Cara
El silencio nos domina por varios segundos y lo único que puedo escuchar es el sonido de mi sangre golpeando en mi oreja y los fuertes latidos de mi corazón que suenan amplificados.
—Cara—vuelve a repetir, con la misma voz rota de hace unos segundos—. ¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres de... mí?—Su voz suena en un hilito muy apagado, agonizante, mientras permanece en el centro de su cama, sin moverse, sin perder de vista mis ojos.
No le contesto, solo me muevo con rapidez yendo a su encuentro. Él, por sorpresa, no se mueve de su lugar, solo me observa mientras me acerco, estudiando cada uno de mis movimientos con sus ojos llenos de dolor.
Mi corazón se rompe al ver su cara tan pálida, lastimada y ojerosa. Lágrimas están mojando su rostro, arrastrándose a través de sus mejillas, no obstante, no hace nada para detenerlas, solo las deja correr. Parece tan frágil y vulnerable que siento cómo mi corazón estalla en pequeñas partículas dentro de mí.
«Luce fuerte, pero se rompe fácil», recuerdo las palabras de su madre.
Siento la humedad en mi rostro y percibo que también lloro. Estoy llorando por ser la causante del dolor en los ojos de ese hombre que es mi mundo, el aire que respiro; a quien amo más allá de lo explicable. Ese hombre que en tan poco tiempo me ha dado tanto, que se empeñó en reparar lo que estaba roto y realmente lo consiguió: mi corazón. Ese que por años estuvo hecho cachitos y él, con cariño, amor y cuidados, fue uniendo uno por uno hasta lograr que vuelva a sentirlo, latiendo completo sin dolor, sin grietas.
Él no merecía que lo lastimara de esa forma.
Llevo mis manos a sus mejillas y tiembla. Ambos temblamos. Solo un toque de su piel en mis dedos y ya me siento en la gloria. Un soplo de aire puro atraviesa mi cuerpo y lo llena de vida otra vez, con paz, plenitud y tanto amor.
Noto que la respiración se atasca en su garganta y aprieta la tela de una sábana de color azul que cubre su cama con sus fuertes dedos.
—Estoy aquí por ti, Adam. —Me obligo a decir, trayendo a mí una voz clara, expulsando las lágrimas de mí—. Me preguntaste qué deseo de ti. Es muy simple: he venido a hacerte entender que eres el hombre de mi vida, que te amo más que a nada en este mundo y que...
No me deja terminar porque simplemente no lo veo venir cuando Adam salta de la cama, alejándose de mi toque. Busco su mirada. Sus ojos verdes son una tormenta de tonalidades oscuras cuando los clava en mí, agresivo.
—¿Por qué vienes a buscarme para echarme mentiras? ¿Qué ganas rompiéndome más de lo que ya lo hiciste, joder?—Su voz suena dura, impotente, en tanto de pura rabia arrastra el dorso de su mano por su rostro y seca sus lágrimas.
Me lanzo de la cama, yendo hacia él, otra vez. Intenta alejarse de mi toque, pero soy más rápida y sostengo sus manos entre las mías. Mi Adam vuelve a temblar e inhala una fuerte inspiración.
—No he venido a echarte mentiras. Escúchame un instante, Adam—suplico, con mi corazón latiendo demasiado deprisa—. Deja que te explique, por favor.
—¿Qué me vas a explicar? Dime, ¿que lo amas a él?—brama, estridente, cargado de rabia. Luego lo veo soltar una risita entre amarga y triste—. ¿O es que tu corazón está dividido y nos amas a los dos? Que sepas que prefiero mil veces tenerte lejos que compartir tu corazón con alguien más. Es todo o nada, Cara.
—Es todo amor. —Le hago saber, sintiendo los latidos de mi corazón casi reventar contra mis costillas. Sostengo su rostro entre mis dedos y dejo caer mi frente contra la suya, con él respirando acelerado. Siento su cuerpo tenso, cómo sus puños toman un lugar apretado contra sus costados. Me aclaro la garganta y aprovecho su silencio para convencerlo que todo lo que existe en mi pecho es solo por él—. Ethan no significa nada en mi vida.
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Por una promesa © DISPONIBLE FÍSICO Y DIGITAL, AMAZON
RomanceCompleta/ Por tiempo limitado LIBRO 1 DE LA SERIE «AMORES INEVITABLES» Por una promesa es una historia de amor, pero también es de odios y rencores del pasado, una historia donde el odio juega un papel fundamental, y solo una fuerza mayor y superior...