“¿Es este el final de una historia?”
7 simples palabras….
"No puedo, lo siento, no me odies”.
Narra Lauren:
Cuatro años junto a la mujer que elegiste para pasar el resto de tu vida y, de momento, el resto de tu vida se volvió eso, cuatro años. Mi semana anterior fue absurda, lo sé porque la he repasado por días sin detenerme. Como será el destino de incierto que desde hace ocho meses salgo tarde de la oficina cada día, pero justo ese lunes, por alguna serie de incidentes, que creí afortunados, logré salir a buena hora, con la intención más romántica -idiota- de darle una sorpresa en casa. Compré aquella tonta película que vimos por primera vez juntas: The Sweetest Thing, primera cita, primer beso, nuestro primer todo. En mis manos llevaba el símbolo de nuestro inicio, abrí la puerta del departamento y escuche ruidos venir desde la habitación, "Está en casa, que suerte", y luego vi las maletas frente a la entrada, solo unas luces encendidas y a ella subiendo por las escaleras,
—llegaste temprano— y usó ese tono de incomodidad y frustración que a cualquiera podría desconcertar. Miré nuevamente el panorama, no es que hiciera falta, su cara ya decía todo sin necesidad de nada más. Y sin mucho tacto lo lanzó entonces, porque después de cuatro años parece que las formalidades sobran, explicó razones sin sentido o lo que cualquiera llama excusas, al punto de hacerme sentir más confundida que herida, tomó sus maletas y salió.
Yo estaba muda, tal vez en shock, no te dejan todos los días, tampoco lo hacen sin darte una verdadera explicación, pero tal vez lo más complicado era estar peleando entre un “adiós” forzado y prácticamente inaudible que le di, cuando mi mente estaba gritando un gran “quédate”. Desde entonces no he sabido nada de ella y, realmente, tampoco de mi. Y cada vez que repaso la escena recuerdo la nota sobre la mesa, ¡en serio!, ¿iba a dejarme solo con una nota?, hubiese preferido escuchar lo que tenía que decir acerca de lo negativo de nuestra relación, pero leerlo, eso me mató: "No puedo, lo siento, no me odies", le di cuatros años y ella me dio una nota, ¿estamos a mano? Aún tengo sobre la nota nuestra película, que paradójico: recordar con ese símbolo de nuestro inicio el tan original final.
Todo un mes torturarme en casa, recordando que ahora estoy sola, inexplicablemente sola, y pasando tanto tiempo en el trabajo que conseguiré otro ascenso, tal vez hasta volverme jefa de todos sí sigo tan metida en ello, porque después de todo es mi único escape. Sería el colmo que además de ser una mujer de 28 años, a la que acaban de dejar y que está deprimida, también me convierta en una publicista despedida. Unas semanas mas tarde me dieron la oportunidad de explorar un proyecto y, por más influencia y manipulación propia que otra cosa, eligieron que el campo de trabajo fuese México. Había estado visitando ese país cada vez que algo estaba mal, aunque ya hace prácticamente un año que no iba hasta allá, llamé a Ally para anunciarle que estaría de visita y ella supo de inmediato que mi historia del trabajo no era más que una excusa para no hablar por teléfono de lo que verdaderamente ocurrió.
-¿Qué pasa con el aire en Estados Unidos?, cada vez estás más preciosa -ahí estaba la dulce Ally, mi fiel amiga de toda una vida, esperando por mi en el Aeropuerto.
-¿Acaso es posible que estés más pequeña cada vez que te visito? -pregunté dándole ese gran abrazo que estuvimos postergando por la distancia y el tiempo.
-Mismo humor, misma Lauren -dijo ayudándome a tomar mis maletas- ¿Cómo ha estado el vuelo?