27 de septiembre del 2017
Fernanda estaba sentada en medio de la fiesta, el encargado del evento la tenía en la mira y no le permitía ni que se moviera. La música disco retumbaba en los altavoces sin dejar comunicarse con libertad a los asistentes, siempre había algo que no quedaba claro.
Parecía un salón de una ranchería, era el tipo de lugar en el que se hacen los bailes en las zonas rurales, aunque se trataba del centro de la ciudad.
Fernanda vio entre la gente a un viejo amigo. Quiso saludarlo y detenerse a hablar con él, pero tenían algo que hacer, se trataba del encargado del evento y sus subordinados, un pequeño grupo de infiltrados en la fiesta que estaban ahí para armar alboroto. No era que quisiesen ocasionar un problema, solo harían la fiesta interesante.
Los infiltrados llegaron vestidos con impermeables negros. El hecho de que llevaran tapada la cabeza con las capuchas despertó de inmediato las alarmas entre los asistentes. Uno de ellos quiso detener su paso lanzando un jugo de naranja sobre el impermeable de uno de los miembros del equipo, aunque está de más decir que se le resbaló por encima.
Fernanda aprovechó el momento para perderse entre la gente, vio a su amigo que estaba moviendo un montón de bolsas de patatas a otro sitio, se unió a su faena y comenzaron a hablar.
—Hola, ¿Cómo has estado? Han pasado tantos años desde que nos vimos la última vez.
—Hola, muy bien. Desde que te fuiste siempre me acuerdo de ti.
—Pero qué es lo que estás haciendo con esas bolsas.
—Son de mi tío. Están en mal lugar, si las dejamos aquí, dentro de una hora no habrá ninguna.
—No creo que se las roben.
—No se las roban, se las comerán.
—Pero si están crudas.
—No conoces a la gente por aquí.
Fernanda se dirigió a una puerta.
—¿Qué hay del otro lado?
—Es una recamara.
—Es tu recamara.
—Sí, pero no entres, que está todo desordenado.
—Y eso que importa.
Fernanda abrió la puerta y se metió. Su amigo fue tras ella.
—¿Esa es tu cama?
—Sí, pero...
Fernanda ya se había quitado los zapatos y yacía en la cama.
—Estoy muy cansada, espero no te moleste que me eche una siesta de unos diez minutos.
—Claro que no, pero...
Antes de que el amigo de Fernanda terminara de hablar se abrió la puerta.
—¿Qué es lo que están haciendo aquí?
—Lo puedo explicar —dijo el amigo de Fernanda—. Estábamos...
—Qué me vas a explicar, si es evidente.
—No, espere, Fernanda estaba durmiendo.
—Sí, como no. Parece que le pago a Fernanda para que se venga a acostar con el sobrino del organizador.
—Estás siendo injusto, Alejandro.
—No soy injusto. ¿Al menos te ha pagado la noche?
—Alejandro, no te permito que me faltes al respeto, replicó Fernanda, enojada.
—No te he faltado al respeto, pero te estoy pagando cada hora que estás en el evento y te necesito allá afuera, pero nada más me descuido unos segundos y te vienes a revolcar con este.
—Nadie se ha revolcado con nadie. Estás alucinando.
—Te quiero fuera de inmediato.
—Ya voy, Alejandro, no es para tanto.
Fernanda se puso los zapatos y le dijo a su amigo:
—No te preocupes, a veces se pone así porque anda muy estresado y sus amigos lo presionan demasiado. Además, la mayoría de nosotros no hacen bien su trabajo.
—Pero por qué inventa que te has acostado conmigo.
—Alejandro así es, piensa que puede controlar mi vida privada, pero en el fondo no es malo. Solo un poco bruto.
La voz de Denise Gutiérrez sonaba en los altavoces desde una grabación, antes de que comenzara el concierto de la cantante Amber.
—¿Por qué tengo que pasar por cosas así?
—Si conocieras mejor a Alejandro te sorprenderías por todas las situaciones que hemos tenido que pasar sus trabajadores, es experto en crear ambientes extraños.
—¿A qué te refieres con crear ambientes?
—Pues algo así como lo que acabas de ver. Nada te asegura que sus gritos y su supuesto enojo, no sea solo una actuación. De hecho, los chicos de los impermeables están aquí para eso.
—¿Qué se supone que venían a hacer?
—Uno de ellos iba a sacar una trompeta, iba dar una orden que ejecutarían todos al mismo tiempo.
—¿Cuál era esa acción?
—Todos llevan trompetas y unas serpentinas y confetis debajo del impermeable, se estaban colocando en puntos estratégicos para lanzarlas al mismo tiempo y luego ponerse a tocar.
—Eso no parece nada del otro mundo.
—Lo que no te he dicho es que usarán un cucurucho con petardos que estallarán al tiempo que vuela el confeti, mientras otros golpean en la cabeza con sus instrumentos a otro compañero que fingirán una supuesta caída por el golpe.
—¿Y eso para qué?
—Quiere causar confusión.
—No entiendo.
—Tiene planeado, desviar la atención para otro lado. Mientras eso pasa, la cantante que está en el escenario correrá al camerino. Luego se les informará a los asistentes que se ha caído del escenario.
—No me parece divertido.
—A mí tampoco, pero no se trata de eso. Pretende hacer sonar las noticias en todo el mundo. Para cuando la noticia sea vieja, la señorita Amber parecerá sana y salva y todos contentos.
—Y si los medios de comunicación se enteran.
—Por eso están los amigos con los petardos, nadie sabe que detrás del escenario hay una red, por si alguien está atento, verán a Amber caer del otro lado desde muy alto. Con la confusión no le prestarán la atención debida, en esos segundos alguien quitará la red y Amber correrá hasta su camerino. Ya hay una ambulancia parada en la otra esquina que en el momento preciso llegará en silencio y al retirarse, encenderá las luces causando más confusión.
—¿Qué les pasa a ustedes? ¿Se han vuelto locos?
—Amigo, si supieras que todo en el mundo del espectáculo es mentira.
—Pero, esto es demasiado elaborado.
—Al contrario, es muy sencillo. Hay unos montajes magistrales que realmente te sorprenderían.
—No pienses en hacerme cómplice de esto.
—No te irás de la boca ahora que lo sabes.
—No me refiero a eso, sino que no voy a participar en el evento fraudulento.
—Con que no abras la boca todos contentos.
—Me hubiese gustado verte en otras circunstancias, Fernanda. Gracias por estar aquí de todos modos, me despido de ti por si no vuelvo a verte después del show.
Fernanda se despidió de su amigo de beso en la mejilla.
Después de escuchar unos petardos la gente comenzó a gritar y todo salió como lo había predicho Fernanda. No hubo lastimados y la gente se fueron a sus casas consternados por la caída de Amber.
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El jardín de Jazmín
AléatoireLa historia de Jazmín, su jardín y los animalitos que le rodean.