22 de noviembre del 2017
Justo a las seis de la mañana sonó el reloj, era la hora a la que se levantaba Jazmín para trabajar su jardín. Ese día no había sido la excepción y contenta tomó las herramientas, después de haber realizado algunas tareas sencillas adentro de la casa salió para comenzar la faena. Como de costumbre, Elio continuaba dormido en su cama con sus acostumbrados ronquidos y ninguna expectativa.
Jazmín continuó con sus actividades diarias, regó las plantas, podó el pasto, les puso abono. Todo esto l o llevó aproximadamente dos horas, cuando terminó se metió en la casa para preparar el desayuno.
Todavía acostado en la cama, Elio elevó la voz para preguntar a Jazmín si había terminado de hacer el desayuno, la chica respondió con un profundo silencio, por lo cual Elio volvió a preguntar:
—¿Jazmín tienes listo el desayuno?
Pero antes de que Jazmín contestara, afuera de la casa un ruido de un carro estacionándose los interrumpió. Se levantó dejando caer algunos objetos que había olvidado la noche anterior sobre su cama haciendo un gran ruido con ellos. Luego salió corriendo y le preguntó:
— ¿Esperas a alguien, Jazmín?
— Pero eres tontito, ¿aquien voy a esperar si no conozco a nadie en la ciudad? Con mayor seguridad te vienen a ver a ti.
—Pero yo no conozco quién es el dueño de esa camioneta.
—Lo mejor es que nos quedemos aquí y esperemos a ver qué es lo que quiere.
Una chica se bajó del vehículo, caminó hasta la entrada de la casa y tocó el timbre.
—¿Tienes idea de quién es esa chica?
—Jamás en la vida la había visto —contestó Jazmín.
—¿Piensas abrirle la puerta?
—No hay que ser descorteses. Nos hemos convertido en personas demasiado desconfiada. Lo que debemos hacer es indagar qué es lo que quiere. Si está en nuestras manos, adelante, le ayudaremos.
—A mí no me da confianza.
—¿por qué no sales mejor tú?
— Porque tú eres el hombre de la casa.
— Pero tú eres una mujer, entre mujeres se entienden mejor.
—¿Por qué mejor no me dices que tienes miedo? ¿No será que tienes algo?
—¿No será que le debes algo?
—Lo digas tonterías . ¿Qué le voy a deber yo?
—¿Y por qué no? Puede ser que te hayas enredado con alguien, y ahora no quieres hacerte cargo de ella y de tus responsabilidades.
—Jazmín, tú me conoces bien. Sabes que yo jamás haría algo así.
—Siempre hay una primera vez.
—Soy demasiado inmaduro, no me interesa mantener ningún tipo de responsabilidad, así que no esperes algo así de mí. Primero muerto, que meterme con la chica para después abandonarla para que me siga toda la vida.
—Pero ya deja de estar perdiendo el tiempo y ve a ver qué es lo que quiere.
—No voy a salir, salto, Jazmín.
—Está bien quédate acostado en la cama, cobarde.
Jazmín salió a ver lo que quería la chica.
—Hola, buenos días, mi nombre es Mariana, alguien me dio su dirección.
— Ah sí, ¿cuál fue el motivo por el cual le han dado mi dirección?
—Usted posee algo que me tiene que entregar.
—¿Y qué es ese algo?
—Ese es el problema, no me dijeron que era.
—¿Y usted qué piensa hacer?
—Recoger eso que usted me tiene que entregar.
—Le repito, no tengo nada que para usted. Ni siquiera sé quién es usted. Nadie me avisó de su llegada. ¿Cómo podría saber lo que le tengo que entregar?
—Eso quiere decir que me ha engañado? He viajaba hasta acá sólo para verla a usted, y ahora me dice que no tiene nada que entregarme y no sabe de qué estoy hablando. Entonces, con su permiso, me retiro. Muchas gracias por recibirme en su casa.
—Espere un momento señorita. ¿Me podría decir, por favor, quien le dio mi dirección?
—Se trata de una desconocida, no sé cuál es su nombre. Me dijo que usted la conoce.
— ¿Y no le dio ninguna otra referencia?
—Ya se lo dije, lo único de lo que habló fue algo que usted me tenía que entregar.
—Pero le dijo qué era.
—Sólo me dijo, que eso que usted tenía para darme, me serviría para mi crecimiento personal y espiritual.
—Así que se trata de eso, ¿qué podría entregarle yo que no dispongo de ninguna riqueza ni experiencia.
—No lo sé. Es usted quien debe darme la respuesta.
Ese momento otra camioneta llegó, se detuvo detrás de la del vehículo de Mariana y de esta descendió otra chica.
—Buenos días, Jazmín.
—Hola, Isabella.
—¿Se conocen? — preguntó Mariana.
—Sí —respondió Jazmín.
— Pues ha sido ella quien me ha pedido que viniera a verte.
—No entiendo, si Isabella vive en Polonia, ¿qué está haciendo aquí?
La segunda chica miró a los ojos a Jazmín.
—¿Recuerdas la forma en la cual nos conectamos la última vez?
—Así es.
—¿Me podrías decir cuál es esa manera?
—A través de los sueños.
—Ahora comprendes.
—¿Me estás diciendo que estoy dormida?
—Pero yo me acabo de levantar.
—Eso creíste, que te acabas de levantar, pero sigues dormida en tu cama y te lo voy a mostrar. Isabela tomó de la mano a Jazmín y la llevó a la recámara donde pudo verse a sí misma dormida sobre la cama.
—No entiendo lo que está pasando. ¿Qué estoy haciendo fuera de mi cuerpo?
—No te asustes, esto lo hecho todo el tiempo, sólo que no te has dado cuenta.
—Entonces ustedes no están aquí.
—Estamos aquí, pero no físicamente. Nuestro cuerpo está en otro lado. Venimos a visitarte.
—No entiendo porqué sigo dormida si me levanto diario a las seis de la mañana.
—Es que estás muy cansada, tuviste una batalla muy dura, ¿recuerdas? Estás recuperándote.
—Eso sí lo entiendo, pero podrías decirme por favor qué hace Mariana aquí.
—Mariana ha venido a buscarte porque te necesita,
—¿Sí?, ¿y para que?. Ella está comenzando a aprender estas cosas y debe pasar tiempo contigo, sólo habla con ella para que intercambien experiencias. Poco poco el diálogo les llevará al desarrollo y evolución que necesita cada una, por el momento no necesitan esforzarse.
En ese instante, un fuerte ruido proveniente del televisor de su hermano la saco del profundo sueño. Entonces las visitantes desaparecieron y Jazmín apareció en medio de la realidad m. Sólo se lo tratado en sueño.
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El jardín de Jazmín
De TodoLa historia de Jazmín, su jardín y los animalitos que le rodean.