Capítulo 11

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Una multitud de estudiantes se encaminó por los pasillos en dirección a sus clases

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Una multitud de estudiantes se encaminó por los pasillos en dirección a sus clases. Contrariamente, Leopold caminaba en el sentido opuesto. Había pasado por un momento desagradable con el Director. Y toda la responsabilidad, juzgaba, era en su mayor parte del novato becado.

"El Director", era una broma interna que utilizaban los alumnos de Storm Hills para referirse a una mujer, que era en realidad, la directora, utilizando el término entre pasillos, y en sentido de burla. Era de una altura anormal para su género, e insistía en vestirse de forma masculina para representar una autoridad que era por legitimidad histórica, el lugar para un hombre. Se sentaba a la cabeza junto con otros profesores, los cuales sí eran acordes al sexo que se esperaba que integrara el plantel de Storm. Su aspecto era sumamente severo, y su expresión, formal e invariable, como si en realidad lo que comandara fuese un ejército y no un colegio. Toda su apariencia la identificaba como un sujeto.

Era intimidante, tanto para los alumnos del internado, como para su propio hijo. Y la forma en la que salió de su oscuro despacho, solo evidenciaba el momento de maltrato que había recibido por parte de su madre. Además, el tema se había desviado como siempre, hacia lo que más detestaba su madre de él.

En su camino, divisó a Alexander, quien caminaba rumbo a la biblioteca. El novato se la pasaba más allí que en cualquier otro lado. Apresuró sus pasos rápidamente tras él, y cuando estuvo a escasos centímetros, lo aferró por la chaqueta y lo aprisionó contra la pared. El semblante de Alex estaba pálido y asustado, lo había tomado por sorpresa, y Leopold era inalcanzable en altura como para asestarle un fuerte puñetazo.

—Escúchame... Alexander, no sé qué tienes, ni por qué mi madre se las empeña contigo. No te soporto, no soporto lo que hiciste con André. Pero si provocas que lo saquen del Colegio... estás muerto. Yo mismo te mataré.

—N-No entiendo de qué hablas —se excusó Alena, ignorando lo que había pasado hacía unos momentos.

—Les ví, juntos. André no merece que lo echen. Y tú mereces volver rodando hacia el pueblo de una patada —Leopold recordó aún más cuestiones por las que detestaba a Alexander —Y además, no le crees falsas esperanzas, si no quieres nada con él. ¿Entendiste?

—Yo no he provocado nada...

—Claro que no, mientras no duermas en su cama. A nadie le importaría si te corren de aquí. Pero André tiene que mantener una reputación.

—Créeme que lo entiendo.

—¡No, no lo entiendes! —lo aferró aún más fuerte.

Aunque había alumnos que pasaban y no se atrevían a voltear la vista cuando Leopold se ensañaba con alguien, sí una persona que presenció todo se acercó con decisión a ambos, con sus manos metidas en los bolsillos, completamente despreocupado, en apariencias, aunque sumamente atento a la situación.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Elián, observando a Leopold primero, y a Alexander después.

Alena casi agradeció que apareciera él. No es que esperara que hiciera algo por ella, pero Leopold estaba demasiado amenazante como para poder probar sus fuerzas con él, y su espalda contra la pared estaba logrando que pudiera ver las estrellas incluso de día. Sabía que aunque intentara defenderse, no lograría más que unos arañazos en su rostro.

© La Cima de las Tormentas [COMPLETA✔ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora