—Por favor entra, por piedad. Te necesito. Por lo que más quieras... —son mis suplicas a mi móvil mientras doy vueltas de un lugar a otro en mi habitación, buscando una señal que se niega a llegar.
¡No puede ser! Estoy incomunicada en este lugar.
Deseo llamar a mi adorada tía, ver como está y de paso contarle cómo estoy yo. Por otro lado, es su cumpleaños y ya que no puedo estar ahí para darle besos y abrazos como en los últimos ocho cumpleaños que pasé a su lado, al menos quiero llamarla para felicitarla. Sin embargo, mi celular no colabora y no logro comunicarme por la falta de señal.
—Mierda, mierda y más mierda... —grito, con frustración, aunque continúo sin querer rendirme.
En la hacienda hay teléfonos de línea para una mejor comunicaron, sin embargo, para mi mala suerte están fuera de línea a causa de una tormenta eléctrica ocurrida en días anteriores, por lo cual mi única opción es mi móvil.
A Lucía aparte del gran cariño, le tengo también un agradecimiento inmenso por las fuerzas que me dio cuando llegué a Miami, buscando un consuelo que no dudó en darme multiplicado por cien. Hoy está cumpliendo sus cuarenta y tres años, pero esta tan bien conservada que luce de unos treinta y cinco más o menos. Come saludable, hace ejercicio constantemente, y sobre todo, es muy trabajadora.
Ella y mi padre, que en paz descase, no nacieron en ninguna familia adinerada, al contrario, vienen de lo más bajo. De hecho papá trabajaba en la hacienda del abuelo, era un peón del que su niñita consentida se enamoró perdidamente. Según lo que se me contó mi abuelo no aceptaba su relación en un principio, pues como todo padre quería que su hija, mereciéndose algo mejor según su perspectiva, contrajera matrimonio con el hijo o nieto de algún hacendado del pueblo, sin embargo, nada pudo hacer ante el amor que ellos dos sentían. Por lo que sé tuvo que aceptarlo como su yerno si no quería perder a su hija, que tristemente de igual modo perdió cinco años después de mi nacimiento. Lucia, a diferencia de mi padre que vivió aquí hasta que murió, se fue del pueblo con tan solo diecinueve años buscando un futuro mejor, hizo una carrera universitaria y hoy en día es la dueña de su propia empresa, con la que debo decir le va muy bien. Su único problema es que nunca se ha dejado atrapar por un hombre. No es que no haya tenido aventuras con alguno, claro que sí, es solo que mi tía es algo así como un espíritu libre y sin ataduras. Al menos eso es lo que ella dice siempre.
—Adelante —han llamado a mi puerta.
—¿Qué haces? —pregunta Kea por mis vueltas llamado la señal a mi móvil.
—Llevo casi dos horas buscando señal en mi móvil para llamar a Miami, y nada. Fracaso total —contesto a la pelicastaña—. Hoy es el cumpleaños de Lucia y quiero llamarla para decirle: feliz cumpleaños y con los teléfonos de la casa fuera de línea, no tengo muchas opciones. —Derrotada dejo caer el móvil a mi costado.
—Pues ni que le insistas, es muy difícil conseguir señal por estos rumbos para los teléfonos móviles —resoplo resignada—. A menos que mandes una carta o bien, salir de esta área e ir al centro no te comunicas. Tenemos una señal pésima.
—Tendré que ir al centro entonces, en un rato —musito, aunque no me apetece salir del rancho, pues todo lo que quiero es quedarme aquí encerrada pero mi tía no me perdonaría que no la llamara para felicitarla. Tiene amigas, pero como familia soy lo único que tiene.
Me dejo caer sobre la cama tirando el móvil a un lado.
—Disculpa lo cotilla, pero ¿a qué te dedicas en la ciudad? —Meto el cuerpo bajo mis pies, sobre la cama.
ESTÁS LEYENDO
Por una promesa © DISPONIBLE FÍSICO Y DIGITAL, AMAZON
RomanceCompleta/ Por tiempo limitado LIBRO 1 DE LA SERIE «AMORES INEVITABLES» Por una promesa es una historia de amor, pero también es de odios y rencores del pasado, una historia donde el odio juega un papel fundamental, y solo una fuerza mayor y superior...