su número de teléfono (cosa que no es fácil y pocos tienen) y la forma en que lo freno en un pasillo. Pues sí, tenía la maldición de que estudiaban en el mismo lugar.

Claro, todo eso cuando él respondió una nota con un "Déjame en paz o terminaras muy mal"

Al parecer la chica no se había tomado muy bien la amenaza, o mas bien le dió igual. Tenía agallas.

Su teléfono vibró. Solo podían ser dos cosas, el grupo o ella.

Claro que él no era tan patán como Conrad, pero no era alguien de mucha paciencia.

"No lo diré más, apreció tu interés en lo que hago, pero ya no más"

"¡Nigel! ¿Tan molesta en serio te resultó? Vamos, si solo quiero ser tu amiga. Pues no pasas de tu hermana y prima"

"Así estoy muy bien, no necesito más amigos"

"Eso es demasiado cruel, Fitzgerald"

"Jamás dije que yo era una buena persona"

"Bueno, eso es bastante cierto"

"Solo respóndeme algo ¿Has hablado con Victoria?"

"¿Tu hermana? No, solo la he visto en clase de Artes, tiene mucho talento. Pero no le he dirigido la palabra '' ¿Por?"

"Nada, déjalo ya"

Ahora que lo pensaba un poco. La idea de un internado no sonaba tan descabellada a fin de cuentas.

Dejó su teléfono a un lado y se masajeó el puente de su nariz. Este tipo de cosas en verdad solo servían para ponerlo de malas.

(.....)

— ¿Y ahora qué es lo que querrán? — dijo Victoria mirando a la chica pecosa. Esa que le había llevado el mensaje de que el director quería verla.

— No tengo ni idea. Solo solicita tu presencia. Ah y también la de tu hermano y Clarence Parnell.

— Pero si ninguno hemos hecho nada...por ahora.

— No sé.

Dicho esto, la chica se marchó, dejando a Victoria un tanto desconcertada. Aun ni siquiera comenzaban con su plan y ya parecían estar metidos en líos. Nada más genial podía llegar a pasar ese mismo día de otoño.

Con su paso calmo, Victoria llegó hasta donde se suponía podía encontrar a su mellizo. Y no se equivocaba. Estaba solitario, sentado en una banca. O no tan solitario. Pues habían personas alrededor del lugar, simplemente era que nadie quería tener el veneno del joven Fitzgerald.

Victoria se posicionó frente al chico. Este tenía los ojos cerrados y los brazos atrás la cabeza.

Nigel frunció el ceño apenas y se dió cuenta que la luz cálida ya no tocaba su rostro y en vez de eso había sombra.

— Quítate, tapas mi sol — dijo el chico sin abrir los ojos.

— Ya veo porque sigues siendo virgen. 

Mentes psicóticas - No tengas miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora