19 de septiembre del 2017
Fernanda estaba del otro lado del mar, sus ideas acerca de la vida estaban cambiando rápidamente, se encontraba en una avalancha de sentimientos y aprendizaje que todavía no comprendía del todo.
Ya habían pasado muchos años desde que había pisado por primera vez aquellas tierras lejanas, pues a pesar de que su trabajo la llevaba por muchos pueblitos y ciudades, no había tenido la oportunidad de detenerse en la ciudad en la que ahora se encontraba. Había asistido a varias fiestas, y se había peleado con un viejo amor mientras miraban juntos un vídeo musical en medio de la fiesta.
Los niños los rodeaban y se habían colocado justo en la mesa del centro, entonces el chico se dirigió a Fernanda.
—¿Ya no me quieres?
Fernanda volteó a otro lado y se alejó. Una lagrima se alcanzó a ver en su mejilla.
—¿Qué es lo que te pasa, acaso ya no quieres hablarme?
—Es que has cambiado mucho, no te ves igual que en las fotos.
—Esas fotos de las que hablas fueron tomadas hace dos años. En esa época todavía no me salían canas.
—No es eso, es que en ellas te veías... diferente.
—Pero ese no debería ser un motivo para que dejes de hablarme.
—Quieres dejarme en paz por favor.
Fernanda siguió comiendo su helado y se acercó a una de las niñas que se encontraban en la fiesta, mientras Jorge se fue a sentar a un rincón con un cono de helado en las manos, preguntándose qué era lo que le pasaba a su amiga. Había sido todo tan lindo mientras mantenían esa relación que había iniciado por unas miradas en la distancia. Ahora que se encontraban uno frente al otro, como las canciones antiguas de la radio, no encontraban nada que decirse.
Tal vez era que Fernanda había cerrado un ciclo en su vida, pero Jorge no lo comprendía. Las mujeres a veces tomaban decisiones y aparentemente no les tomaban en cuenta, al menos eso querían creer, pero la verdad es que las mujeres siempre envían señales y si no sabes interpretarlas, ese ya es tu problema.
Fernanda había mudado sus sentimientos a otro puerto y ahora, Jorge se sentía engañado.
—Pero por qué me has hecho esto Fernanda, acaso no te importan mis sentimientos.
—No me hagas esas preguntas, porque no te las voy a responder.
En ese momento intervino María José:
—Tantas mujeres que hay en el mundo, y te pones a estarle rogando a Fernanda, Jorge. Te falta tanto por aprender.
—Amo a Fernanda y voy a luchar por su amor.
—Es una batalla perdida, querido Jorge, cuando una mujer te saca de su vida, no hay forma de que vuelvas a entrar en ella.
—No te comprendo, por que me estás diciendo eso, acaso te ha dicho algo Fernanda.
—No necesito ser un genio para darme cuenta de lo que está pasando, aquí ya no hay esperanzas, todo está perdido.
—No puedo creerlo.
—Pues velo creyendo, porque Fernanda no volverá contigo, ya mejor búscate otra.
—Te quieres callar por favor, María José.
—Por qué me callas, es la verdad.
Fernanda salió de la sala y se retiró. Jorge se quedó mirando en la televisión un video de una chica que bailaba alegremente en una fiesta.
YOU ARE READING
El jardín de Jazmín
De TodoLa historia de Jazmín, su jardín y los animalitos que le rodean.