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— Adelaida — llamó Verónica a su rubia acompañante — ¿Sabes lo que debemos hacer?

— Por supuesto — responde la chica.

Verónica estaba segura de su próximo paso a cometer. Solo esperaba el momento para así poder proceder con el plan ya previamente trazado. Por eso estaba atenta a cada movimiento que mostraba la parejita en la mesa, sus risas, la charla, los movimientos de manos de ella, las expresiones de Nigel, todo.

—Los baños de la zona F están vacíos, confirma tu hermanastro. Ni un alma por los pasillos a parte de las luces apagadas.

— Me parece excelente.

Fue un momento en donde ella  nota que su objetivo se coloca de pie y parece decirle algo a Nigel,  él simplemente asiente.

— Ahora. Tu solo sígueme, no tan cerca.


Eloísa salió en camino a los baños, mismos que estaban a solo un paso del salón donde se realizaba aquella estruendosa fiesta de Halloween. Miró si de pronto en el camino veía a Grace o  Cecile para pedir compañía, pero al final al no verlas, solamente salió del lugar. En el pasillo habían algunas personas, aunque parecía como tal metidas en su tema.

— Hola, disculpa — dijo a su lado una elegante chica.

Eloísa solo la detallo, viendo una hermosa joven de figura envidiable, enfundada en un  traje negro brillante  que asemejaba a la tan aclamada Gatubela.

— Que pena molestar tu velada, pero necesito ayuda con algo.

— Por supuesto, si puedo....

— Este traje ha sido una mierda — dice ella con molestia — Vieras que para entrar en el ha sido una misión casi imposible, ahora ya sabes....necesito hacer pis — admite con algo de vergüenza — Y solícito que alguien me ayude a quitar de atrás...te sonará raro, pero por favor si puedes. Pero si no puedes, descuida. Entiendo si estás afanada, buscaré a alguien más.

Eloísa sonrió y asintió. Pues la chica peli oscura se notaba incómoda y parecía estar sola.

— Claro, entremos a los baños y miremos que hacemos.

— No, no — niega con la cabeza — Vieras que poner y quitar esto es un show completo.  Sé donde hay otros baños que deben estar sin tantas personas porque estos del frente están súper llenos.

— Esta bien. Vamos.

La chicas disfrazada de Gatubela sonrió mientras siguió caminando. Como estudiante de aquella escuela se conocía muy bien los pasillos y cada esquina. Eloísa la seguía de forma calmada, notando que cada vez los pasillos estaban más vacíos y apenas iluminados.

Al llegar a los baños,  Eloísa entra  siguiendo a Verónica. Está última frena y se sonríe cuando siente que Adelaida ya está haciendo acto de presencia. 

— Bueno, bueno. Se nota que eres alguien muy amable, ¿No es así? — comienza a decir Verónica a la vez que se gira para darle cara a Eloísa.

La joven castaña no comprende lo que sucede y porque el cambio de actitud repentino.

— No entiendo que diablos te ve él — vuelve nuevamente a hablar Verónica — ¿Notas tu estatura?

Era evidentemente obvio que Verónica le llevaba una cabeza de altura a Eloísa, a parte de un porte digno de una señorita de buena posición social. 

— La verdad no acabo de enten....

— Shhhhhh — demanda Verónica — Aquí quién va a hablar soy yo, niñita ridícula. 

Eloísa solo abrió los ojos de par en par al escuchar aquellas palabras. Evidentemente tampoco acababa de comprender que era lo que estaba pasando allí.

Verónica movió una mano y Eloísa fue rápidamente tomada de ambos brazos por Adelaida. Quedando inmovilizada. Sin mediar alguna palabra, la pelinegra propina una fuerte cachetada en su mejilla derecha.

— Eres un vil puta al estar revolcándote con mi hombre.

— ¿Nigel?

— ¿Nigel? — remeda Verónica con voz ridícula y vuelve a propinar otra cachetada.

— Esto te va a salir muy caro. Y te juro que dolerá.

Nigel miraba alrededor en búsqueda de la presencia de Eloísa. Había pasado ya algunos minutos, quizá entendía que las chicas se demostraban en el tocador pero eso ya era bastante.

— Vaya, que nos han dejado a Romeo solo — dice Clarence llegando a un lado.

— Vete de aquí.

— Vaya, esa chica se va y te pones de mala, ¿que te está haciendo?

Las palabras de Clarence se ven interrumpidas cuando Nigel se coloca de pie y sale hacia el pasillo. No estaba de más ver donde estaba Eloisa. Clarence no se quedó atrás y le siguió el paso. 

— Te notas preocupado...¿qué sucede? 

— Tengo una corazonada.

— ¡Vaya! Quién hubiera dicho que eras un hombre de corazonadas. 

— No molestes — esta vez Nigel enfoca una chica que esta sentada detrás de una mesa llena de implementos sanitarios — Disculpe, ¿Ha visto a usted a mi ayudante?

La chica lo escanea y asiente con una sonrisa al comprender a lo que se refiere él. 

— La chica vestida de ayudante del mago. Le vi hablar con otra chica y se fueron hacía el fondo — señala el pasillo.

Nigel asiente y susurra un leve "Gracias" eso para encaminarse siendo seguido por Clarence Parnell. Cierta extraña sensación le invadía  el pecho, misma que le hizo tomar una barra de metal que reposaba en una esquina, mismas que hacen parte de la plataforma organizada en el gran salón. Bajo su antifaz, mismo que le cubría media cara. El rubio simplemente le observa con un tanto de desconfianza, entendiendo un poco la idea de Nigel y que seguramente no iba a acabar bien.  Camino atento al notar que el ambiente se veía vacío. 

— Un espacio algo solitario, ¿no creen? — se deja escuchar una voz masculina, cosa que hace que ambos jóvenes reaccionen. Nigel guarda la barra de metal en un costado suelto de su traje sin dejar de empuñarla. 

— Eso mismo estaba pensando — contesta esta vez Clarence mientras Nigel permanece en silencio. 

— ¿Buscan a alguien?

— Quizá — contesta  nuevamente el rubio, empezando a ver que la expresión de quien hablaba era muy sospechosa. 

— Por estos pasillos no hay nadie. Se los puedo asegurar — sonrie amigablemente. 

— Eso estoy por ver — contesta Nigel, adelantando el paso para seguir hacia el fondo. El pasillo estaba un poco oscuro, si mucho se reflejaba algo de luz por las farolas que había en la calle y se filtraba por la ventana.

El extraño chico coloca una de de sus manos sobre el hombro de Nigel. 

— Creo que no he sido lo suficientemente claro cuando digo que no hay nadie.

Y esa es la gota que colma el vaso.  Esta vez Nigel empuña con fuerza la barra de metal, gira con rapidez  y suelta un golpe seco al sujeto. Mismo que resulta ser certero golpeando en toda su cabeza. Solo se oye un quejido, para luego sentir el golpe de alguien cayendo al suelo. 

— No me gusta que me toquen sin mi consentimiento — aclara Nigel de forma tranquila. 

Clarence simplemente mira atónito hacia todos lados, pensando en si se acerca alguien. No dice nada, solo se coloca de cuclillas y hace girar al sujeto, agradeciendo que del disfraz improvisado que llevaba sacado de la funeraria, incluía ese par de guantes de hule negros. Coloca sus dedos índice y corazón en el cuello del sujeto, sintiendo lo que seguramente se temia. 

Mentes psicóticas - No tengas miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora