“¿caos o un poco de suerte?”
-¿No que el número es nuevo? -pregunta inquieta, con sus infinitas dudas, cuestionando todo.
-Lo es -respondo tranquila, serena, como siempre.
-Pues regístrame en él, además si es nuevo, ¿quién mas podría estar llamándote? -vuelve a sus cuestionamientos.
-No eres la única persona que conozco en México –digo algo calmada, con una leve sonrisa que se escapa debido a su imprudencia, típica de los adolescentes.
-Bueno ya entendí… Grábame en el registro -insiste como si fuese vida o muerte.
-Lo haré -garantizo- ¿Qué quieres? -pregunto mientras reviso las carpetas sobre la mesa y echo un vistazo en general al lugar para ver si aún ellos escuchan mi conversación.
-¿Estás ocupada? -pregunta como si de verdad mi respuesta fuese a interferir en su llamada, pero sé que no lo hará.
-un poco -digo dejando lo que miraba y ahora observando el gran balcón.
-el taller me dio respuestas, pero tenemos que pasar igual por allá.
-¿Tenemos? -ahora hacemos cosas juntas, está loca.
-Te recuerdo que tú dañaste mi scooter con tus imprudencias al volante, ahora yo necesito salir de aquí y regresar pronto a mi casa, ya tengo planes está tarde y si tu no hubieses dañado mi moto estaría camino a cumplirlos -explica haciéndome sentir responsable y eso que sigo convencida de la culpa del choque la ha tenido ella.
-Bueno, pero ahora tengo que arreglar unas cosas y luego ir por unos papeles no creo que pueda estar en tu escuela en este momento.
-Podrás. Te veo en la salida dentro de una hora. -cuelga, no escucha respuestas ella solo cuelga.
«¿Ahora en que me metí? »
-¿Jefa todo bien? -pregunta la secretaria- ¿usted tiene hijos? No lo sabía.
-No, no los tenía, hasta hoy… -digo sentándome nuevamente en mi escritorio y dejándolos algo confundidos, en breve se van y yo… Parece que tengo hacer lo mismo.
Manejo mi auto chocado, no sé como le explicaré a la gente de la empresa que en menos de 48 horas ya me lo han chocado, y obviamente no quiero explicarlo, porque es un Hyndai Equus 2014, negro, no solo nuevo, es impresionante, es único, es de la empresa y es nuevo, chocado y nuevo. Llego hasta aquel colegio, ahí donde estudió Ally antes de mudarse a NY, un montón de chicos afuera, entre besos, cigarros, gritos, la vida, la plena juventud, despreocupados, desinteresados, jóvenes al fin. Y prácticamente sin darme cuenta ella ya está dentro y tirando nuevamente la puerta.
-Podrías cerrar con delicadeza, ¿es mucho trabajo? -pregunto en cuanto ella entra.
-¿Eres siempre así de pesada o solo estás de malas hoy? -responde con otra pregunta, típico.
-Yo siempre estoy muy tranquila, generalmente de muy buen humor, pero tú… -prefiero no completar la frase- tú ponte el cinturón. Y doy marcha.
Ni siquiera podia disfrutar de mi apreciado silencio, en mi apreciado auto, en mi apreciada hora de almuerzo, que de hecho, también interrumpió.
-¿Qué sabes de mi? Solo nos hemos topado dos veces, el mismo día, pero dos veces -le digo sin intenciones de obtener respuesta, solo para callarla por unos minutos.
-Que vas tratando de gritarle al mundo que tienes mucho dinero -responde prepotente, ¿no se va a callar?, me doy por vencida.
-Pero que dices, ni hemos hablado por un momento de eso, creo que estas loca. -de hecho, estoy segura.