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Clarence resulto ser bastante débil, hecho que en cierto modo le hacia gracia a Nigel. Mismo que estaba en su habitación, mirando por el ventanal. Por supuesto que pensaba ya que a raíz de eso podrían haber muchas posibilidades; no estaba demás creer que se corría el riesgo de que estando allí el hablara. 

Nigel no quería mas problemas. En realidad ya tenia suficiente con lidear con el otro sujeto raro que acosaba a su hermana. No habia intervenido por el simple hecho que dejaba todo en manos de su hermana, total dentro de toda esa tragedia habia intenciones escondidas. Eso lo podía ver en las acciones de Victoria, pues día con día parecía incluso usar mas perfume del normal y tomar actitudes bastante sospechosas. 

Victoria tenia razón cuando decía que el grupo se habia dispersado bastante. Pues ya cada quién parecía estar metido en sus propios asuntos. En todo ese año muchas cosas habían cambiado demasiado en especial desde la muerte de Verónica.

Nigel prefería su soledad, eso aunque muy por dentro sabia que estaba Eloísa, la misma chica que parecía envolver la mayoría de sus pensamientos. No era un misterio para ella que su hermano parecía muy ocupado con esa chica y la verdad tampoco tenía ánimos de meterse en ello.

Cómo cualquier día aunque con algo de frío iba victoria por los pasillos de la escuela. Berenice estaba resfriada, por lo tanto no era como que la pudiese esperar o que fuera en ese día. Sus pensamientos parecían cubiertos en una extraña bruma que pare ia confundirla cada vez más.

Se detuvo en seco una vez se vio frente a una de las puertas del baño de mujeres, pues dentro se escuchaban risas y súplicas, hecho que de cierto modo despertó su curiosidad. Se hizo a un lado de la puerta y levanto ambas cejas al oír la conversación que se sostenía dentro.

"No sé si no he sido lo suficientemente clara, creo que no nos estamos entendiendo...a veces las personas necesitan entender las cosas por la fuerza"

Luego de aquellas palabras solo pido escuchar una de las puertas de los cubículos ser abiertas a la fuerza y un "¡Por favor no!"

Se hizo la tonta en su teléfono cuando vio a tres chicas salir del sitio muertas de risa. No sabía quienes eran, pues parecían incluso de un curso menor al que estaba en el momento. Pasó quizá un minuto cuando salió tomando otra dirección una chica llorosa y con su cabello, cara y parte superior del uniforme mojados.

— Que desgracia — atino a decir Victoria a la vez que entró al baño. Allí se encontró sola y se dió cuenta del montón de agua regada en el suelo y la puerta abierta de par en par de uno de los cubículos. Algo seguro era que a esa chica con agua del lavabo no la habían mojado.

Cómo casi era común podía verla. Podía ir caminando sola rumbo a la biblioteca o simplemente ir al lado de su hermano mellizo. Para Kieran se había vuelto casi un ritual verla todos los días aunque fuera a los  lejos, afilando esa mirada mortífera tras sus delgados lentes.

Si bien haberla tenido en su territorio había sido casi que una amenaza, no negaba que le hacía arder algo dentro del pecho. Muy en lo profundo había algo que le hacía querer desearla solo para él...que nadie más pudiera posar su mirada sobre ella porque haría que lo pagaran de la peor manera posible. Quisiera entrar de una forma más agresiva y reclamarla, pero bien sabía por experiencia propia  que eso no salía bien. No podía fallar dos veces ya que se convertiría en una mísera tonteria. 

Cuando recién llego a aquella escuela estaba perdido. Pues se sentía fuera de lugar en aquel lugar donde el mundo parecía invisible al lado de él, en medio de su bruma donde parecía que ni el sol calentaba apareció aquel aroma, mismo que caracterizaba la cabellera de Mariah Victoria Fitzgerald. Mismo que con tal frenesí logró envolver algo en lo mas profundo de su alma. 

Quizá no uso la manera mas astuta para acercarse a esa señorita, misma que solo podía mirar a lo lejos en clases de deportes o reir al lado de su tan habitual grupo que parecía haberse desvanecido como humo. Puede que fuera un capricho, un deseo del corazón o simplemente una obsesión que le hacia abrir los ojos todos los días y visualizar su estancia llena de ella. 

Victoria solo observo los movimientos torpes de la chica que habia salido llorando de los baños. Como bien habia adivinado, eran de un grado inferior. No le fue muy complicado discernir la posición en la que se encontraba aquella chica, nada mas y nada menos que acorrala como un servatillo. Por ello es que la jovencita Fitzgerald no dudo en acercarse a ella y ver que podía conseguir para su propia satisfacción. 

— ¿Qué eres para ellas? — inquirió curiosa a la vez que llamó la atención de la chica. 

— ¿Perdona?  

— Y sabes — movió su mano con desinterés ante la mirada incrédula de la otra chica — Las que te metieron de cabeza al baño. 

Allí fue donde la chica que Victoria tenia al frente agacho la cabeza sintiéndose avergonzada, pues muy por dentro rezaba para que nadie de aquella escuela se diera cuenta de aquel bochornoso suceso. 

— Nada... — se atrevió a decir en un tono  bajo. Victoria solo sonrió achicando sus ojos. 

— Que grosera soy — esta vez estiro su mano en señal amistosa — Victoria Fitzgerald, último año... ¿Tu eres?  

La chica algo duda tomo la mano de Victoria, continuando algo confundida por aquel acercamiento. Si la lograba identificar, pues era la hermana melliza de uno de los chicos mas guapos de todo el instituto. Así que básicamente en su clase las demás chicas se la pasaban hablando tanto de él como del otro chico rubio que habia dejado de ir a la escuela desde hace varias semanas. 

— Meredith — respondió. 

— Muy bien, Meredith. Creo que con lo que te ha pasado necesitas a alguien que te escuche ¿Me equivoco?  — esta vez Victoria se le acerca de forma confidente — Dicen que soy buena para ello. 

Mentes psicóticas - No tengas miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora