Martes 3 de octubre del 2017
Fernanda, Ricardo.
—Deberías dejar de andar detrás de quimeras.
—Déjame, María José, estoy tratando de hacer algo con mi vida.
—Le llamas hacer algo con tu vida a andar detrás de una mujer que ni siquiera sabe de tu existencia.
—No solo ando detrás de Fernanda, estoy construyendo mi futuro.
—Entonces, ¿qué es lo que vas a hacer a cada uno de sus conciertos?
—Estoy tratando de construir un mapa.
—¿Un mapa? ¿De qué estás hablando?
—Es un campo de acción, estamos colocando fichas de ajedrez en lugares estratégicos.
—¿Fichas de ajedrez? ¿Qué quieres decir con eso?
—Es una metáfora, en realidad me refiero a crear situaciones.
—¿Qué tipo de situaciones?
—Demasiadas preguntas, si no te interesa lo que hago, no deberías preguntar tanto.
—Solo te pregunto por curiosidad.
—Hace unos momentos me dijiste que no te importaba, no veo por que contestar a todo eso.
—¿Dijiste, "estamos"? ¿Tú y cuántos más?
—Fernanda y yo.
—Pero si ni siquiera la conoces, jamás se han hablado.
—Tú no entiendes nada, esto es algo mucho más allá de la comunicación tradicional.
—Lo único que veo es que has entregado todo tu tiempo y dinero a perseguir una empresa sin sentido y sin lógica. No comprendo que te mueve.
—No necesito que comprendas, me basta con saber que estoy haciendo lo correcto.
—Llamas hacer lo correcto a irte detrás de una artista a tu edad como si fueras un adolescente .
—Así es como funciona esto, no quieras convencerme de lo contrario porque no lo vas a conseguir.
—¿Y tú, ¿qué ganas con esto?
—Aprendo, esa es mi recompensa.
—Estás loco. Pero, dime, ¿cuál es tú meta final?
—La meta final no es realmente importante, sino el camino recorrido.
—¿Quieres decir que no te importa cuál sea el resultado de esto con tal de mantenerte en esos viajes locos de los que regresas devastado y sin un centavo en el bolsillo?
—Sí me importa, pero el final será el que tenga que ser y no debo adelantarme en este momento a buscar algo que cuando llegue no habrá más por conseguir y que representará el principio de la decadencia.
—A mí no me digas nada, ya tienes seis meses de que se te ha metido esa idea y no has conseguido absolutamente nada.
—Claro que sí, solo que no voy por ahí pregonándolo.
—Y se puede saber qué es eso que has logrado.
—No es necesario que lo sepas. De cualquier modo, no crees en mí ni en los pasos que doy, por lo tanto, no es necesario que sepas.
—Contigo no se puede.
—Estoy intentando hacer algo y tú quieres echar a perder mis avances, será mejor que mantenga la distancia contigo, querida amiga.
Faltando dos días para que Fernanda venga de nuevo, esta vez se presentará en un teatro de la ciudad de San Diego, debo salir a tiempo para estar allá con un par de horas de anticipación.
Ricardo llegó hasta el concierto de Fernanda, se sentó en una de las butacas de enfrente y ahí permaneció hasta que terminó el espectáculo. Había comprendido que cada Show era como una receta que había que cocinar siempre con los ingredientes y tiempos precisos para obtener los mejores resultados. En estos momentos se daba cuenta de que por el momento era uno de esos ingredientes y eso le tranquilizó un poco.
Cuando Fernanda terminó de cantar y desapareció detrás del escenario, alguien se acercó a Ricardo.
—Hola, Ricardo, ¿cómo estás? ¿Has traído lo que me dijiste?
—Aquí tiene, Alejandra, es lo mejor que he logrado hacer con el tiempo reducido.
—Eso es suficiente por ahora.—¿Cree que pueda hablar con Fernanda por un momento?
—No lo creo, porque está ocupada en una junta.
—De cualquier forma, ahí está todo, confío en su palabra. Por favor, no lo tome a la ligera.
—Claro que no, no solo dependes tú del resultado de esto, sino todo el equipo.
Ricardo se retiró y la chica desapareció detrás de las bambalinas.
Alejandra entró al camerino de Fernanda con un USB en las manos.
—¿Hablaste con Ricardo?
—Así es, Fernanda, me ha entregado este USB, dice que ahí se encuentra todo.
—¿Qué es lo que vamos a hacer con este material, Alejandra?
—Por el momento revisarlo, es posible que no sea lo que estamos buscando.
—Espero que esta vez sea el indicado, esta semana ha sido muy pesada y ya quiero dejar todo como corresponde.
—Alejandra conectó el USB a la laptop y vio un resumen en la pantalla.
Se trataba de una historia acerca de un vagabundo.
—¿Qué se supone que haremos con algo así? —preguntó Fernanda molesta al pensar que debían buscar una alternativa.
—Espera, no juzgues el total de la obra por las primeras palabras.
—Creo que estamos perdiendo el tiempo, mejor vámonos a dormir, este proyecto no reúne la fuerza necesaria para convertirse en algo productivo. Solo estamos perdiendo el tiempo.
Alejandra comenzó a leer:
Mauricio decide abandonar a su familia cuando esta se opone a que estudie música, al terminar sus estudios, se dedica a vagabundear por la ciudad mundándose a una cabaña frente al mar. En este ambiente paradisiaco, Mauricio se aleja de la sociedad y se acerca cada vez más a la naturaleza. Durante el periodo de soledad, Mauricio entablará conversaciones con seres ficticios que le llevarán poco a poco a hacerse la pregunta de si ha perdido por completo la razón. Una enigmática mujer de pantalones rojos está presente en todo momento en los lugares que acostumbra a ir Mauricio, esto lo hace dudar aún más de sus facultades. Al final, las visiones desaparecen, menos la mujer de pantalones rojos, la cual es la única aparición que jamás le dirige la palabra.
Mauricio tiene un encuentro con su padre, el cual le visita en forma de un ave, sin embargo, ninguno de los dos tiene conciencia de ello hasta que Mauricio decide visitar a su padre después de todos esos años de ausencia. En ese momento todos los misterios del ave y la mujer del pantalón rojo son develados.
Alejandra se quedó reflexionando acerca de el contenido del USB, sin duda la historia no parecía muy interesante a simple vista. No podía dar una respuesta a Ricardo, puesto que no había leído el libro. Lo más seguro era que se tratara de otro intento mediocre como todos los anteriores. Ricardo había demostrado no tener talento para escribir, sin embargo se le habían dado varias oportunidades y las desperdiciaba una tras otra. Se quedó un momento reflexionando en la posibilidad de darle oportunidad a otro y olvidarse de Ricardo. Luego se recordó todas las horas invertidas en ese libro y trató de respirar profundo y ponerse manos a la obra, se sentía trabajando sobre algo que sabía desde antes de enviarlo que no iba a proceder.
Se prometío leer la obra completa, al parecer no pasaba de las ciento veinte páginas, según las palabras de Ricardo, le comentó que esto podía cambiar si así se le requería, aunque esa cantidad de páginas le pareció suficiente para no hacer pesado un libro con las imágenes absurdas de un esquizofrénico sin hogar.
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El jardín de Jazmín
RandomLa historia de Jazmín, su jardín y los animalitos que le rodean.