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— ¿Tu crees que llamen a mamá? — preguntó Victoria mientras siguió a su hermano por el pasillo vació, tomando rumbo al salón de castigos.

— ¿Tu crees que a mi me importa "Vicky"? — devolvió Nigel en una pregunta y observó a su hermana. La cual como casi siempre, lucía perfecta. Un ejemplo a seguir de señorita pulcra y selectiva — No tengo ocho años como para morirme de los nervios ¡Me vale mierda!

— ¡Que malote! ¿Ahora como te llaman "Jackie"? — se burló Victoria a la vez que se ganaba una mirada fulminante por parte del aludido.

Ella adelantó su paso hasta llegar a la puerta de madera café, justo donde colgaba aquella placa dorada que decía bastante claro "salón de castigos"

— Salón de castigos y son una completa burla. Si me lo permitiera, yo les enseñaría que es un verdadero castigo. Haría que todos tuvieran pavor de caer aquí y se la pensaran dos veces antes de hacer algo malo.

— Se te olvida que no estamos en un filme de terror — apuntó Victoria a la vez que levantó el puño y tocó tres veces.

Una mujer pelirroja abrió la puerta y observó a los mellizos sin ninguna expresión. Pues bien, no se le hacía nada raro verlos por esos parajes.

— Mariah Victoria y Jack Nigel ¿de nuevo? — preguntó.

Se retiró de la entrada para dejar que los dos menores de edad pasarán, Nigel ni le presto atención y Victoria, por lo menos se molestó en entregarle la nota amarilla.

La castaña - rojiza levantó ambas cejas cuando vio justo en una silla del fondo a Clarence, en una pose completamente despreocupada.

— Tres...dos...uno — contó Nigel de forma regresiva.

No faltó mucho para que detrás de Vicky apareciera Corad, el cual ni siquiera saludo. Solo paso derecho sin prestarle interés a los mellizos.

— Hijo de puta — susurró Nigel.

— Yo lo amo — dijo Vicky solo para intentar cabrear a su hermano.

Vicky entró con paso galante a la sala casi solitaria. Clarence levantó la mirada justo en el momento que la castaña entró de forma coqueta y tomó asiento en las bancas de atrás. Sonrió ante ello. Pero, su sonrisa decayó cuando Nigel entró con su paso tan bohemio y de galán del siglo XVIII.

Gruñó para sus adentros. Pues si, Nigel podía hacerse el tonto, podía parecer el desinteresado con su hermana... Pero la sangre es sangre. Y ya por ello Clarence se había ganado una buena advertencia por parte del castaño. Incluso aun recordaba la cortada en su brazo de aquel día de enero, en donde Nigel "solo quería dejar claro el mensaje" de "alejate de mi hermana o amaneceras en un caño"

Victoria sabía aquello, aunque solo se había hecho la tonta, eso luego de haberle reclamado a su hermano que no tenía ningún derecho de meterse entre sus posibles toqueteos y romances de medio tiempo.

— No mas falta el resto y tendremos un perfecto salón de reuniones sociales ¿verdad? — habló Victoria atrayendo la mirada de Clarence — Por cierto ¿ahora que has hecho para tener el gran honor de estar aquí?

— Decirle ciertas cosas a Herder, nada fuera de lo común en realidad Vicky, ¿y ustedes? ¿Ahora que han hecho?

— Lo de siempre — respondió Nigel — Decir algunas verdades y esperar a que está tipa de aquí — señaló con la cabeza vicky — Agregara algo más.

— Ustedes dos todo lo planean, parece que estuvieran conectados o algo parecido. Eso es raro ¿lo saben, verdad?

— Y lo dice el chico que vive en una funeraria y heredó el mismo nombre de su padre , claro — apuntó Nigel con sarcasmo. 

Mentes psicóticas - No tengas miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora