024 Batalla en el mar

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31 de octubre del 2017


Jazmín se encontraba en medio de una playa de arena muy blanca y aguas transparentes. A unos cien metros de ella había una pequeña cabaña y a su sombra, una silla de madera de estilo rústico, sobre la silla había un coco y a un lado de la misma un par de sandalias que pertenecían a otra chica. La joven estaba nadando y Jazmín esperaba a que emergiera de las cristalinas aguas.

La otra chica salió de repente y traía en sus manos una estrella de mar.

—Mira lo que he encontrado, Jazmín.

—¿Por qué la has levantado? No la lastimes, por favor.

—No te preocupes, está fosilizada.

Jazmín no sabía quién era aquella mujer que la llamaba por su nombre ni tampoco lo que estaba haciendo en aquella playa. Mientras miraba a la mujer acercarse, tuvo la intención de preguntarle acerca de todo esto, pero ella no se lo permitió porque la tomó por el talle y le dio un suave beso en los labios.

—Te amo, Jazmín —dijo en su oído.

«Se trata de la mujer que me habló la mulata», pensó Jazmín quedando paralizada por el miedo a ser descubierta.

—Te has quedado muda. ¿Qué te pasa?

—Me he acordado de algo que debía hacer.

—Solo relajate y olvida las tareas.

—Se trata de algo importante.

—¿Qué puede haber más importante que disfrutar juntas de esta playa?

La chica sonrió y rodeó el cuello de Jazmín lanzándole una seductora mirada, luego continuó:

—¿Por qué no me acompañas esta noche a cenar? Te encantará.

Jazmín se quedó pensando en lo que debía hacer para «asustar» a la chica, se veía tan enamorada y tan tierna que no comprendía cómo alguien así quisiera hacerle daño. Se escabulló en el agua y la otra chica la siguió. El día estaba soleado y el agua tibia y transparente. El sol acariciaba la piel de las dos jóvenes dándoles un hermoso tono bronceado que iba con el par de figuras esculpidas en los días de la primera juventud. Las siluetas se apreciaban perfectas a contra luz en la lejanía. Mientras, Jazmín pensaba en cómo llevar a cabo su odiosa misión, y al cabo de unos minutos se le ocurrió algo que le daría un buen susto a su amiga desconocida.

Se acercó por detrás a la chica y cuando esta estaba apunto de darle un beso en el cuello, dio un pequeño grito y se dejó caer al agua permitiendo  que su cuerpo quedara sumergido como si estuviera muerta.

Esperaba que la rescatara inmediatamente o su teatro se vendría abajo, pues no creía aguantar sin respirar más de treinta segundos.

—Jazmín, ¿qué te pasa? —gritó, la otra chica aterrorizada y comenzaron a brotar lágrimas de sus ojos.

Con gran temor miró en rededor tratando de encontrar ayuda, pero no había nadie.

Con dificultad tomó a Jazmín por el talle y la llevó hasta la arena de la playa, la colocó con dulzura sobre la arena y procedió a darle respiración artificial. Jazmín no podía contener las ganas de reír cada vez que sentía el aire procedente de la boca de su amiga entrar en sus pulmones. Y se estaba preguntando porqué no le causaba repulsión que otra mujer tuviera contacto con ella.

Entonces recordó todo, se encontraba dentro de un sueño lúcido y tenía el control absoluto de lo que pasaba en este universo. Permitió que su cuerpo se diluyera en el agua como si fuese arena frente a los ojos atónitos de la otra chica. Esta quedó tan consternada que no supo que hacer y sólo se arrastró hasta la cabaña, como si hubiese sido víctima de algo que le hubiese arrebatado el alma.

Cuando la otra chica abrió la puerta, del otro lado había un rostro enorme que le esperaba y al tenerla enfrente dijo:

—Usaste artes oscuras para obtener el amor de Jazmín, ahora deberás recibir tu castigo, entra allá.

La otra chica quiso huir de la cabaña, pero una enorme lengua la enrolló y el rostro la engulló. Quedó totalmente cubierta por aquella boca gigante y fue masticada y deglutida sin que nadie pudiera ayudarla. Pasaron tan solo un par de minutos cuando el enorme rostro se comenzó a convulsionar. Jazmín sabía cuál sería el resultado de aquella grotesca escena. Aquella enorme boca regurgitó a la otra chica la cual apareció cubierta de una sustancia pegajosa y pestilente.

Se quedó un rato sobre la arena, y a un lado se encontraba Jazmín, mirándole con indiferencia.

La otra chica se postró ante ella y besos sus pies, luego le pidió perdón humillándose.

Jazmín hizo un movimiento con su mano y la otra chica fue liberada.

En ese momento despertó muy turbada. Con pesadillas como aquella no podía dormir. Se levantó y dio una vuelta por su jardín para distraerse y olvidar. Afuera, una pequeña oruga yacía sobre una hoja y al ver a Jazmín dijo:

—¿Por fin te has deshecho de la mujer oscura?

—No comprendo, porque debo castigar así a las personas, no deseo hacerlo.

—No se trata de ti. Fue su culpa

—Quiero olvidarme de todo, no deseo hablar más de eso, adiós.

La chica dio media vuelta y volvió a su casa. Dentro Elio dormía y sus ronquidos se escuchaban por toda la casa. Jazmín se prometió no comer antes de ir a dormir, quizá de esta forma las pesadillas desaparecerían.

Al regresar a su habitación, en una esquina esperaba la mulata del vestido rojo.

—Saludos.

—¿Ahora qué es lo que quieres?.

—Solo felicitarte por tu hazaña. Una gran victoria.

—No me hace gracia lo que hice.

—Tú no tienes la culpa, fue ella la que ocasionó que le pasara eso. Ahora, si me permites, tengo que retirarme.

Jazmín se quedó pensativa sobre su alcoba, se preguntaba si lo que le estaba pasando era real o en verdad estaba enferma. Los ronquidos de su hermano le hacían sentir impotente. No podía concebir que no tuviera el más mínimo interés por su situación. Si su hermano hubiese pasado por lo mismo , ella le hubiese ayudado, y se hubiera mantenido al pendiente, pero ni siquiera le daba los buenos días en la mañana, sólo se la pasaba mirando la televisión.

Poco a poco, sus preocupaciones desaparecieron y se entregó de nuevo al descanso. El cansancio ganó la batalla al miedo y Jazmín fue cayendo en un sueño profundo, relajante y sin pesadillas, solo rodeada por lavtranquilidad.

El jardín de JazmínWhere stories live. Discover now