Capítulo 5

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Alex cerró la pesada puerta tras de sí

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Alex cerró la pesada puerta tras de sí. Nada más entrar, lo inundó rápidamente un aroma lejanamente familiar. Respiró ansiosamente esa droga que le recordó su hogar.

Evitó las curiosas miradas de quienes se encontraban en las mesas de estudio, y caminó velozmente por los pasillos de ese bosque antiguo repleto de historias y de conocimiento. Estaba avergonzado incluso de caminar, ya que sus pasos resonaban sobre la vieja madera como si el lugar estuviera completamente vacío. Pero había gente, libros, y sobre todo, silencio. Justo lo que no necesitaba, más Alex no sabía a qué otro lugar acudir, en ese colegio sintió que las paredes lo apresaban, el cielo se cerraba sobre sí, las habitaciones le quedaban pequeñas, necesitaba salir de allí, y cayó en el lugar quizá más congregado después del comedor.

Se ubicó detrás de la última estantería, tan alta como las columnas que sostenían la estructura medieval, en uno de los rincones donde se apilaban libros antiguos de botánica y herbología. Nadie estaba estudiando en ese sitio. La luz del mediodía daba de lleno contra la mesada, contra los libros, iluminaba un lugar con calidez, cuando el día era aún tan frío que helaba la sangre.  Había que entrecerrar los ojos para poder ver, pues la claridad cegaba, y las cortinas se hallaban replegadas para dar paso a la claridad.

Alex se puso una mano sobre la boca, tapándola, y reprimió un agudo alarido que hizo estallar sus lágrimas, dejándose llevar por su solitario momento de privacidad. ¿Adónde había ido a parar? Odiaba ese colegio, quería salir de allí, volver a su hogar. No iba a resistir lo que quedaba del año escolar.

Elián pareció salir de la nada en ese preciso e inesperado instante. Como un ser luminoso que se filtró a través de la ventana. Solo que en realidad, estaba sentado en la mesa, donde más daba el sol, recostado contra su asiento, observándolo con sus grandes ojos azules. Alex sintió palidecer, y su pulso se aceleró en cuestión de segundos. No sabía desde cuando estaba allí. lo había tomado por sorpresa completamente, y advirtiendo un estado de desesperación que no deseaba compartir con absolutamente nadie. Rápidamente le dio la espalda, dispuesto a huir de aquel lugar.

Pero se quedó.

—No te la esperabas ¿no? —preguntó el muchacho.

—¿A ti, ahí? N-No.

Elián le hizo un gesto con su cabeza. Alex comprendió que se refería a su mano, a la mano izquierda. Negó con la cabeza.

—Supongo que con el tiempo, te acostumbras —confesó—. A los castigos de Storm. Anticuados castigos mediavales.

—Pues lo estoy dudando.

—Soy Elián, ¿tú?

—Alexander, pero me debes recordar como el patético que llegó empapado al colegio.

—Oh, sí, memorable día, el de ayer —hizo una sonrisa de lado, al recordarlo —¿Qué piensas de Storm?

—N-No no lo sé. Es... diferente —dijo observando los libros a su alrededor.

© La Cima de las Tormentas [COMPLETA✔ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora