-Pero, pero ¿a dónde? -preguntó claramente confundida- ya nombraste cien lugares en menos de diez segundos.
-Ya sé -da un pequeño salto, como quién ha tenido una buena idea- ¿te gustan las margaritas? -se da media vuelta- vamos, conozco el lugar perfecto, un bar aquí cerquita, a dos cuadras -¡dos cuadras! ¿Cerquita?, ¿margaritas, ella puede tomar eso?- date prisa si llego primero tú pagas -dice antes de salir corriendo.
Ella es una niña, pero que niña. Sin darme cuenta estoy a su nivel ahora, corriendo detrás de una adolescente con exceso de energía y llegamos al bar, no sé bien como sucedió, pero logré ganar esa carrera.
-Crees que no he probado este cóctel, ¿por qué me tomas, Por tonta? Además esto fue inventado en mi país que esperabas.
-Estas jugando, ¿no? -pregunta casi expulsado el trago de su boca- estas son ¡MARGARITAS!, no hay nada -se detiene, toma aire y vuelve a su monólogo- NADA más Mexicano que esto. ¿Qué estás diciendo? ¡¿Alguien sabe que está diciendo esta mujer?! -exclama subiendo los brazos al aire mientras todos nos miran en el pequeño bar.
-Digo que un antiguo restaurante en Beverly hills las vendía mucho antes de que se trasladaran a este o cualquier otro país, "Tail o’ the clock" así se llamaba, no miento. -digo segura, orgullosa de mis conocimientos y calmada porque ya no nos observan.
-Y yo digo que no hay nada más mexicano que el Tequila, ¿adivina cual es ingrediente base? -dice levantando una ceja.
-Lo sé pero… -y me interrumpe.
-Fue en Ciudad Juárez -dice con tanta seguridad que dudo de mi primera teoría- Tommy”s Place -lanza una breve risa- así se llamaba el lugar, no miento -y ahora imita mi tono.
-Esta bien… Conoces el tema, no puedo negarlo -entró en el juego y me puso en jaque, me agrada- ¿qué tal esta teoría?, es la última que tengo… -aviso.
-Te escucho -dice atenta.
- Es sobre Margaret Sames, una señora de muy buena clase social -lo cuento como si lo hubiese vivido solo para sonar convincente- vino a pasar sus vacaciones a México y justo aquí en una fiesta que hizo para sus amigos en un intento de mostrar sus habilidades mezclando creo la tan importante "Margarita" -sonrío por la historia y ella parece entretenida- y lleva esa nombre por ella. ¿Te he convencido con ésta?
-Lo hizo una Americana, pero en México… -lo piensa- me quedo con esa, me gusta, es creíble. -y sigue tomando- ¿vamos por el segundo?
-No, yo paso, mi límite es una copa entre semana, y más en mi hora de trabajo -digo mirando mi reloj.
-¡Que aburrida! -dice dejando su copa en la barra- hay que irnos entonces -¡finalmente!- voy a pagar esto.
-De ninguna manera, yo pago -digo sacando mi tarjeta.
-Ehhhh -atraviesa su mano entre el sujeto de la caja y yo- yo llegué de última, yo pago.
-Pero no es necesario -insisto en vano ella ya pagó- dos posibilidades, eres una mujer de palabra o estás molesta por perder la carrera.
-un poco de ambas -responde saliendo delante de mí.
-¡Mira eso! -exclama desde el medio de la calle- una discotienda, con la falta que te hace un buen disco. -y se va corriendo hasta la entrada, porque parece que desde ahora mi vida será un carrera con ella cerca.
Entramos a aquella tienda, mucha música que no conozco, muchos grupos alternativos y algo raros y ella está como en su paraíso privado mientras yo busco algo más clásico, pero parece que aquí hay que volver a nacer para encontrar algo de la década adecuada. Y la escucho gritar del otro lado del estante, —”el nuevo de Taylor Swift”—, ¿El nuevo de quién? Yo no tengo idea, pero de seguro no será de mi interés. Y seguimos dando un par de giros en la tienda hasta toparnos en el mismo lugar, y tomar casi al mismo tiempo el mismo CD.