27 e octubre del 2017
Cleopatra estaba esperando a su prometido en un lujoso restaurante de la ciudad. Ya era la tercera vez que el mesero iba a recogerle la orden, y, Cleopatra, no estaba lista porque no había llegado su acompañante. Sin embargo, el mesero seguía insistiendo, a pesar de que ya sabía que mientras estuviera sola no haría su orden. En la puerta había una pareja esperando una mesa, el restaurante estaba lleno. La cuarta vez que el empleado pasó a la mesa, la chica abrió su cartera y entregó trescientos pesos al empleado. Éste le dijo que no quería dinero, sino, la mesa, porque los clientes que estaban esperando eran gente importante.
Cleopatra metió su dinero de nuevo a la bolsa , y se levantó muy molesta de la mesa. Caminó hasta donde estaba el gerente y se quejó con él.
—No es posible que tenga un trabajador tan estúpido. ¿No encontró otra manera peor de decirme que necesitaba la mesa?
—Si me explica, quizá podamos resolver su problema.
—Demasiado tarde, el daño está hecho, no he venido a que resuelva mi problema, sino a presentar una queja.
—La escucho señorita.
—Su empleado me acaba de pedir que me levante de la mesa, para cederle mi lugar a alguien que, según sus juicios de valor, es más importante que yo.
—La señorita no estaba consumiendo nada —argumentó el mesero—, y tenía esperando afuera diez minutos al gerente del banco Santander y a su esposa.
—Señorita, creo que aquí no hay nada más que agregar. Si alguien estaba esperando la mesa y usted no estaba consumiendo, es lógico que se le pida de la forma más amable que se retire.
—¿Se está poniendo de parte de su empleado? Debí suponerlo. No se preocupe, es bueno saber qué atiende a sus clientes de acuerdo a su importancia. Me retiraré.
—Gracias —respondió el encargado del restaurante.
—Por cierto, si alguien pregunta por mí, dígale que me encuentro en el restaurante de enfrente, ustedes han considerado que no soy suficientemente importante y me han pedido que me retire.
—Señorita, creo que usted no ha comprendido —se quejó el mesero—, no quise decir que usted no sea importante...
—Sí lo dijo, no pienso seguir con esta discusión. Qué tenga un buen día.
Cleopatra salió enojada del local, pero, sin perder la compostura. Continuó su camino, cruzando la calle y entró al restaurante que había hecho referencia.
El ambiente era tenso dentro del local del que expulsaron a Cleopatra, a pesar de que ya habían pasado varios minutos.
Afuera un cliente bajaba de un auto de lujo. Se trataba de un famoso empresario de nombre Fabián Disalvo. Al entrar al restaurante, este preguntó por Cleopatra. En ese momento, al mesero se le vino el mundo encima.
—Un momento señor, por favor, déjeme ver si la persona se encuentra en el restaurante.
Se dirigió al encargado del local con timidez.
—Patrón, el señor Fabián Disalvo está preguntando por la señorita que acabamos de correr.
—No he sido yo quien la corrió. Recuerda que la señorita dejó un mensaje, entregárselo al señor y deja muy claro que fuiste tú quien la corrió y no el restaurant.
«Este pendejo se va a deslindar de toda responsabilidad», pensó el mesero, luego agregó:
— Pero, como voy hacer eso...
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El jardín de Jazmín
De TodoLa historia de Jazmín, su jardín y los animalitos que le rodean.