Capítulo 17

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El estruendo de cristales sobre el piso atrajo el envolvente silencio y la atención de todo el salón, incluso la música había dejado de sonar, cortando abruptamente y sumiendo a todos en una sorpresa inesperada

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El estruendo de cristales sobre el piso atrajo el envolvente silencio y la atención de todo el salón, incluso la música había dejado de sonar, cortando abruptamente y sumiendo a todos en una sorpresa inesperada.

El joven atinó a bajar al suelo pero estaba inmovilizado de forma permanente, sin dejar de observar a ese chico... esa chica, ¿Alena Bizancio?

—¿E-eres tú? —le preguntó, tragando saliva, la recorrió descaradamente desde el cabello hasta los zapatos.

Alena escuchó los latidos de su corazón salírsele del pecho como un huracán en plena revolución. Quiso esconderse donde fuera, pero no había nada cerca, se había quedado paralizada de espanto, al ser reconocida por su ex novio. Lo único que pudo hacer es ajustarse los lentes, y fingir.

—No, no soy yo —mintió.

El  chico esbozó una sonrisa divertida, olvidando el incidente de las copas, y profundizó su mirada atravesando todo el escudo protector de Alena. A él no podía engañarlo.

—¿Qué estás haciendo en Storm? —hizo caso omiso a la declaración de la adolescente.

Alena le hizo una seña para que bajara la voz, completamente aturdida. Si bien Günther no gritaba, a ella le parecía que su voz era emitida con amplificadores y resonancia acústica dentro del comedor del colegio.

—Después te explico —susurró—. Me tengo que ir, adiós —intentó echar a correr, pero la mano de Günther se cerró sobre el antebrazo de la muchacha.

—Explícame que haces tú en lugar de tu hermano. ¿Y... dónde está Alexander si tú estás aquí? —preguntó con absoluta confusión, los hermanos Bizancio habían desaparecido de Walddorf como si se los hubiera tragado la tierra, pero ella estaba allí, vestida de hombre.

Alena se vio cercada, de no ser porque un hombre adulto se acercó con cara de muy pocos amigos hacia el joven, y le ordenó con severidad limpiar el desastre, ella no habría tenido escapatoria. Exhaló varias veces cuando se detuvo en la parte de afuera, donde momentos antes, Elián había estado fumando.

Con un nudo oprimido, en su garganta y en el estómago, su propio susto fue aplastado por la imagen desgarradora de su chico pálido y ojeroso a gusto con esa rubia elegante y femenina. Intentó tragar saliva, pero se sentía completamente descompuesta. Quería llorar, gritar, patear lo que fuera, y huir... de la vista de cualquier persona que se relacionase con Storm Hill. Todo lo que hizo, aunque estaba arrepentida, igual no había servido para nada. Su inteligencia no era capaz de comprender qué era lo que Elián sentía, ¿le atraían ellas o ellos? ¿Por qué hacía que todo el colegio hablase de él y tentaba su permanencia dentro del internado?

Pateó algunas piedrillas del suelo, con sus manos a los bolsillos, pasándose la mano de vez de cuando por su cabello. Muchas actitudes masculinas las estaba incorporando a su propia conducta. ¡Se estaba transformando en un muchacho! Y se estaba dando cuenta, justo en ese momento, cuando aparecieron esas odiosas señoritas del Saint Louis a ligar con los estudiantes de su colegio, con sus elegantes vestidos y peinados y sus modales de niñas de sociedad.

© La Cima de las Tormentas [COMPLETA✔ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora