ANTEPENULTIMO CAPITULO!
“Las personas que quieren fuertemente algo son casi siempre beneficiadas por el azar”
-Tienes que comer algo, vamos solo toma algo si quieres, llevas horas sentada ahí mirando por la ventanilla, el cielo no va a cambiar y tampoco irá a ningún lado Mila –Sandra me regaño mientras yo seguía haciendo mi voto de silencio.
Era simple para ellas, aquello había sido una llamada más, una tonta escena de Lauren intentando dañar mis planes, pero para mi era mi vida entera expuesta en una llamada. Le pedí que lo dejara, pero ese era el asunto que tanto me perturbaba ahora, yo no quería dejar las cosas así. Debí escucharla. Supongo que no hubiese perdido nada con escucharla.
-Mila… -Dinah volvió a susurrar luego de que las chicas cayeron en un sueño cansado- ¿qué te dijo Lauren? –preguntó preocupada.
-No dijo mucho la verdad –respondí encogiéndome de hombros- ella regresó, ella quería verme, quería que esperar por ella unos minutos para decirme algo. –conté- estaba camino al aeropuerto cuando llamó.
-Pudiste… -ella me miró.
-si, pude verla –la interrumpí- pero hubiese sido estúpido hacerlo DJ, sabes que no hubiese podido resistirme a ella –admití- me hubiese tenido de vuelta a sus pies en tres segundos –expliqué furiosa- ella lo sabe, por eso no pude permitirme eso, no puedo seguir siendo tan vulnerable, no es bueno para mi.
-¿Ella te dijo por qué regresó? –Dinah preguntó curiosa- Mila, no te ves feliz con esa decisión tuya de no darle una oportunidad.
-Ella dijo que me amaba… -miré a Dinah- dijo algo sobre el amor que yo esperaba y el que ella sentía, no lo sé, dijo algunas cosas, no le permitir decir demasiado –asumí derrotada mirando nuevamente por la ventanilla del avión- ella estaba intentando retenerme ahí.
-¿No piensas en ustedes? –Dinah me interrogó
-Cada segundo. –Confesé- pero ¿cuánto más debo sufrir por ella? Creo que ya fue demasiado.
-Camila… -Dinah suspiró- yo nunca te vi siendo tan feliz y tan miserable como lo has sido con Lauren… sin embargo –ella me miró- no creo que puedas vivir sin ella, es absurdo, pero creo que la amas más de lo que puedes manejar.
-Más que eso –reconocí- mucho más que eso.
***
-Dana… –anuncié abriéndome paso en la sala de espera de la oficina, mi antigua oficina. Todo aquí seguía igual, podía ver las mismas revistas sobre la mesa de espera, las recepcionistas ocupándose de todo excepto de su trabajo, mi fiel asistente en su puesto central ocupada con su exceso de responsabilidades y a Lucy al fondo ocupando el escritorio en que yo fui tan feliz hace meses, un ambiente calmado, pero acogedor, era como regresar a casa, como volver a pisar firme. Se sentía como pertenecer a algo, estar aquí me hacia sentir parte de algo. Una parte importante.
-¡hasta que te dignaste a reaparecerte por aquí! –Dana exclamó sonriente, salió de su escritorio para recibirme con un abrazo y luego me miró atenta a mi expresión facial que no debió ser la mejor. -comenzaba a creer que necesitas una invitación por escrito para venir a vernos.
-Lo siento, yo tardé un poco –suspiré- ¿tienes lo que te pedí?
-Una lista detallada de los lugares turísticos de Montreal y una lista de los hoteles de la zona, ¿es suficiente? –preguntó mirándome dudosa.
-Es justo lo que necesito –asentí y le sonreí agradecida- Dana tu siempre estas ahí para salvarme, realmente te lo agradezco.
-Descuida, yo solo –ella limpió su garganta y me miró cruzándose de brazos- ¿esto tiene que ver con Camila?
-Un poco –admití apenada.
-Ella te buscó, ella vino a verte después de que te fuiste a NY, Lauren –ella negó con su cabeza y luego prosiguió- irte así, dejarla así, eso no estuvo bien.
-Soy consciente de eso Dana –acepté mirando la lista- dale mis saludos a Lucia, espero regresar pronto, ahora debo irme.
***
-Bonjour! –en cuanto escuché el acento francés supe de mi error, yo jamás presté atención en esas clases, dominaba el idioma tanto como dominaba a mis sentimientos, es decir, no demasiado. Pero soy una mujer inteligente, preparada y con buena memoria, podría llegar a entablar diez, veinte o cien conversaciones en francés si eso fuese necesario, yo tenía que encontrar a Camila. Y apenas estaba comenzando mi camino al salir del Aeropuerto.
-Bonjour! –respondí ligeramente nerviosa, solo podía que con algo de ayuda podría conseguir un taxi al salir y me ocuparía de seleccionar cualquiera de los hoteles de la lista, de cualquier forma hoy tenia que dormir un poco, la búsqueda iniciaría por la mañana- ¿Où sont les taxis? –pregunté al elegante caballero de la puerta.
-Allez par là. –respondió señalando una salida cercana, me dio una sonrisa y luego siguió vigilando su puesto.
-Merci –agradecí y fui en busca de un taxi, preferiblemente uno que pudiera hablar algún idioma que yo dominara mejor.
-Emmenez-moi à cette adresse, s’il vous plaît. –señalé el nombre del hotel en mi lista y el caballero asintió, el clima estaba completamente helado, no había un gran número de personas y la luna ya había tomado su lugar en el cielo. Camila probablemente ya estaría instalada en algún hotel y probablemente estaría divirtiéndose con sus amigas, solo espero que no estar en el lugar incorrecto, después de todo no puedo ignorar el hecho de que quién me envió para acá, fue su “amiguita” nueva, no es la fuente mas confiable.
-Bonne nuit. –el conductor me dejó en la puerta del hotel y bajó la maleta para entregársela a un joven de la puerta, ambos sonrientes y tranquilos, mientras yo me consumía de frio y ansias.
-Au revoir. –me despedí y entré deprisa a la calidez de la calefacción del hotel, pedí amablemente una habitación, bastante indecisa sobre el tiempo que debería reservar. Fui amable, en exceso, había un motivo mas, yo quería sacar una leve duda de mi cabeza, quería saber si ella de casualidad se había registrado aquí. Así que luego de sonrisas y respuestas muy amables, decidí preguntar por ella.
El chico de la recepción había estado llenando mis datos, afortunadamente él hablaba inglés perfectamente y pude dejar mi intento de francés por unos minutos, pero justo cuando iba a usar mi encanto para hacerlo revisar su lista de nombres, fui enviada a firmar mi pago con una chica. No es que no pudiera ser igual de encantadora con ella, de hecho podría ser mas efectivo si ese fuese el caso, pero ya tenia medio camino hecho con aquel chico. De cualquier forma me las arreglé para interrogarla a ella.
-Madame Jauregui –ella sonrió mientras hacia la transacción- ¿Comment allez-vous? –volvió a sonreírme, ella era amable y tenia una gran computadora con una lista de nombres, con suerte el que yo buscaba estaría ahí.
-Comme ci, comme ça. –Dije haciendo un pequeño gesto para interesarla- Je cherche une fille. ¿Pourriez-vous m’aider? –sabía que con dos o tres miradas podría hacerla revisar su lista.
-¿Comment ça s’appelle? –preguntó curiosa.
-Camila Cabello –respondí esperanzada ella buscó, mientras yo le contaba un poco sobre ella, tal vez la vio, bueno no era probable, pero tenia que intentarlo.
-Je suis désolé, elle n’est pas là. –respondió negando, no iba a ser simple encontrarla y apenas me había dado cuenta de eso.
-Merci pour vérifier –agradecí tomando la llave de mi habitación- Bonsoir! –salí en busca del ascensor, mañana tendría que esforzarme un poco, esto era una locura, pero no lo había notado hasta que el frio y una gran ciudad quedó a mi vista. ¿Dónde demonios estás Camila?
***
-Bonne nuit les belles dames… -el chico del restaurante saludó abriendo la puerta por nosotras, esto era un lugar sumamente impresionante, un clima frio, unos paisajes sublimes, otro país, otras costumbres, mucho amabilidad, el lugar mas romántico en el que había estado y aunque todo sonaba perfecto, yo no podría sentirme peor ahora mismo- ¿Latinas? –preguntó sonriente Marielle ya estaba sobre el chico y solo teníamos dos segundos de haber llegado, ella era una vergüenza.
Ellos hablaron por un segundo, bueno lo intentaron con las barreras comunicaciones obvias que ya existían, pero no fui capaz de estar atenta ni a una sola palabra después de eso, yo solo podía pensar en Lauren. ¡Demonios otra vez lo hiciste Lauren! Mientras nos asignaban una mesa observé el lugar, seria un lindo lugar para cenar con alguien que ames, no es que no amara a las chicas, pero el ambiente ya desbordaba romance desde la entrada, hasta los cuadros eran para hacerle un homenaje al amor y eso era torturante, había este pequeño cuadro con una frase que llamó mi atención: "Les gens qui veulent fortement une chose sont presque toujours bien servis par le hasard", reí de lo irónico que estaba siendo el azar conmigo.
-Me mudaré, es un hecho –alegó ella luego de terminar la conversación con el simpático canadiense de la puerta- ¿Creen que esta sea mi oportunidad de obtener un autentico beso francés?
-Eso lo consigues en Francia, no en Canadá –Sandra se quejó- además ya has tenido muchos de eso, no necesitas otro, deja al chico en paz.
-Es un bombón –respondió mirando el menú- por cierto, no entiendo un jodida palabra de esto –se quejó irritada- se supone que hablan inglés, me han metido en el folleto.
-Vamos, puedo pedir por todas, ¿qué quieres? –Preguntó Dinah- solo dime y lo buscaré en el Menú por ti.
-No te ofendas Dj, pero tu francés no es mejor que tu inglés -alegó Sandra- que de hecho no es mejor que tu español.
-De acuerdo –Dinah le mostró su dedo del centro- ordena tu comida –se encogió de hombros- no ayudaré.
-Camila… -Marielle llamó mi atención a la conversación- esperaba que pidieras hacer uso de tu calificación excelente en el examen final de inglés y tu curso semi-avanzado de francés, pero no estás siendo de ayuda ahora que decidiste ser muda.
-Lo siento –me acomodé en la silla- leeré el menú para ustedes. –dije pasando mi atención un segundo a la comida de mis amigas.
***
Llevaba dos días, habían pasado 48 frías horas buscando a Camila en cada lugar que asumí ella podría visitar, pero no fue tan simple, ni remotamente lo fue. No hubo posibilidad de que ella atendiera una llamada, de hecho su teléfono ni siquiera parecía estar en funcionamiento. Tampoco sus amigas me hicieron posible un contacto, nada estaba resultando y cuando abordé ese avión no creí que fuese tan improbable verla aquí, pero la idea de esperar dos o tres semanas para verla en México tampoco era aceptada por mi cabeza. Sí, era tan romántico como estúpido lo que había hecho someterme a las calles heladas de la ciudad tan inmensa con solo la “idea” de que ella puede estar por aquí, eso no era racional, nuevamente nada de lo que hacia lo era.
-¿Dónde estás ahora mismo? –Pregunto Ally notablemente preocupada- quiero que camines al local mas cercano que veas, mejor aun si es una cafetería o algo como eso. Te vas a morir congelado en esas calles Lauren.
-Es agradable, creo que comienzo a congelarme y dejé de sentir todo lo demás, incluido y dolor y la angustia –me burlé de mi fracaso- veo un lugar, parece un pequeño bar o algo como eso, veré si puedo conseguir algo caliente –avisé al teléfono mientras daba unos pasos lentos.
-Yo intentaré conseguir alguna información Laur, pero creo que es bueno considerar la idea de esperar por ella aquí, en la ciudad, en una que si conoces –sugirió mi pequeña amiga.
-Tal vez aun no he buscado lo suficiente… el lugar es grande –dije mirando alrededor antes de entrar en aquel pequeño bar- ella podría estar en cualquier sitio.
-O podría estar en otro lugar, no es como si Ariana fuese la ama y señora de la verdad, Laur… -ella suspiró- tal vez deberías programar ese vuelo para mañana en la noche de regreso, aquí podremos pensar mejor sobre tu siguiente movimiento.
Terminé de hablar con Ally convencida de que lo mejor que podría hacer era irme nuevamente a México, estaba siendo estúpida al creer que iba a encontrarla y fui más estúpida al creer en lo que la tal Ariana me dijo. Ella no tenia razones parar querer ayudarme, eso era un hecho. Me senté en una mesa de dos, la más apartada del lugar, no era exactamente un bar y tampoco un restaurante, era una mezcla de ambos, un lugar donde vienes a relajarte, supongo. Habían bonitas pinturas y todo era muy tierno, algo que me hacia un poco de daño, considerando la situación en la que estaba, vi este pequeño letrero al pie de una pintura "Les gens qui veulent fortement une chose sont presque toujours bien servis par le hasard", me pregunté que tan fuerte tenia que desearlo para tenerlo de vuelta. De cualquier forma entré en línea a reservar mi vuelo, mientras tomaba un chocolate caliente e intentaba que Camila respondiera a mis llamadas, perdí la noción del tiempo. La noche cayó como un rayo y antes de darme cuenta otro día había pasado, en la tarde estuve lista con mis maletas hechas para abandonar el juego, había perdido y tenia que irme con dignidad, mientras la tuviera. Comenzaba a nevar, esperé pacientemente por un taxi en el lobby del hotel finalmente al abordarlo me perdí en la vista de las calles, salí considerablemente temprano, esperaría un largo tiempo en el aeropuerto, pero no tenia mas que hacer. Había un ambiente festivo por la ciudad, chicos y chicos alegres recorriendo las calles en baje la capa de nieve que comenzaba a formar, fue entonces que vi una pista de hielo llena de varios cientos de personas, tuve que parar allí.
- Arrêtez-vous ici, s’il vous plaît. –pedí al conductor al ver la pista, tenia que salir un momento, tal vez ver eso, la nieve, pensar por un segundo más, tenia que hacerlo- Merci.
El señor bajó mi maleta y me preguntó si estaba segura de querer quedarme allí, no lo estaba, pero ver a ese montón de gente feliz, me hizo sentir un tanto inquieta, yo quería estar feliz, aunque fuese un segundo, así que necesitaba estar allí. La cantidad de personas aumentó y disminuyó conforme pasaron los minutos, risas, gritos, leves caídas, todo eso acompañado de un sentimiento de ansias, eso era lo que me embargada mientras veía a todo allí. Las horas pasaron, si quería llegar al vuelo tenia que salir durante la siguiente media hora, pero era un hecho que no podría llegar, además tendría que correr, literalmente, para conseguir poner un pie en ese avión, el frio me tenia inmóvil, no sabia cuán helado estaba hasta vi con mas detenimiento a todos a mi alrededor. Bufandas, guantes, abrigos y mas abrigos sobre esos abrigos, yo por otro lado no estaba tan cubierta como ellos, pero increíblemente no sentía nada. Me perdí en la vista de las montañas con sus altos picos blancos, dejé de oír, de pensar, de querer, incluso dejé de culparme por todo. Solo por un momento decidí que iba a recordar a Camila, a nuestra historia, a esto su amor por mí como algo bueno, sin prejuicios, ni culpas, sin dolor o reclamos. Y finalmente sonreí, lo hice porque fue lindo, lo nuestro fue lindo, el tiempo que duró, el tiempo que pudo, fue bueno, fue único. Pero también lloré un poco. Lo hice al entender que probablemente esto era todo. Además de saber que ella será perfectamente feliz en un futuro, porque después de todo ella merece a alguien que la cuide de verdad, alguien mejor que yo. El cielo cambió de color, una mezcla de azules, rojos y naranjas, todo combinando soltando suaves copos de nieve helada.
-Pardon, Mandame… -un chico se acercó- ¿Quiere patinar? –él frunció el ceño confundido sobre que idioma debía usar.
-No sé si sea buena idea –dije dudando un poco sobre ese plan, pero ya estaba aquí, no veía porque no hacerlo- ¡qué más da! –Exclamé- oui, oui. –dije regalándole una sonrisa. Tenia que sentirme algo mal, aunque negara esas emociones, pero la ultima vez que patiné con alguien ese alguien fue Camz, así que no fue tan simple no traerla de nuevo a la mente. Después de todo es allí donde ella habita permanentemente ahora. Un giro torpe me llevó a tropezar fuertemente con alguien, caí golpeando mi codo.
-Este es sin duda el último lugar donde creí encontrarte… -mi voz vaciló por un instante. Yo no creía que fue posible o incluso real.
-Eso dicen todos los acosadores. –ella contestó poniéndose de pie tan rápido como le fue posible
