Capitulo 10

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“Prohibir es despertar el deseo”

-¿Hey, para dónde vas? –el movimiento de su cuerpo fuera de mi cama me hace despertar.

-A mi casa Laur –dice ella mientras se coloca su ropa de espalda, no sabe lo que puede causar dejándome ese lindo campo visual.

-aún es temprano –comento mirando el reloj sobre la mesa- ven aquí –me inclino para empujarla sobre mí en la cama.

Y en ese instante tengo sus labios cautivos, no hay forma de que la hora, sus padress, el fin del mundo o incluso mi vida con sus problemas incluidos puedan detener ese beso. Porque la siento mía y lo que es más importante me siento feliz.

-¡deja de besar mi cuello Lauren! –Ella sonríe erizada- no es justo que hagas eso.

-Lo haré -aseguro acariciando con mis labios todo el lugar- solo necesito un beso más -susurro sin despegarme de su cuerpo.

Y un beso por alguna extraña razón lleva a otro beso, que sin dudar ya nos está guiando a un tercero, mi analogía del amor se parece a esa del chocolate y la adicción que causa, no puedo, aunque quisiera, privarme de tocarla, besarla o acariciarla, menos sabiendo que no hay nada, ni nadie que pueda detenernos ahora y durante el tiempo que la tengo de rehén en mis brazos ella no ha dejado de sonreír, ¿acaso está mal esto?, ¿cómo puede estarlo si ambas estamos así de sonrientes?, y con esa sonrisa tan honesta que ella me regala comprendo que no hay forma de que esto acabe, seria injusto ponerle un final si acaba de iniciar.

                                                                       ***

El sonido del timbre, considerando la hora y la temperatura que hay afuera le sugiere al chico tras la puerta que solo puede ser algo “importante”, así que decide abrir, aunque en otra ocasión lo hubiese ignorado, después de todo las personas que podrían estar viniendo a casa tienen llave, no lo harían levantarse para abrir la puerta.

-¿Keaton está? –la voz suave y sonrisa tímida de Sandra lo hacen sonreír también.

Pero la sonrisa se va en unos segundos.

-No te avisó, -él se toca la cabeza- salió para una práctica o algo, no lo se.

-No, supongo que lo olvido –responde ella con una notable molestia en la voz.

-Que imbécil. –Piensa en voz alta- Es decir… Olvidarse de avisarte, hacerte venir sin razón, -pronto se da cuenta de que su reflexión de la situación no está ayudando- ¿Quieres que le diga algo?

-No, yo lo llamo en la noche, -responde Sandra dándose media vuelta para salir de la entrada- gracias.

-Está helando y… –el duda por un momento si debe o no- ¿Quieres entrar y tomar algo? Un café tal vez.

-No, creo que… –aunque quisiera decide no aceptar.

Anyway Love CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora